Kendrick Lamar se convierte en el nuevo gurú de la música negra con ‘To Pimp A Butterfly’

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Kendrick Lamar se convierte en el nuevo gurú de la música negra con ‘To Pimp A Butterfly’

To Pimp A Butterfly, disco de Kendrick Lamar

El artista californiano inaugura una nueva era en el pop mundial con su tercer disco, el mejor de 2015 para casi toda la crítica. Inevitable. Cualquier lista que incluya los mejores discos de música pop de 2015 va a tener en uno de los puestos de honor, habitualmente el primero, este ‘To Pimp A Butterfly’, el último trabajo de Kendrick Lamar del que nos ocupamos hoy. Un álbum, por cierto, publicado la pasada primavera y que hasta ahora, a punto de terminarse el año, no me había atrevido a hincarle el diente.

Por varios motivos. Uno de ellos, precisamente ese. Esa insistencia casi mayoritaria de la crítica moderna sobre esta colección de canciones, a la que ya se considera uno de los momentos cumbres de la década. Otro, por supuesto, la longitud del álbum, nada menos que 16 temas que se extienden durante una hora y 19 minutos.

Y también, el hecho de que Lamar sea un rapero y estemos, por lo tanto, ante un disco en el que los textos, en un inglés teñido con lo último de lo último en jerga callejera, sean fundamentales para entender la propuesta sonora que realiza el artista. Una barrera, sin embargo, que herramientas disponibles en Internet, como la más que recomendable Genius ayudan a superar.

Pero finalmente, me decidí a ponerme a la tarea cuando la ‘recomendación’ me llegó desde una fuente dotada de la máxima autoridad reconocida por mi. Nada menos que Tony Visconti, el productor canónico de David Bowie, alguien con un conocimiento vasto y exquisito de la historia de la música pop y sus momentos decisivos.

Pues bien, Visconti explicaba en una entrevista como Lamar y su álbum, tercero de una trayectoria impecable, habían influido de modo decisivo en la concepción de las últimas canciones compuestas por el ‘duque blanco’ y que forman parte de ‘Blackstar’, su flamante nuevo disco. Un trabajo que ha vuelto a situarle en el Olimpo de la modernidad.

Y una vez completada la tarea tengo que decirles desde ya que ha merecido la pena. Y recomendarles que, si no se han decidido ya, hagan lo que yo a la mayor velocidad posible. Porque sí. Estamos ante un disco histórico, de altísima calidad y que, además, se ha convertido en el suministrador del último himno de combate de los afroamericanos residentes en EEUU, colectivo golpeado una vez más este año por las convulsiones derivadas de la violencia racial.

El estribillo del tema en cuestión, titulado ‘Alright’ ha sido coreado durante todo el año por las masas de manifestantes que se han reunido para denunciar la situación. Y es, también, mi canción favorita del álbum por el momento. Directa, contundente y con un aliento épico que se manifiesta de principio a fin. Imprescindible.

Lo mismo que todo este álbum. Un disco largo, ya lo hemos dicho, pero mimado hasta el más mínimo detalle. Lamar ha contado para su elaboración con una amplia nómina de productores y colaboradores, que le han ayudado a sacar adelante este empeño casi enciclopédico, en el que, en la práctica, se revisa y actualiza el amplísimo legado de la llamada ‘música negra’ fabricada en EEUU en las últimas décadas.

Necesitaríamos un párrafo lleno de negritas para nombrar a todos los artistas con los que Lamar ha tenido a bien contar en este tour de ‘force’. Históricos inventores del ‘funk’, como George Clinton, los grandes del rap de todos los tiempos como Snoop Dog, Dr.Dre o Tupac, las nuevas sensaciones como Flying Lotus o Bilal y ya digo unas cuantas figuras más que pueblan un lista interminable.

Pero es de justicia nombrar a los tres músicos y productores que más se han implicado en el empeño, aunque no hayan sido los únicos como ya he dicho. Pero este disco no sería lo mismo sin la contribución del maravilloso pianista de jazz Robert Glasper, el saxofonista y cómplice fundamental de Lamar Terrace Martin y de Thundercat, un bajista de prodigiosa imaginación y técnica impecable.

Hay por lo tanto toneladas de música de gran calidad en el álbum. Tanta que resulta prácticamente imposible destacar algunas canciones en este conjunto superlativo. Quizá ‘Alright’, claro. Y todos los singles publicados hasta ahora. Desde ‘King Kunta’, en el que se rinde homenaje a Kunta Kinte, el personaje protagonista de la vieja serie ‘Raíces’, a la muy bailable ‘I’, más clásica que el resto y que sirvió de plataforma de lanzamiento.

Pero es probable que la principal característica de este disco y la que convierte a esta obra en un trabajo destinado a figurar en todas las enciclopedias ni siquiera se relacione con su música. La enjundia, claro, está en las letras. En las rimas, porque esto es ‘rap’, al fin y al cabo. Y en este trabajo hay una reflexión valiente sobre la condición racial de su compositor y su papel como artista de éxito integrado en una minoría socialmente golpeada.

Lamar no tiene miedo alguno a meterse en las arenas movedizas de los temas plenamente políticos y la valentía resulta de agradecer. Y se ha visto beneficiada también, desde el punto de vista de la promoción, por las iras que este disco ha despertado en determinadas comunidades que han vuelto a poner de manifiesto lo negativa que resulta esta música para la formación de la juventud estadounidense, ya saben.

Ahora quizá, el único problema que puede tener Lamar es superar en sus próximos trabajos lo que ha conseguido definir en este. Y no lo tendrá fácil desde luego. Y sí, ya digo, también yo incluiría ‘To Pimp a Butterfly’ en la parte alta de mi lista de los mejores trabajos de este año. La pena es no haberme decidido a escucharlo mucho antes. Así que si aún no se han acercado a esta maravilla no esperen a mañana. Lo iban a lamentar como yo.

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