William Tyler mezcla tradición y modernidad en ‘Modern Country’

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William Tyler mezcla tradición y modernidad en ‘Modern Country’

Modern Country

El guitarrista de Nashville da otro paso adelante en un estilo que combina el ‘ambient’ con el sonido clásico del folk americano. Cuidado con este muchacho porque se las sabe todas. William Tyler, es un tipo de Nashville, Tennessee, la ciudad en la que se inventó el ‘country’ comercial y la meca soñada por los grandes de un género que nunca jamás ha dejado de acumular millones de seguidores ni de reinar en las listas de ventas estadounidenses.
 
Y conoce bien las tradición en la que quiere insertar su trabajo. William es hijo de Dan y Adele Tyler, dos compositores profesionales perfectamente integrados en las comunidad artística de su ciudad, que escribieron juntos y por separado éxitos para varios artistas country, entre otros,The Nitty Gritty Dirt Band.
 
Además, ha trabajado en bares clásicos, con música en directo, de esos que aparecen en las películas, en los que los vaqueros solitarios y las chicas dulces de la pradera realizan las maniobras previas a sus gozosos encuentros bajo la luna. Y hasta ha sido propietario de alguno que otro, junto a su hermana Elsie.
 
Pero como buen vaquero del siglo XXI en su curriculum también hay otros aspectos notables. Como el hecho de haber velado armas guitarreras junto a Kurt Wagner en Lambchop, una de las bandas a las que se suele considerar como renovadoras de ese género visionario en el que confluyen la música campestre, el rock de siempre y la canción de autor.
 
Así que el título de su cuarto álbum, este ‘Modern Country’ del que nos ocupamos hoy refleja bastante bien el contenido con el que nos encontraremos si decidimos escucharlo. Aunque también conviene añadir otra precisión como aviso a navegantes, de momento, por lo menos, Tyler sólo escribe y graba música instrumental.
 
Y su sonido bebe casi a partes iguales de toda esa tradición ‘country’ de la que hablábamos antes, que ha sabido asimilar perfectamente y de otras fuentes, que igualmente, le han resultado provechosas, como el viejo ‘ambient’ que empezó a esbozar Brian Eno, a finales de la década de los setenta del pasado siglo.
 

 
Lo curioso es que Tyler ha tenido que marcharse de Nashville, para encontrar su verdadera personalidad que, al menos según la opinión de la crítica especializada, parece haber aflorado en este cuarto disco, que ha conseguido colarse en casi todas las listas que se publican estos días en las que se recogen los mejores discos del año.
 
Claro que el mérito no es exclusivamente suyo. Ha contado con el apoyo de otros dos artistas que saben mezclar bien tradición y vanguardia y que también suelen navegar por las mismas aguas sonoras que frecuenta Tyler. Se trata de Brad Cook y Phil Cook, los dos hermanos que formaban Megafaun,
 
Una pareja que se han consolidado además, en 2016, como uno de los mejores equipos de producción disponibles en el sector, gracias a su trabajo en este álbum y en el ‘Heart Like A Leeve’ de Hiss Golden Messenger, la banda de Mike Taylor, otro disco indisdel que ya hemos hablado aquí.
 

 
William, Brad y Phil, han trabajado con el apoyo de otros instrumentistas de excepción: Darin Gray al bajo, Glenn Kotche de Wilco a la batería y Luke Schneider en la pedal steel guitar. Casi un supegrupo como los de antes, pero sin los habituales problemas de ego que suelen ser inevitables en estas reuniones de estrellas.
 
Entre todos han perpetrado estos cuarenta minutos de música, repartidos en siete canciones, que funcionan casi como los capítulos de una novela que cada oyente tendrá que imaginarse por si mismo. El escenario ideal para una de esas historias de carretera, de luminosa melancolía en las que los viejos vaqueros luchan por su dignidad.
 
Y, tras escucharlo, no nos queda más remedio que darle la razón a Tyler, cuando se describe acertadamente, en nuestra opinión, como un un cantautor de los setenta perdido en el siglo XXI, que ni canta ni escribe letras pero si le pone música a lo que ve y lo que siente para transmitirlo e impedir que las sensaciones se desvanezcan.
 
Casi cualquier canción valdría para demostrar estas afirmaciones. Aunque yo les recomiendo empezar por ‘Kingdom Of Jones’, una magistral pieza de finger-picking moderno que se ha convertido con facilidad en mi favorita de este disco, por el momento, gracias a la suavidad de sus luminosos arpegios y al extraordinario sonido que Tyler consigue sacar aquí a su guitarra.
 
Porque sí, Tyler es un virtuoso pero no parece gustarle demasiado el circo. El usa la técnica para reforzar su arsenal expresivo y crear un estilo propio que le sienta de maravilla a este retrato amable y nostálgico de la América profunda que ha trazado en ‘Modern Country’, con sólo unas cuantas viñetas sonoras.
 
Una música que entretiene y acompaña, ayuda a pensar y relaja y en la que uno puede encontrar ecos de muchos otros guitarristas o músicos de los que Tyler ha aprendido mucho. Desde Bill Frisell a Grateful Dead, pasando por la música envolvente de Mark McGuire, el sonido acústico entre country y pop de Mark Knopfler o las viejas canciones del inolvidable J. J. Cale. Ya les digo. Una gozada total.

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