El desafío de las ONG para seguir ayudando a los más vulnerables en tiempos del coronavirus

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El desafío de las ONG para seguir ayudando a los más vulnerables en tiempos del coronavirus

Las ONG reclaman que los trabajadores humanitarios sean considerados esenciales igual que sanitarios o farmacias y supermercados.

Una de las viviendas habilitadas para migrantes y solicitantes de asilo en Lesbos, Grecia

Refugiados, desplazados internos, migrantes, víctimas de conflictos, violencia y desastres naturales… Ayudarles a superar su situación o al menos a sobrevivir es la tarea de las organizaciones humanitarias que ahora ven con precaución cómo la pandemia de coronavirus a nivel mundial podría afectar a estos colectivos con mayor virulencia debido a su indefensión y cómo las medidas para frenar los contagios podrían lastrar sus esfuerzos de asistencia.

Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia el 11 de marzo, y en particular en la última semana cuando los casos de contagio se han multiplicado, las ONG han advertido de que en las respuestas y en las medidas restrictivas que están adoptando los gobiernos, los más vulnerables no deben ser ignorados.

«Nos preocupa mucho cómo los brotes de Covid-19 afectarán a las personas en países con sistemas de salud ya de por sí frágiles, como República Centroafricana o Yemen» así como quienes viven en «entornos precarios» como los sintecho, los migrantes, los desplazados internos o los refugiados, explica Fran Bartolomé, responsable de epidemias y emergencias sanitarias de Médicos Sin Fronteras (MSF), mencionando en este último caso en particular los campos de refugiados en las islas griegas o los de rohingyas en Bangladesh.

«¿Cómo podemos pedir a la gente que se proteja cuando no tienen acceso fácil a agua? ¿O decirles que se queden en casa y se aíslen si dependen de trabajos diarios para llegar a fin de mes o comparten una habitación con otras diez personas?», subraya Bartolomé, que expresa su preocupación también por el hecho de que en muchos de estos países «hay pocos actores médicos en posición de responder a una sobrecarga de pacientes y una capacidad de UCI muy limitada».

Una preocupación que comparte el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). «El Covid-19 ha desbordado sistemas sanitarios modernos», incide su presidente, Peter Maurer, que apuesta por «medidas urgentes» para evitar el impacto que la pandemia puede tener en muchos de los países en los que trabaja la organización, que «no cuentan siquiera con infraestructuras de salud básicas y mucho menos con unidades de cuidados intensivos».

«El riesgo de que el Covid-19 se propague a lugares de desplazamiento atestados en Asia, Oriente Próximo y algunas zonas de África es extremadamente alto y llevará a una catástrofe humanitaria si no podemos proteger a quienes están más en riesgo de contagio», alerta por su parte el secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), Jan Egeland.

PREVENCIÓN Y CONCIENCIACIÓN

En este sentido, tanto las agencias de la ONU como las ONG están trabajando en todos estos países en medidas de preparación y de concienciación frente al coronavirus entre otras cosas porque, como resalta el responsable de MSF, «si el Covid-19 empieza a transmitirse abiertamente en zonas como estas será prácticamente imposible de contener».

La preocupación de MSF ahora es que, habida cuenta de la fuerte demanda a nivel mundial de material médico, en especial mascarillas, guantes y los test de diagnóstico, pueda haber problemas de suministro en estas zonas, así como también de otros medicamentos básicos como pueden ser los antibióticos o los antirretrovirales «debido a los confinamientos», la reducción en la producción o problemas en las exportaciones.

Las ONG ya están comenzando a notar el impacto de las medidas restrictivas que buena parte de los países están adoptando para contener la propagación del virus y que en general pasan por confinamientos, limitación en los desplazamientos y cierre de fronteras.

Estas medidas, reconoce Egeland, son «muy necesarias», pero eso no quita que «millones de refugiados y desplazados aún dependen de la asistencia humanitaria». Por ello, sostiene que se debería englobar a los trabajadores humanitarios «en la misma categoría que al personal médico, los vendedores de alimentos o los farmacéuticos».

LA AYUDA HUMANITARIA, COMO SUPERMERCADOS Y FARMACIAS

«Si los supermercados y las farmacias pueden permanecer abiertas durante esta crisis, entonces también debería mantenerse el reparto de ayuda humanitaria», sostiene el máximo responsable del NRC. «Le pedimos a los gobiernos que nos permitan quedarnos y trabajar para que podamos asistir y proteger a los más vulnerables antes de que sea demasiado tarde», añade.

Una petición que comparte el presidente del CICR, que subraya que «para evitar una catástrofe, los gobiernos y los demás actores armados en las zonas de conflicto deben considerar prioritaria la facilitación de la labor humanitaria» en medio de la pandemia actual. «Los virus no conocen fronteras: este es un problema mundial que solo se resolverá con una intervención mundial», recalca Maurer.

«La lucha contra el Covid-19 no debería desarmarnos para luchar contra otras crisis humanas en curso y, en particular, contra el hambre que afecta a más de 821 millones de personas en el mundo», reivindica por su parte el director general de Acción contra el Hambre (ACH) España, Olivier Longué.

Por ello, apuesta igualmente por que los gobiernos integren «a los agentes humanitarios en las respuestas nacionales para garantizar el despliegue eficaz de las operaciones humanitarias en la lucha contra la pandemia». En países como Yemen o el norte de Nigeria, añade, la capacidad de respuesta de las ONG «dependerá también de la voluntad de las autoridades y los grupos armados de permitirnos trabajar de manera independiente e imparcial».

El propio general de la ONU, Antonio Guterres, se ha pronunciado en la misma línea. «Igual que los trabajadores sanitarios son considerados personal crítico en todo el mundo, también se debería designar como esenciales a los trabajadores humanitarios, dado su papel directo e indispensable a la hora de ofrecer asistencia vital», subrayó este viernes, reclamando a los gobiernos de todo el mundo que «permitan la provisión de asistencia humanitaria a la ONU y a ONG nacionales e internacionales».

YA SE NOTA EL IMPACTO

En MSF ya están notando el impacto de las medidas, que imposibilitan a su personal internacional desplazarse a los proyectos en el terreno. «El 50 por ciento del personal internacional procede de Europa y ya no pueden viajar, así que estamos intentando encontrar la manera de gestionarlo ya que puede tener un impacto en determinados proyectos que requieren perfiles de especialistas como cirujanos», explica Bartolomé.

No obstante, añade, el personal internacional solo representa el 8 por ciento del total y buena parte de los proyectos de MSF los gestionan trabajadores locales. En todo caso, reconoce que «dado el tamaño de esta pandemia, la capacidad de MSF de responder en la escala requerida será limitada».

Pero para poder seguir ofreciendo la asistencia que se venía dando hasta ahora a los más vulnerables, insiste a su vez el responsable de ACH, los trabajadores humanitarios deben también poder protegerse a sí mismos con el material necesario, como guantes y máscaras, para evitar contagiar a quienes asisten y cambiar algunas de sus prácticas, algo que ya se está haciendo en algunos lugares, reduciendo el numero de beneficiarios que acuden cada vez y respetando la distancia mínima.

«De acuerdo con nuestro mandato humanitario, queremos y estamos ya comprometidos a responder a esta epidemia, pero todos los gobiernos, donantes y actores involucrados deben ahora unirse para facilitar nuestra labor y no poner obstáculos: es una carrera contra el tiempo para asegurar que esta pandemia tenga el menor impacto posible en las poblaciones que ya son extremadamente vulnerables», zanja Longué.

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