El presidente del Real Madrid y ACS, Florentino Pérez, ha vivido una semana de infarto en la que las malas noticias parecían acumularse por momentos.
La salida de Mourinho no ha puesto fin a los ‘líos’ del club banco, ni parece haber traído la paz a la masa social. De momento, el nuevo entrenador Ancelotti, cada vez más cerca de aparecer como una marioneta en manos del presidente, ha tenido que devolverle la titularidad a Casillas, en la ‘champions’ para ‘tranquilizar’ la cosa, según él mismo reconoce.
Pero suena a derrota y perjudica a Diego López. Un portero que ya no será tan titular como antes, entre otras cosas porque el sueño de volver a ganar una Copa de Europa es el deseo prioritario de la afición ‘merengue’.
Y desde Inglaterra, otros ‘rivales’ de Florentino, como Ozil, siguen al ataque. Pérez ha puesto en marcha a sus medios de comunicación afines para intentar justificar su salida del club con dos explicaciones. Ozil se ha ido porque había demasiada competencia y no estaba seguro de su titularidad y, además, llevaba todo el verano buscando club porque quería ganar más dinero. Lo malo es que no cuela. Sobre todo porque si hay alguien culpable de que los sueldos de las estrellas se eleven hasta el infinito y más allá, ese es Florentino Pérez.
Hasta Zidane, el escudo con el que el presidente del Madrid intenta protegerse de las críticas del madridismo clásico que no le tolera se ‘fue de la lengua’ y declaró que ni Bale, ni ningún otro jugador cuesta 100 millones de euros. Aunque luego haya tenido que recorrer los medios de comunicación con matices y semidesmentidos que no han logrado, sin embargo, que se apague el eco del mensaje original.
Pero los eternos líos de la ‘casa blanca’ que empañan más que otros su personaje público, no son los únicos de los que debería preocuparse Florentino. Las desastrosas obras del Congreso de los Diputados que ha llevado a cabo la empresa Dragados, del grupo ACS, también le han dejado tocado. La compañía se hizo con este contrato, valorado en más de cuatro millones de euros, según las cifras que recogen los medios, a través de un procedimiento «negociado sin publicidad. Y se trataba de reparar las cubiertas para evitar las goteras.
Las obras tenían que concluirse para que el hemiciclo estuviera listo en el arranque de curso. Pues bien, a la primera oportunidad en que la lluvia ha puesto a prueba los nuevos techos, el resultado ha sido desastroso. El chaparrón penetró en el edificio, amenazó por condensación al sistema eléctrico y la sesión prevista tuvo que suspenderse durante dos horas.
Y las polémicas obras aún darían mucho más que hablar. Poco después se supo que los operarios habían tapado los agujeros de bala del techo del Hemiciclo que estaban ahí como recordatorio permanente del intento de golpe de estado del 23 F de 1981, cuando Tejero entró en el Congreso y quiso terminar con la entonces incipiente democracia española. Los obreros, a pesar de que se les había prohibido expresamente, según aseguran desde el Congreso, han colocado encima unas rejillas para el aire acondicionado.
De momento, nadie de la empresa ha salido a dar explicación alguna sobre lo ocurrido. Y mucho menos Florentino, por supuesto, y la estrategia a seguir parece ser esperar a que ‘deje de llover’. Pero quizá no lo tenga tan fácil. Hay otras noticias que también han agitado algunos ambientes políticos de la capital de España que, si bien no tienen relación con estas, contribuyen a tensar el clima por el efecto final que tiene la suma de todas ellas.
Está por ejemplo, esa invitación del presidente del Real Madrid a Ignacio González y Lucía Figar para que regresaran de Buenos Aires en su avión privado. Nadie ha desmentido esta noticia, lo que le confiere credibilidad y nadie ha explicado tampoco a qué se debe esa cercanía entre el presidente de la Comunidad de Madrid, su consejera de Educación y ese Florentino Pérez que, sin duda, es en este momento el ‘perejil de todas las salsas’ de esos guisos que se cuecen en la ‘intimidad’ entre las figuras políticas, sus amistades en el sector privado y esas puertas giratorias que parecen seguir funcionando a pleno rendimiento.
