Endesa, el campeón nacional… de Italia

Economía

Endesa, el campeón nacional… de Italia

El 5 de septiembre de 2005 Gas Natural lanzó una OPA por el 100% del capital de Endesa. En aquel entonces nadie imaginó que acababa de arrancar la que sería la mayor lucha empresarial de la historia española.

La operación, que se ha convertido en objeto de estudio de las mejores escuelas de negocio de todo el mundo, ha sido considerada por muchos como un fracaso político y económico de primera magnitud porque España perdió la oportunidad de crear un gran grupo energético, un ‘campeón nacional’. Al final, el vencedor fue alguien totalmente inesperado: Italia.

En el proceso, que duró cerca de dos años y medio, se utilizaron todas las armas que se encontraron al alcance. Hubo juicios, el Gobierno intervino, se apeló al nacionalismo, al españolismo, al europeísmo (y a todos los ísmos que se pueda imaginar), cambios legales, reprimendas de Bruselas, denuncias ante la SEC, acusaciones de espionaje e información privilegiada… Y, como guinda, una crispación social y política difícil de justificar cuando se trata de libre mercado. Al final, la antigua empresa pública española volvió a estar bajo control estatal diez años después de privatizarse, aunque esta vez italiano.

Desde el minuto uno de esta OPA el presidente en aquel entonces de la eléctrica, Manuel Pizarro, demostró que estaba dispuesto a resistir a toda costa y que “defendería con uñas y dientes los intereses de los accionistas y la plantilla de Endesa”.

Este fue el comienzo de una batalla en la que el vencedor final era un desconocido para la mayoría de los españoles: Enel, controlada en un 30% por el Estado italiano y que finalmente consiguió a Endesa de la mano de un socio local, Acciona. Pero en medio de este proceso, desembarcó la alemana E.ON, un ‘caballero blanco’ para Endesa que primero elevó la puja a 27,5 euros (frente a los poco más de 21 euros que ofrecía Gas Natural), después a 35, luego 37,7 y finalmente a 40 euros. Todo esto después de la entrada de Acciona, quien se coló en la operación con un paquete de casi el 20%.

En el camino, el precio de Endesa se más que duplicó (hasta que Enel y Acciona se hicieron con su control, las acciones de se dispararon un 140%) y la lucha por su control ha conseguido un hueco en la historia. No todas las OPA en España tienen en su haber el mérito de haber inspirado la lírica entre los directivos.

El embarazo (de elefante)

Gas Natural comparó su asalto a Endesa como una inseminación de la que esperaba un retoño al cabo de nueve meses. Y Pizarro expresó, con palabras que no se usaban desde el Siglo de Oro de las Letras, el ataque de Gas Natural con el intento de “ayuntamiento no consentido”. Es decir, una moderna violación.

Tampoco todas las OPA tienen en su historial haber provocado la caída de un presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (Manuel Conthe), considerado por muchos como paladín de la transparencia y el buen gobierno corporativo.

Otros también han criticado el papel que ejerció el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a lo largo del proceso para frustrar la oferta de E.ON, desde la propia la oposición, hasta la CNMV, pasando por la Comisión Europea, algunos de los directivos de las empresas implicadas (como el entonces presidente de E.ON, Wulf Bernotat) o la prensa, fundamentalmente la internacional.

Al final Endesa, la gran eléctrica española, que también era la primera compañía privada del sector en Latinoamérica, se desprendió a principios de 2009 de los últimos ropajes hispanos que le quedaban.

Tras unos tormentosos meses de relaciones, Acciona decidió vender a Enel el 25% del capital que poseía en la eléctrica a 41,95 euros por acción. Endesa se convertía de este modo en una empresa italiana, donde el grupo transalpino poseía (y posee aún) un 92% del capital.

En 2007, en el fragor de la batalla por Endesa, Enel aceptó que la eléctrica fuera gestionada por los españoles. Era el barniz que cubría toda la operación. Pero ambas partes sabían que, finalmente, todo acabaría en divorcio, y con él, España perdería la oportunidad de crear un gran grupo energético nacional con la compañía creada en 1944. Para el grupo controlado por la familia Entrecanales fue un buen negocio. En menos de año y medio, logró unas plusvalías de 1.850 millones, que en plena crisis del ladrillo fueron agua de mayo para suavizar su elevado endeudamiento, el común de todas las constructoras.

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