Objetos perdidos

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Objetos perdidos, disco de Josete Ordóñez

El guitarrista madrileño Josete Ordóñez continúa empeñado en la elaboración de una música personalísima, resultado de su interés por tradiciones múltiples y de la acreditada sensibilidad con la que pone al servicio del sonido una capacidad técnica cercana al virtuosismo.

Josete es un mago de las cuerdas de nylon que se ha empapado por igual de los sonidos de raíz, desde el flamenco a la jota, pasando por las músicas mediterráneas y que desde sus primeras obras en la década de los 80, con aquellos ‘Elementales’ de gozoso recuerdo, ha ido trazando un mapa sonoro de alto voltaje que gana en intensidad y cercanía a cada nueva escucha.

Y el camino hacia el tesoro se detiene ahora en estos ‘Objetos perdidos’ de los que nos toca hablar hoy. Un proyecto que surge del cine, otra de las aficiones de este singular artista, y en el que Ordóñez se ha embarcado en un viaje en el que la música ejerce como refuerzo para ilustrar unas imágenes, entre perversas e ingenuas, contenidas en viejas películas olvidadas, de aquellas que constituyeron el origen del séptimo arte como fórmula narrativa.

Su bagaje como productor, arreglista y músico de escenario le concede un plus adicional a la hora de reinterpretar, desde su propia óptica, las imágenes rodadas y diseñadas por otros. Y, las simbiosis entre lo que se ve y lo que se escucha se produce de modo efectivo, por lo que quizá sea aconsejable en este caso, para disfrutar de este trabajo en su verdadera magnitud, dejarse caer por cualquiera de las presentaciones en directo de este álbum, que desde su origen está pensado como espectáculo integral para ser interpretado sobre las tablas.

Sin embargo, la música también se mantiene por si sola, por supuesto. Quizá porque, a pesar de la indudable homogeneidad del estilo común que se ‘siente’ en todas las composiciones y adaptaciones que configuran el álbum hay una diversidad de ritmos y tratamientos y una contemporaneidad evidente que convierten la escucha de estas piezas en una interesante aventura auditiva.

Así, resulta difícil destacar unas cuantas canciones sobre el resto en este conjunto tan sólido y bien trabado. Sin embargo, guiado poco más que por el gusto personal de quien esto escribe, quizá la versión de ‘Suspiros de España’ que Ordóñez ha ‘cocinado’ para ser servida junto a unas imágenes del Madrid republicano de la Guerra Civil sea uno de los momentos más notables de este disco.

Pero hay muchos más: la sutileza entre pícara e ingenua de ese ‘El Pecado’, compuesto para animar el baile de una aspirante a ‘pin up’, adelantada a su tiempo, la vertiginosa epopeya, que conjunta el flamenco con un aire jazzy inesperado en ‘Driving around New York City’, o los aires sutiles de ‘Linterna Mágica’ que parecen evocar un mecanismo primigenio de pulsación automatizada, entre organillo y caja de música, al principio, para convertirse después de una bella y melancólica balada.

No puede concluir esta reseña sin mencionar a algunos de los cómplices que han acompañado a Ordóñez en este singular viaje y que, sin duda, también han contribuido a que ‘suene como suena’. Los teclistas Luca Germini e Iñaki Quijano, que ejercen de coproductores, lo mismo que el bajista Marco Herreros. El también bajista Guillem Aguilar, el batería Enzo Filippone, y los diseñadores de bases electrónicas Carles ‘Campi’ Campón, Roberto Cantero y Pablo Martín Jones. Una alineación de lujo para este ‘Objetos perdidos’ que es a su vez un lujo de disco, cuya adquisición recomendamos encarecidamente desde aquí.

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