Adrian Younge pone al día el soul psicodélico en ‘Something About April II’

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Adrian Younge pone al día el soul psicodélico en ‘Something About April II’

Adrian Younge, ‘Something About April II’

El músico de Los Angeles da un paso más en su imaginativa reinvención de la mejor música ‘setentera’. Se las sabe todas. Y no sólo porque venda vinilos en el Artform Studio, la tienda más coqueta de Los Angeles, en la que es fácil encontrarse, por ejemplo, a los mísmisimos Jay Z y Beyoncé Knowles, ocupados en curiosear entre los cajones en busca de alguna que otra maravilla. Es que antes de eso, Adrian Younge, ya había hecho los deberes y era quizá el mayor experto vivo en soul psicodélico.

Ya saben, esa música, a veces dulce, rítmica cuanto tocaba, y de alto contenido erótico siempre, que bordaron en su momento tipos duros, pero sensibles, como el gran Isaac Hayes y que llegó a a la cima de la popularidad gracias a las películas del género ‘blaxploitation’, acción y detectives con protagonistas de color, que tanto le gustan a Quentin Tarantino.

Su reinado duró poco, apenas cuatro años entre 1968 y 1972, más o menos, pero su influencia en el R&B posterior ha sido enorme. A veces, como en este caso, por la vía directa de la recreación, más o menos imaginativa. Y otras, por medio de homenajes, menciones o plagios. O, como se dice desde hace unos años, ‘sampleos’. Así es amigos, esas canciones míticas, que algunos de ustedes quizá recuerden., han nutrido los arreglos de un par de generaciones de raperos. Y las que vendrán.

Por eso, no resulta raro que la obra de este multiinstrumentista y compositor, que también ejerce de pinchadiscos si se tercia, se haya concentrado hasta ahora en rememorar aquel sonido y ponerlo al día. Con resultados más que óptimos, por cierto, y en mejora continúa, según nos parece tras haber escuchado y disfrutado de su nuevo disco. Este ‘Something About April II’, del que nos ocupamos hoy.

Tal vez, la única pega que se le puede poner a este disco y, en general, a la obra producida por Younge hasta ahora, es su academicismo. Todo está tan bien hecho, tan medido al milímetro que, a veces, se antoja un tanto frío y puede resultar complicado encontrar la emoción entre el fastuoso despliegue de pureza técnica que se nos ofrece. Y eso, puede ser un problema, cuando alguien tiene como modelo una música tan pasional y verdadera.

Pero da la impresión también de que se trata de un posible exceso de respeto, más que de falta de ideas o de posibilidades de desarrollar un lenguaje propio sin dejar de lado el máximo respeto a las convenciones del género. Y hay otro dato que avala la ‘autenticidad’ de Younge y el éxito obtenido por su trabajo. La música de este joven compositor y productor ya se ‘samplea’ sin prejuicios y se usa en algunas películas.

De hecho, ‘Something About April II’ es, como su nombre indica, la continuación de un trabajo anterior que se pensó en principio como banda sonora de un ‘film’ que no llegó a rodarse y comparte con su predecesor algunas características, como los interludios instrumentales, que evocan ese tipo de trabajo en el que la música parece estar íntimamente ligada a unas imágenes. Aunque, en este caso, no existan. Al menos, por ahora.

Younge ha contado, además, para realizar el álbum, con una impresionante nómina de cantantes, masculinos y femeninos, cuya participación en el disco, aporta una gran diversidad estilística muy de agradecer. Están, por ejemplo, la cantante israelí Karolina, una auténtica diva en su país por méritos propios y demasiado poco conocida en el resto del mundo, o Raphael Saadiq, ese imprescindible guardián de las esencias del R&B más puro.

También, por supuesto, Loren Oden, una de las mejores voces de la nueva generación ‘soulera’ que ya ha trabajado con el protagonista de este disco con mucha frecuencia, puesto que ambos son miembros, de Venice Dawn, una banda clave en este ‘revival’ setentero y que es el vehículo utilizado por Younge a la hora de presentar en directo sus trabajos.

Dos de estos colaboradores vocales, el exitoso Bilal y la cantante de Stereolab, la siempre estimable Laetitia Sadler, son fundamentales también para que Younge haya conseguido otro de los efectos que buscaba en este nuevo capítulo de su todavía corta, aunque muy intensa, trayectoria como solista plenipotenciaria.

La química de este duó es determinante en ‘La Ballade’, mi canción favorita del disco por el momento, donde el compositor juega con la combinación sonora de los idiomas inglés y francés para traernos a la memoria una de esas canciones turbias y de erotismo candente que grabaron hace cuarenta años Serge Gainsbourg y Jane Birkin, cuando además de ser dúo artístico eran compañeros de cama.

De hecho, hay muchos guiños en este disco a cierto cine erótico, al porno suave que con matrícula francesa se consumió en toda Europa, y en algunos circuitos minoritarios de EEUU, durante la década de los setenta del pasado siglo. Menos en España, claro, excepto si se viajaba más allá de los Pirineos, para burlar el cerco que la censura franquista mantenía sobre estas opciones de ocio. La misma portada parece una simulación de uno de los carteles anunciadores de cualquiera de estas películas de consumo individual y clandestino que proliferaron en aquellos años y tantas buenas horas hicieron pasar a la afición.

Pura ‘Serie B’, por supuesto, sublimada e intelectualizada convenientemente ahora por Younge para que pueda ser consumida, en su vertiente sonora más colorida, por los jóvenes intelectuales del siglo XXI y algunos nostálgicos veteranos con el paladar exquisito a quienes no les da vergüenza admitir que se ‘curraron’ la asignatura echándole horas en los programas dobles del cine de barrio.

Con otra ventaja añadida. De momento, Younge parece apostar por las canciones cortas y concentradas, y se mantiene más que alejado de los desarrollos instrumentales largos y tantas veces vacíos, cuyo uso, y abuso, supuso el principio de la decadencia de este género. Un motivo más para que le den un voto de confianza y se acerquen a este trabajo. Un disco con las raíces bien enterradas en un pasado glorioso que, sin embargo, parece mirar hacia el futuro.

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