‘Art Angels’, un disco de Grimes

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‘Art Angels’, un disco de Grimes

‘Art Angels’, Grimes

La cantautora canadiense vuelve a la carga con un extraordinario disco producido por ella misma. A sus 27 años escasos, la cantautora canadiense Claire Elise Boucher, más conocida como Grimes, su nombre artístico se ha convertido ya en una de las artistas cuyo trabajo parece destinado a marcar el paso del pop en los años futuros. Unos augurios que, en mi opinión, se confirman con su nuevo disco, este ‘Art Angels’, del que nos ocupamos hoy.

La música de Grimes es original, porque posee un universo sonoro propio e intransferible y una manera de acercarse a la composición y la interpretación muy poco vista que se aleja de forma consciente de los caminos trillados y los clichés habituales en los productos que venden muchas de sus competidoras. Esas que, por el momento, tienen más éxito que ella.

Y, a pesar de eso, hay algún componente en su trabajo que evoca algunos paisajes ya vistos, una suerte de conexión con los casi setenta años de música pop, transcurridos desde que el género dio sus primeros pasos en la década de los cincuenta del pasado siglo.

Así, y sin que resulte en realidad propio hablar de influencias o referencias evidentes, en muchos momentos, al escuchar este disco me han venido a la memoria algunos artistas ochenteros como Kate Bush, Nina Hagen e incluso aquel capricho juguetón llamado Tom Tom Club que pusieron en marcha la bajista Tina Weymouth y el batería Chris Frantz en los ratos libres que les dejaba su militancia en Talking Heads.

Pero ya digo que se trata de simples destellos momentáneos, de reminiscencias de la educación musical propia que uno proyecta en el trabajo de esta joven artista que, finalmente, resulta acogedor, a pesar de que uno siempre siente algo de vértigo cuando se adentra en vericuetos poco conocidos.

Desde la perspectiva de alguien poco vanguardista en las cuestiones relacionadas con la imagen, la joven Grimes puede confundirse con una especie de Lady Gaga para recintos de tamaño medio. Más que nada porque la canadiense todavía no ha alcanzado el estatus de estrella mayoritaria.

Una observación que inmediatamente queda desmentida por la naturaleza pop y saltarina de las melodías sobre las que está artista canadiense estructura su discurso musical, mucho menos grandilocuente y, en mi opinión, bastante más meritorio que el de otras artistas actuales, más metidas en la épica que en la lírica.

Nuestra protagonista de hoy tiene otro valor añadido en su capacidad de arriesgar casi hasta el límite. La experimentación aún forma parte de su arsenal sonoro, incluso en un álbum como este que, según la mayor parte de los críticos que saben de esto, es el más asequible que la chica ha grabado hasta el momento.

Además, Grimes sabe hacer canciones. Buenas canciones de factura clásica e impecable, con estribillos intensos y memorables y todos los ingredientes que cual quiere aficionado espera encontrar en un tema pop como los de siempre. Como esos trallazos tarareables que han pasado a la historia.

Temas pegadizos y de agradable escucha, actos para ser radiados en una cadena comercial normal, las españolas lamentablemente no entran en estera categoría. Y sin olvidar, ya lo hemos dicho antes, que aún hay otros muchos elementos a considerar en su estilo que le otorgan su condición de artista favorita de la crítica.

En esa primera línea más bailable y pegadiza está, por ejemplo ‘Flesh Without Blood’, el primer single elegido por la artista para promocionar este trabajo y, también, mi canción favorita por el momento en esta sugerente colección de 14 temas que se extienden a lo largo de 49 minutos de música fresca, intensa y vitalista.

Y también otras delicias indispensables para la buena digestión del álbum como ‘Realiti’, o esa porción bien servida de funk eléctrico llamada ‘Venus Fly’, donde Grimes cuenta con la colaboración de Janelle Monáe, otra artista singular e irrepetible.

No sabemos si los viejos fans de Grimes se sentirán cómodos con el aderezo de comercialidad evidente que la artista parece haber incluido en su trabajo. Pero otros aficionados, como yo mismo, quizá encuentren en esta apuesta melódica una ventaja, una puerta franca para acceder al maravilloso mundo de esta joven sabia y experimentada.

De hecho, la aparición de este ‘Art Angels’ me ha abierto el apetito y me ha hecho revisar la obra anterior de Grimes que ahora he sentido más cercana y fácil de asimilar que en las primeras escuchas. Por eso quiero aprovechar para aconsejarles que hagan lo mismo y se empapen bien de la obra de esta simpática canadiense. Les va a merecer la pena.

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