La Caixa, Kutxabank, Ibercaja y Unicaja, las únicas cajas supervivientes del proceso de reestructuración del sector financiero sin ayudas públicas, deberán cumplir nuevas exigencias para mantener el control de los bancos a los que traspasaron sus negocios.
En concreto, según publica hoy El País, estas entidades, reconvertidas en ‘fundaciones bancarias’ deberán crear un “fondo de reserva” con el que asegurarse de que pueden inyectar capital suficiente en los bancos en caso de problemas. “Esa propuesta hace que los niveles de control sean significativamente costosos para las fundaciones bancarias”, señala el documento citado por el diario.
No será la única exigencia, sino que Bruselas además exigirá “un protocolo de gestión” y un “plan financiero” que deberá ser aprobado por el Banco de España, con directrices sobre las inversiones que pueden realizar.
En caso de cualquier incumplimiento, el Banco de España podrá obligar a estas fundaciones bancarias a reducir su participación en los bancos por debajo del nivel de control.
La sola conversión en fundaciones bancarias ya conllevará un sacrificio para las cajas, que se verán obligadas a reducir significativamente su participación en los bancos a los que traspasaron sus negocios financieros. Aunque aún no hay una cifra exacta, en los mercados se especula con que esa posición de control se cifra en un 50%.
En ese sentido, La Caixa controla actualmente un 61,5% de CaixaBank tras la salida a Bolsa y la compra de Banca Cívica, pero las cajas vascas poseen en 100% de Kutxabank. Lo mismo ocurre con Ibercaja y Unicaja, si bien estas dos reducirán ligeramente sus participaciones si finalmente cierran las compras de Caja 3 y Caja España-Duero, respectivamente. Otro punto de conflicto con las cajas se producirá ante la obligación del Gobierno de que los consejeros del banco no sean los mismos que los patronos de las fundaciones.
