‘Half Free’, un disco de U.S. Girls

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‘Half Free’, un disco de U.S. Girls

U.S. Girls

La artista de Illinois Meghan Remy, publica el sexto álbum de U.S. Girls, su proyecto en solitario. Después de una intensa e interesante carrera que abarca ya seis álbumes, esa ‘rara avis’ llamada Meghan Remy que firma sus trabajos bajo el nombre genérico de U.S. Girls, parece estar por fin a punto de llegar a la meta. O algo parecido a eso.

Como poco hacerse un hueco en la primera linea de la escena de la música de vanguardia estadounidense, apoyándose en la buena acogida que la crítica y el público han dispensado a su último disco, este ‘Half Free’, del que nos ocupamos hoy.

Un trabajo denso, pero no demasiado largo, sólo nueve canciones, ocho en realidad como veremos luego, que se prolongan durante 36 minutos. Pero en el que Meghan ha introducido unos cuantos cambios de calado en lo que era hasta ahora su discurso habitual y parece haber encontrado por fin el camino que buscaba.

El asunto es que Remy se declara admiradora de Bruce Springteen y aspira a formar parte de esa misma tradición de cantautores eléctricos que convierten sus canciones en crónicas urgentes de lo que sucede en la sociedad que les rodea.

Narradores que proyectan sus obsesiones a través de personajes distintos que abordan sus historias en primera persona del singular pero que, al menos en teoría, poco o nada tienen que ver con el autor que se ha preocupado de darles voz.

Junto a estas características comunes, la jefa y única componente estable de estas U.S.Girls, exhibe también una clara adscripción ideológica a las corrientes ‘neofeministas’ y, como consecuencia de ello, siempre son mujeres, muchas mujeres distintas, quienes protagonizan esta interesante colección de canciones.

Son, en general seres humanos con problemas extremos y relaciones más que turbias con sus contemporáneos del sexo masculino. Féminas aquejadas, además, de una evidente falta de autoestima, como Remy explica en ‘Telephone Play nº 1’, una especie de escena telefónica de telecomedia de un minuto de duración, en el que la artista conversa con una amiga.

Otro aspecto diferencial entre Meghan y sus referencias estilísticas es su decidida apuesta por una forma de hacer música absolutamente contemporánea, basada en la elaboración de ‘beats’ y la instrumentación electrónica, sin ninguna concesión a los instrumentos acústicos o los ambientes orgánicos.

En este caso, Remy ha vuelto a contar con la colaboración del productor canadiense Onakabazien, con el que ya trabajo anteriormente y que parece entenderla bien y ha participado en la elaboración de algunos de los fondos musicales de este álbum.

No ha sido el único. Aunque Meghan ha estado muy atenta a los arreglos y al resultado final de cada una de las canciones incluidas en el disco, esta vez ha querido concentrarse más que nunca en las melodías y los textos y admitir toda la ayuda que le resultase necesaria para que la parte puramente ‘musical’ no consumiera toda su energía y la mayor parte del tiempo disponible.

Eso explica también que haya tanta variedad en unos arreglos que funcionan como la ambientación más adecuada posible para cada una de las ‘peliculas’ que Remy ha creado. Hay un hilo conductor evidente, la voz expresiva y contundente de la artista y una amplia variedad de estilos que, en mi opinión, resulta beneficiosa para el resultado final.

La paleta utilizada por la ‘jefa’ de U.S.Girls en este disco abarca desde la simulación, más o menos fiel, de los modismos de la música de baile de la década de los setenta del pasado disco que encontramos en ‘Window Shades’, quizá el tema más comercial del álbum, al powerpop guitarrero y ruidoso de ‘Sed Knife’, mi canción favorita de esta colección, por el momento.

Pero los momentos intensos son muchos. Aunque, una vez más, nos encontramos ante un trabajo que puede resultar de difícil asimilación para los oyentes acostumbrados a la versión más clásica de la vieja épica narrativa estadounidense.

Aquí no van a encontrar ni carreteras polvorientas, ni canciones sobre coches y gasolineras, desde luego. Lo que no debería constituir un obstáculo, sin embargo, para que los buenos aficionados disfruten de la nueva oferta sonora de Meghan Remy.

Todo es más sutil y rabiosamente femenino en estas historias. Y también más propio, en lo musical, de los usos y costumbres de las nuevas generaciones, compuestas por artistas que manejan con la misma facilidad los programas de ordenador que las guitarras eléctricas. Estos chavales y chavalas juegan fuerte y tienen muchas cosas interesantes que contar.

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