Allison Moorer revitaliza el country-rock en ‘Down To Believing’

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Allison Moorer revitaliza el country-rock en ‘Down To Believing’

El octavo álbum de la cantautora de Alabama se cuela en las listas de los mejores del año. Empecemos con un tópico. Decían los grandes artistas del viejo country que para hacer una buena canción sólo se necesitan tres acordes y la verdad. Una frase hecha que, sin embargo, se adapta como un guante a los 46 minutos de música repartidos en 13 temas que incluye ‘Down To Believing’, el octavo lp de la cantautora de Alabama Allison Moorer.

El disco, por cierto, tiene ya unos cuantos meses a las espaldas y, una vez más, casi pasa desapercibido para mi radar. Por suerte, en estos días aparecen siempre las listas de los mejores álbumes del año y este de Moorer se ha colado en dos o tres. Siempre en los puestos medios, desde luego. Pero ha sido suficiente para que se despertara mi curiosidad.

Cierto que Moorer nunca había sido hasta ahora santo de mi devoción. Muy rubia ella, eso sí e integrada en la más pura aristocracia del sonido ‘Nashville’. La pura esencia del country. Hermana de Shelby Lyne y, hasta no hace demasiado, esposa de Steve Earle, un tipo que conserva su prestigio de forajido casi intacto, a pesar de que con los años, sus viejas garras afiladas arañen un poco menos.

Allison, por su parte, aportaba una imagen superlativa y una voz más que notable. Pero fuera de eso, que quizá no sea poco en estos tiempos, sus canciones se mantenían en esa línea almibarada y comercial que se ha impuesto en las nuevas divas del country, más cerca de la pasarela y la connivencia con la industria textil, que del sentimiento crepuscular y atormentado habitual en los grandes de este género.

Aún así, ¿a quién no le apetece escuchar un poco de country de vez en cuando? Es una música refrescante, moderadamente rítmica y agradable en la que brillan con luz propia las cuerdas de acero y esos instrumentos ‘vintage’ como el banjo, o la ‘steel guitar’ que difícilmente pueden escucharse en otros estilos.

Sin contar con los medios tiempos devastadores, las melodías ‘quedonas’, las odas al whisky y los corazones rotos y todos esos ‘topicazos’ tan conocidos por cualquier aficionado global, sobados hasta la saciedad y que, sin embargo, suelen funcionar si uno no se pone demasiado exquisito y se olvida de aquello de pedirle peras al olmo.

De modo que sin esperar demasiado, me he acercado a este disco, con la misma idea de aquel que tiene sed y aspira a saciarla con un trago largo sin complicaciones, ni demasiados matices, ni espacios para lo sublime. Conforme con aceptar la dosis de acústicas campestres que se me suministrara y pasar un buen rato, recordando las obra maestras de, por ejemplo Emmy Lou Harris.

Cierto que el hecho de que Allison haya decidido incluir en este álbum una versión de ‘Have You Ever seen The Rain’, la inmortal canción de John Fogerty que popularizaron los Credence Clearwater Revival, ya era un importante punto a favor de la dama que como poco buen gusto sí parecía tener.

Lo mismo que el hecho de que Moorer decidiera volver a trabajar con Kenny Greenberg en la producción, el tipo con el que trabajaba en sus inicios, antes de que el exceso de azucar y la sobredosis de rimmel marcaran el ritmo de unos trabajos que, como he dicho antes, quizá no fueran tan redondos como debieran haber sido.

Pero a estas alturas uno debería saber que siempre hay lugar para la sorpresa. Y yo me he llevado una más que agradable con este disco que es mucho mejor de lo que me esperaba y sitúa a su autora a un paso de las grandes mujeres de un género necesitado de obras como esta para demostrar su vigencia en estos tiempos.

Sucede que Moorer ha vivido una temporada amarga, entre otras cosas por su separación de Steve Earle y el autismo que padece su hijo de cinco años. Dos tormentas emocionales que, quizá, hubieran sepultado a muchos seres humanos, pero a las que Allison, al menos musicalmente hablando, parece haber sido capaz de sobrevivir.

Esos momentos duros han alimentado unas canciones sinceras que no tienen desperdicio y están entre las mejores que ha dado el género en lo que va de siglo. Por ejemplo, ‘Thunderstorm/Hurricane’, mi tema favorito del álbum por el momento, que tiene aliento de canción clásica, entre balada lastimera y el himno de regeneración.

O ‘Wish I’, uno de esos temas intemporales de melodía pegajosa y ritmo suave que podría haber figurado en la zona más comercial del cancionero de Bob Seger. O ‘Like It Used To Be’, ese trallazo rockero con el que se abre el álbum y que marca perfectamente el tono de todo el trabajo.

Eso sí. Esto es country. Así que si los sombreros vaqueros no son lo suyo, a lo mejor no les interesa perder el tiempo con este disco. Aunque si lo que buscan es buena música intemporal, Allison Moorer, puede ser una elección interesante. Como les decía. Tres acordes, la verdad y sentimientos profundos que desbordan los límites del ritmo y la melodía. Ni más ni menos.

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