‘Julieta’, una película de Pedro Almodóvar

La butaca

‘Julieta’, una película de Pedro Almodóvar

Cartel de la última película de Pedro Almodóvar, Julieta

Almodóvar regresa con su película número 20, un drama femenino basado en tres relatos de la escritora canadiense Alice Munro. “Los gritos y los llantos pertenecen a las elipsis”. ‘Julieta’, la última película de Pedro Almodóvar, habla sobre el dolor, el sentimiento de culpa y el abandono, pero como apunta el propio director, huye de excesos lacrimógenos y se declina por la contención, tanto en el tono como en los diálogos y las interpretaciones. “No es un melodrama, es un drama”.

El cineasta hace un ejercicio de moderación y sobriedad narrativa, marcado por los silencios, por la falta de comunicación. Precisamente, ‘Silencio’ era el título inicial del proyecto –hasta que el manchego optó por cambiarlo para no coincidir con el del próximo trabajo de Scorsese–, en referencia a uno de los tres relatos de la premio Nobel canadiense Alice Munro en los que se basa.

Las tres historias (‘Destino’, ‘Pronto’ y Silencio’), recogidas en el libro ‘Escapada’, están protagonizadas por un mismo personaje, Juliet, que vive un amor apasionado, visita el hogar paterno y sufre la huida sin explicaciones de su hija. La película capta la esencia de los relatos, especialmente del último, pero toma distancia al trasladar la trama a España y darle su toque particular.

Almodóvar vuelve así a tratar uno de los temas más presentes en su cine: las relaciones maternofiliales. En esta ocasión, una relación aparentemente cercana, pero profundamente distante, debido a un complejo de culpa que se agrava por el silencio, por los secretos, por no querer, no poder o no saber revelar lo que a una y a otra les come por dentro.

“Querida Antía, voy a contarte todo lo que no tuve ocasión de contarte. Porque eras una niña, porque me resultaba demasiado doloroso, o por simple pudor…”. La propia Julieta empieza a verbalizar aquello que nunca ha desvelado. Demasiado tarde.

La cinta, seleccionada para competir por la Palma de Oro en al Festival de Cannes, sigue a Julieta a lo largo de tres décadas, desde la libertad e ingenuidad de la juventud a una madurez esculpida por el dolor del abandono de una hija. El paso del tiempo se articula en elipsis desarrolladas con acierto para dar estructura a la narración, especialmente en la escena en la que una toalla ‘funde’ las dos actrices que dan vida a la protagonista, Adriana Ugarte y Emma Suárez.

Aunque es la película más contenida del manchego, están presentes elementos característicos de su cine, como el dominio del rojo, el amarillo y el azul en la paleta de color o la relevancia del arte. Las esculturas de barro, las pinturas que decoran las casas, las explicaciones sobre literatura clásica de la protagonista a sus alumnos o la música de Chavela Vargas que despide el filme están cargadas de simbolismo.

Bajo su aparente sencillez ‘Julieta’ permanece en la memoria, en la que se van desgranando los detalles para comprobar que la obra tiene muchas capas, referencias y mensajes sutiles que se pueden haber pasado por alto. Sin embargo, la moderación puede hacer también que la cinta resulte para muchos demasiado fría, sin emoción, e incluso artificiosa.

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