‘Hollow Meadows’, un disco de Richard Hawley

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‘Hollow Meadows’, un disco de Richard Hawley

Hollow Meadows

El cantautor de Sheffield da otro paso más para convertirse en un clásico moderno con su nuevo disco. Esperaba este disco. Es cierto. Tenía ganas de hincarle el diente a este ‘Hollow Meadows’ del que voy a ocuparme hoy. Sucede que hace ya unos cuantos años, casi desde su primera entrega en solitario, que me cuento entre el grupo de seguidores irreductibles del compositor y guitarrista británico Richard Hawley.

Hawley es, a mi entender, un tipo que avanza a toda velocidad hacia el estatus de clásico moderno y está a punto de elevarse a esa altura a la que sólo llegan tipos tozudos y poco dados a la pirotecnia, como Van Morrison o el gran J.J. Cale, que tristemente ya no está con nosotros.

Como ellos, este artista nacido en Sheffield, donde también vino al mundo Joe Cocker, otro grande que que ya no está con nosotros, va elaborando con la paciencia y la precisión de un orfebre, una obra que surge y se desarrolla fuego lento. Y por lo mismo requiere de tiempo por delante para ser disfrutada como se merece.

Y llevamos ya unas cuantas entregas, por cierto. Además, hace tiempo que las páginas web de los marcadores de tendencias dejaron de preocuparse por este guitarrista, al que encumbraron en su día tras la publicación del magnífico ‘Cole´s Corner’, para dedicarle luego unas cuantas críticas negativas.

Las cuchillas de los escritores musicales modernos despedazaron sin piedad, por ejemplo, una obra para mi capital como ‘Lady´s Bridge’, a la que acusaron de repetitiva y falta de imaginación, sin tener en cuenta la enorme calidad de las canciones incluidas en el álbum y su cuidado trabajo de producción.

Claro que tampoco les pareció oportuno el cambio radical que Richard imprimió a su sonido en 2012 con ‘Standing At The Sky´s Edge’, más psicodélico y guitarrero de lo habitual, donde las constantes de un estilo, comparado una y otra vez con el de, por ejemplo, Roy Orbison, no era fácilmente apreciable.

En su regreso, Hawley parece haber recuperado su sitio de siempre. De momento, de nuevo, el paisaje de Sheffield, y la geografía emocional que rodea a este entorno vuelve a estar casi omnipresente en unas canciones en las que también mandan como antes los medios tiempos, las guitarras suaves y reforzadas con la suavidas de los vibratos Bigsby.

Una ambientación que rememora el sonido de otros tiempos, de los inicios del rock allá en la mitad de los años cincuenta y el inicio de los sesenta, casi cuando The Beatles, eran poco más que cuatro adolescente que aprendían a tocar sus primeros acordes de guitarra en cualquier calle de Liverpool.

Algo habrá tenido que ver en ese retorno a la calma, el hecho de que Hawley haya compuestos y grabado casi todo el disco en el estudio de su casa, con la ayuda de dos productores y amigos como Shez Sheridan y Colin Elliot, que han colaborado con él durante muchos años.

Por lo visto, una situación forzada por la necesaria convalecencia provocada por la ruptura de una pierna, primero y algunos problemas de espalda después que, al final, ha resultado beneficiosa para la elaboración de este álbum, según la opinión del artista.

Hawley ha aprovechado también su condición de artista inmovilizado para hacer desfilar por el álbum a algunos de los músicos más reconocidos de la escena folk británica. Entre ellos, Martin Simpson que toca el banjo y la slide guitar, Nancy Kerr que toca el violín y la viola.

También ha participado su antiguo jefe en Pulp, el bueno de Jarvis Cocker, otro nativo de Sheffield, que ha tocado el bajo en ‘Nothing Like A Friend’, mi canción favorita del álbum, por el momento. En dura competencia con otras tantas, por cierto.

Porque en estos 49 minutos de música que se extienden a lo largo de 11 temas, hay muchas maravillas que saborear. Algunas lentas, sencillas y marcadas por los dibujos de una guitarra acústica sutil, como ‘What Love Means’, el corte que cierra el disco, y otras de carácter más ‘popero’ como las muy pegadizas ‘Heart Of Oak’ y ‘Long Time Down’.

Y, aunque sea cierto, que las novedades son pocas, y que quizá no nos encontremos ante el mejor disco que ha grabado Hawley a lo largo de su carrera, Richard mantiene el tipo, sigue en la brecha y en este ‘Hollow Meadows’ vuelve a proporcionarnos unos cuantos argumentos para no perderle la pista. Así que toca estar atento y no perderse sus próximos conciertos en España. Yo, por supuesto, no faltare.

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