Underworld, con ‘Barbara, Barbara We Face A Shining Future’

El tocadiscos

Underworld, con ‘Barbara, Barbara We Face A Shining Future’

‘Barbara, Barbara We Face A Shining Future’, Underworld

El dúo de Cardiff publica un disco nuevo y vuelve a los escenarios tras seis años de ausencia. Tras una larga separación que ha durado más de un lustro, durante el cual se dedicaron a otros proyectos, también interesantes, Karl Hyde y Rick Smith, los dos componentes de Underworld, han decidido resucitar a la banda que les llevó al éxito y publicar un nuevo disco, este ‘Barbara, Barbara We Face A Shining Future’, del cual nos ocupamos hoy.

Para esta esperada reaparición Hyde y Smith han querido tender líneas hacia su pasado reciente y volver a contar con Licoln Barret, más conocido como High Contrast, un productor y disc jockey muy relacionado con el desarrollo del ya viejo estilo drum & bass, que colaboró con ellos en ‘Barking’, su disco anterior.

Pero, o al menos está es la opinión casi generalizada que parece mantener la crítica moderna, los parecidos con aquel álbum terminan aquí. Y si entonces, muchos aficionados creían que la banda había agotado su potencial creativo y se encontraba lejos de su época de máximo esplendor, situada a finales del pasado siglo, ahora dan la impresión de haber resurgido de sus cenizas.

O sea que, aparentemente, la separación les habría sentado bien. Lo mismo que el contacto con otros ‘creadores de vanguardia’ como Briand Eno con quién Hyde realizó un par de discos muy notables durante su periodo de excedencia. Al alejarse de la ‘banda madre’, las dos cabezas pensantes del dúo parecen haber encontrado las respuestas musicales que buscaban y la fórmula que resultaba necesaria para escapar del callejón sin salida en el que se econtraban.

Como los profetas del éxito mundial del dance, solos o en compañía de sus Chemical Brothers, colegas y rivales en un tiempo en que la música electrónica destinada a las pistas de baile globales parecía ser lo más de lo más, Underworld tienen un pasado y una reputación que mantener. Pero también agallas suficientes para comprender que estos son otros tiempos.

Obviamente, Hyde y Smith no se han puesto de repente a componer boleros, entiéndame. Pero han ampliado sustancialmente los colores de su paleta sonora y enriquecido así el estrecho margen por el que transita ahora un estilo, renombrado como EDM, en los últimos tiempos, que hace mucho tiempo ya dejo de ser vanguardista para convertirse en una suerte de caramelo sónico apto para los públicos masivos.

Tampoco han tenido que irse muy lejos para encontrar nuevas motivaciones. Underworld ya se diferenciaba de muchas otras bandas de su misma especie por su preocupación por las palabras. Sí estos tíos corregían las letras e intentaban contar algo en sus textos. Y eso que tenían claro que los consumidores de su música no iban a tener demasiado interés en entender lo que se les decía.

Además, y siempre dentro de un orden, en ocasiones uno podía tener la impresión de que, en realidad, Hyde y Smith intentaban hacer canciones. Auténticas canciones pop. Por mucho que la potencia de sus descomunales y fantásticas líneas de bajo acaparará toda la atención y dejará más bien poco espacio para casi nada más.

Pero lo que antes eran intenciones posibles sobre las que algún crítico malhumorado podía especular y poco más, ahora se han convertido en realidades objetivas. De hecho, en lo que va de año, yo he escuchado pocos temas que me hayan impactado tanto como ‘Motorhome’, mi canción favorita del disco por el momento, dotada de una melodía sencillamente espectacular.

Y eso que en estos 44 minutos de música repartidos en sólo siete temas hay otros momentos notables que señalar. Por ejemplo ’Ova Nova’, una tonada refrescante y juvenil que evoca a los grupos del tecno pop de los ochenta y a lo mejor de tipos extraños y poco recomendables como aquel visionario llamado Gary Numan que casi gana al gran Robert Palmer para su causa.

Lo malo, desde mi punto de vista, es que hay otros pasajes, sobre todo al principio, un poco más plomizos y quizá cercanos a viejas pesadillas ibicencas que por fin pasaron a la historia o a esos batidos sonoros empalagosos que se vendían también tiempo atrás empaquetados como música ‘new age’.

Momentos que, sin embargo, pasan pronto y no duran demasiado en un álbum que gana intensidad y calidad, según yo lo veo, en los minutos finales, gracias también a la aparición de Tyler Hyde y Esme Smith, dos ‘coristas’ de excepción que son además, las hijas de los dos componentes de la banda.

Total que Smith y Hyde se han reencontrado para bien, han hecho un disco bonito y han abierto un par de puertas para que respire el patio de la música electrónica que ya parecía necesitar un poco de ventilación. Eso que tendrán que agradecerles a estos veteranos, los jóvenes aficionados a un género en el que empezaba a hacer falta que alguien trajera un poco de aire fresco.

Más información