‘Steve Jobs’, una película de Danny Boyle

La butaca

‘Steve Jobs’, una película de Danny Boyle

Steve Jobs

El director Danny Boyle y el guionista Aaron Sorkin realizan un retrato intimista del fundador de Apple a través de los momentos previos a las presentaciones de tres de sus productos. ¿Un genio visionario que cambió la forma en la que nos comunicamos o un ambicioso y soberbio impostor obsesionado con el marketing y el éxito? Con casi 300 millones de entradas en Google, libros, documentales, largometrajes, infinidad de artículos e incluso una obra de teatro sobre su persona, Steve Jobs es una de esas figuras que generan filias y fobias a partes iguales. La última película centrada en la vida del cofundador de Apple tiene clara su postura: el fallecido magnate de la tecnología era nefasto en las relaciones humanas, narcisista, exigente y manipulador. Pero pese a mostrar la faceta más oscura de Jobs, la cinta busca una explicación a su arrogancia e incluso acaba por concederle cierta redención.

‘Steve Jobs’ no es un ‘biopic’ al uso. No pretende contar la biografía completa del personaje, sino acercase a su personalidad, condensada en tres actos que se corresponden con la presentación de tres productos importantes en su trayectoria: el Macintosh (en 1984), el Next Black Cube (1988) y el iMac (1998). En la obra, no encontramos, sin embargo, los majestuosos discursos acompañados de exquisita preparación y escenografía con los que Jobs encandilaba a los consumidores y que aún acumulan visualizaciones en Internet, pues se centra en lo que ocurría justo antes, entre bambalinas.

El popular guionista Aaron Sorkin, conocido sobre todo por su trabajo en la serie de televisión ‘El ala oeste de la Casa Blanca’ y responsable también del libreto de ‘La red social’, deja a un lado al Jobs más ‘showman’ y expuesto para elaborar un retrato intimista. Como es habitual en sus trabajos, los personajes discuten y dialogan mientras están en acción.

Así, con un desarrollo y puesta en escena totalmente teatral, la cámara sigue continuamente a Steve Jobs, interpretado por Michael Fassbender, que camina por largos pasillos y se mueve por grandes camerinos y habitaciones mientras se encuentra con los personajes que ayudan a definir su carácter: su responsable de marketing y mano derecha, Joanna Hoffman (Kate Winslet); el cofundador de la compañía de la manzana mordida, Steve Wozniak (Seth Rogen); el ingeniero Andy Hertzfeld (Michael Stuhlbarg); el antiguo director ejecutivo de Apple John Sculley (Jeff Daniels); su exnovia Chrisann Brennan (Katherine Waterston); y su primera hija, que en un principio se negó a reconocer, Lisa Jobs (Makenzie Moss, Ripley Sobo y Perla Haney-Jardine).

Se suceden por tanto conversaciones rápidas, llenas de metáforas al estilo Sorkin, a las que el director Danny Boyle opta por otorgar aún mas dinamismo con continuos seguimientos, movimientos de cámara, cambios de plano y algún que otro ‘flashback’.

La energía de esta combinación resulta demasiado agotadora en algunos momentos, al no dar respiro y mantener la acción en espacios interiores. Esta sensación de claustrofobia recuerda a una de las obsesiones de Jobs que subraya la cinta: el “circuito cerrado”. En las discusiones con Wozniak, reitera su deseo de que los productos de Apple sean “incompatibles con todo”, como él mismo, incapaz de comprender a los que le rodean. No obstante, otra de sus fascinaciones es su propia persona, se ve a sí mismo como un ser superior, como un dios.

El guión de Sorkin, basado en la biografía del magnate escrita por Walter Isaacson, se llevó en los pasados Globos de Oro el galardón al mejor guión adaptado, aunque no ha sido nominado para los Oscar. Las únicas opciones de ‘Steve Jobs’ en los premios de la Academia de Hollywood son para Fassbender, que realiza un espléndido trabajo capaz de hacernos olvidar su poco parecido físico con el creador de la firma de la manzana mordida, y Winslet, magnífica como su escudera (también se llevó el Globo de Oro).

‘Steve Jobs’ tiene poco que ver con ‘jOBS’, el ‘biopic’ protagonizado por Ashton Kutcher. Se aleja de la visión complaciente y superficial de aquella para acercarse al interior del enigmático personaje, pero el exceso de movimiento de la cámara y la puesta en escena puede llegar a sacar a uno de la historia.

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