Fitch vuelve a poner en duda la solvencia de los bancos españoles

Economía

Fitch vuelve a poner en duda la solvencia de los bancos españoles

El interés por la deuda pública cubana ha regresado en los últimos meses, ante la perspectiva de que los tenedores de estos peculiares papeles, que datan de los años previos a la Revolución, puedan recibir algún tipo de compensación si el Estado consigue normalizar su situación económica y política de la mano de EEUU. El acercamiento entre ambos países también ha abierto algunas expectativas entre las compañías estadounidenses expropiadas en la década de los 60, que ahora intentarían cambiar sus reclamaciones de los títulos acreditativos incluidos en la Ley Helmes Burton por incentivos para invertir en la isla.

Los pequeños pasos hacia el diálogo entre EEUU y Cuba que se han dado desde que Barack Obama llegó a la Casa Blanca, no sólo han abierto así expectativas entre las compañías interesadas en el petróleo, la minería, el comercio o el turismo hacia la isla.

Según algunos analistas, este mercado se ha reactivado en los últimos meses, aunque su opacidad dificulta todavía la posibilidad de establecer volúmenes totales de deuda viva y saber qué porción de ese total se negocia.

Sin embargo, y según algunos observadores, sería necesario el levantamiento total del embargo para que las compañías estadounidenses puedan operar en la mayor de las Antillas, algo que parece difícil de conseguir, aunque significaría una fuerte entrada de capital en inversiones a la isla. Un capital necesario para que Cuba pague sus deudas con la comunidad internacional. Según recuerdan los analistas, el país debía pagar en 1986 los préstamos bancarios otorgados en los años 60 y 70 para financiar su industrialización. La deuda original rondaba los 1.000 millones de dólares, pero como la isla no pagó los intereses, la cifra supera hoy los 3.000 millones de dólares.

El pasado año, la prestigiosa revista The Economist, situaba a Cuba en el puesto 115, la sexta posición por el final de la tabla, de su ranking de economías con mayor riesgo en el mundo, sólo por encima de Nicaragua, Sudan, Myanmar, Irak y Zimbabwe.

A pesar de esta posición en el ranking, las grandes multinacionales de la industria estadounidense como Coca Cola, Exxon Mobil o General Motors comienzan a mostrar interés por la situación empresarial en la isla.

Según la revista Fortune, estas compañías forman parte de una lista de 6.000 empresas de EEUU que reclaman derechos de propiedad en la isla, valorados en unos 20.000 millones de dólares. Los expertos estiman que estas sociedades podrían utilizar esta cifra para negociar una posición preferente en la mayor de las Antillas, frente a otras opciones como que se les devuelvan sus activos o los derechos de explotación, todo ello si, finalmente, se levante el embargo que EEUU mantiene sobre el país.

A principios de los 60, Fidel Castro nacionalizó fábricas, granjas, hoteles, minas y muchas propiedades más que, ahora, con el acercamiento entre el Gobierno de Barack Obama y el de Raúl Castro, algunas compañías estadounidenses y cubano-estadounidenses esperan recibir compensaciones por ellas.

Al menos así lo ha asegurado Robert Muse, el abogado de muchas de estas firmas que reclaman una propiedad en la isla. Sin embargo, los años de descuido de esas tierras hacen cobrar fuerza a la teoría de que muchas de estas compañías, como General Motors, Coca Cola, Texaco o General Electric, puedan conformarse, más allá de la devolución de sus propiedades, con incentivos especiales para invertir en la isla si se levantan los controles. «Las compañías están dispuestas a mostrarse creativas e innovadoras en un arreglo», dijo el abogado en una entrevista telefónica a la prensa estadounidense.

No sería la primera vez. EEUU ha negociado acuerdos de compensación por propiedades confiscadas en Vietnam, Irán y en los países de Europa Oriental que se hicieron comunistas tras la Segunda Guerra Mundial. Pero no con Cuba. En 1960, el Gobierno de Fidel Castro ofreció una especie de compensación en bonos y exportaciones de azúcar, pero Washington se negó asegurando que eso hubiera requerido que el país comprase enormes cantidades de azúcar a precios inflados.

Durante la “época consumista antes de Castro”, Coca Cola ya contaba con máquinas expendedoras por toda la isla, General Motors fabricaba numerosos automóviles que aún pueden verse circulando por la región, y Exxon Mobil poseía una refinería.

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