Yo, él y Raquel, una película de Alfonso Gomez-Rejon

La butaca

Yo, él y Raquel, una película de Alfonso Gomez-Rejon

Película Yo, él y Raquel de Alfonso Gomez-Rejon

La película, que narra la nueva amistad entre un joven que huye de la empatía y una chica a la que le han diagnosticado leucemia, triunfó en el Festival de Sundance gracias a su predominante tono cómico. Una película sobre adolescentes de instituto no tiene porqué ser siempre un nido de hormonas desatadas o una ñoña comedia romántica. Y en una cinta sobre una joven con cáncer no es imprescindible la lágrima constante. Así lo demuestra ‘Yo, él y Raquel’ –pésima traducción de ‘Me & Earl & the Dying Girl’, su título original–, Mejor Película y Premio del Público en la pasada edición del Festival de Sundance.

El yo del título es Greg (Thomas Mann), un estudiante en su último año de instituto que presume de pasar inadvertido entre los distintos grupos que pueblan el ecosistema del centro educativo: es conocido de todos, pero amigo de nadie. Él es Earl (RJ Cyler), su “compañero de trabajo” –no quiere llamarle amigo– desde la infancia, pues juntos hacen vídeos caseros en los que reinterpretan los clásicos del cine. Y Raquel (Olivia Cooke) es una chica de su clase a la que le han diagnosticado leucemia.

La madre de Greg le obliga a pasar tiempo con ella, una “amistad condenada” que da al traste con la preciada invisibilidad del joven y con su filosofía de huir de la empatía.

Basada en una novela (también ‘Me & Earl & the Dying Girl’ en inglés, pero ‘Un final para Raquel’ en español) de Jesse Andrews, quien ha adaptado el guión, la película esquiva el dramatismo excesivo para tratar el tema del cáncer, salpicando la historia de diálogos ingeniosos y de un humor negro muy bien llevado, ni demasiado inocente, ni ofensivo.

La enfermedad se deja gran parte del tiempo en un segundo plano y el foco de atención se dirige a la nueva y bonita amistad, pues es el acercamiento a Raquel, narrado a modo de diario personal, lo que permite al espectador descubrir realmente al protagonista. O mejor dicho, lo que permite al propio Greg conocerse a sí mismo, en un momento decisivo del tránsito hacia la madurez.

Sin embargo, cuando en la parte final la cinta se deja llevar por la sensiblería, si bien es cierto que en mucho menor grado que la lágrima gratuita que se puede apreciar en otras producciones sobre enfermos terminales, el film pierde parte de su encanto, pues da la sensación de que se olvida de los códigos establecidos previamente.

En el terreno formal, el director, Alfonso Gomez-Rejon, apuesta por el dinamismo. Travellings horizontales y otros movimientos de cámara conviven con picados y contrapicados. Además, echa mano de otros recursos muy característicos del estilo del talentoso Wes Anderson en particular, y del cine ‘indie’ americano en general, como la voz en ‘off’, la división episódica, el colorido, o personajes que se salen de lo común. Elementos que conforman una narración ágil y simpática, pero que ya resultan demasiado repetitivos.

Lo mejor de ‘Yo, él y Raquel’, sobre todo para el público más cinéfilo, son los guiños al séptimo arte a lo largo de todo el film. Las referencias son constantes en los posters de la habitación de Greg, sus camisetas y, principalmente, en las versiones paródicas –siempre desde la admiración– de las grandes películas de la historia del cine que realizan el protagonista y su amigo. No faltan alusiones a Truffaut, a Werner Herzog o a Scorsese, con el que Gomez-Rejon trabajó en varias ocasiones.

‘Yo, él y Raquel’ es fresca, inteligente, encantadora y divertida, aunque se difumina en su parte final y utiliza recursos estilísticos que ya empiezan a cansar.

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