‘Me’, un disco de Empress Of

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‘Me’, un disco de Empress Of

Empress Of, ‘Me’

La artista californiana de ascendencia hondureña Lorely Rodríguez publica su primer ‘disco grande’. Ha habido que esperar bastante tiempo, pero por fin está en el mercado, ‘Me’, el primer ‘disco grande’ de Empress Of, el alias de Lorely Rodríguez, una artista californiana de ascendencia hondureña que se ha convertido en la nueva niña mimada de los críticos de Pitchfork. Esa publicación de Internet que corona a las estrellas del momento en todo el mundo conocido.

‘Me’ es también el álbum del que nos ocupamos hoy, por supuesto. Un trabajo muy depurado y bastante pulido que no ofrece 34 intensos minutos de música apasionada y fría a la vez, que se extienden a lo largo de diez canciones. Unos temas agridulces en los que Lorely desnuda para todos nosotros su atormentado interior, convulso, aparentemente por culpa de una crisis romántica.

Y que, además, contienen los mejores ‘beats’ que esta interesante productora ha podido extraer de su ordenador portátil tras unas cuantos cientos de sesiones de trabajo duro. Porque Rodríguez ha elaborado este disco en solitario. Tanto que hasta tomó la decisión de aislarse un mes en un pueblo remoto de México, en el que ni siquiera manaba agua potable de los grifos, para terminar las canciones sin distraerse con el ajetreo de la ciudad.

Tocaba hacerlo para cerrar una etapa, poner en pie el proyecto e irse de gira para presentarlo. Y de paso dotar de contenido a los elogios que no ha parado de recibir de la crítica especializada desde que dio a conocer sus primeras piezas experimentales, hace casi cuatro años. Justo cuando Lorely se mudó a Nueva York, adoptó el seudónimo de Empress Of, como alias para la batalla y empezó a colgar sus ‘delirios’ electrónicos en YouTube.

Eran piezas cortas. Cancioncillas con arreglos imaginativos y resoluciones inesperadas, llenas de ‘beats’ inopinados y hallazgos sonoros, que llamaron la atención de varios sellos vanguardistas. Entre ellos ‘No Recordings’ que le publicó un single en vinilo de siete pulgadas, con su primera canción ‘larga’. Tirada limitada y circulación reducida. Ella aspiraba a más.

Mientras tanto, Lorely se ganaba la vida con trabajos matutinos en el sector servicios, de camarera, sobre todo, o como corista a sueldo en giras interminables. También hacía contactos. Conoció, por ejemplo, a Chris Taylor, el bajista de Grizzly Bear. También el propietario de Terrible Records, la discográfica en la que finalmente, Rodríguez ha publicado este disco. Después de haber lanzado un Ep de cuatro canciones en 2013. Un trabajo con cuatro canciones, dos de las cuáles estaban cantadas en castellano.

Un disco que contribuyó aún más a elevarla a las máximas alturas del éxito. Incluso en España, donde el influyente portal especializado Jenesaispop citó a la artista en un listado en el que recogía los trabajos más interesantes del momento. Entonces parecía una apuesta arriesgada. Pero los colegas tuvieron buen ojo al percibir las principales virtudes de Empress Of.

Un proyecto que, como señalaron entonces los críticos del portal español, parece beber a la par de los delirios experimentales de la mejor Björk y del r&b comercial de artistas como las mísmisimas Beyonce o Christina Aguilera. Una especie de FKA Twigs de sangre latina, lista para escalar las listas de éxito sin perder ese halo de credibilidad intelectual que, de momento, conserva.

Su relación con nuestro país, no termina ahí. A Loreley le gusta traducir sus canciones al castellano y grabarlas en este idioma. Lo hace para honrar sus orígenes latinos y contentar a su madre, según ha explicado en las entrevistas promocionales más recientes. Y, aunque es cierto que debería buscar con urgencia la colaboración de algún letrista hispano para dar brillo a estas versiones, aquí se le ha agradecido el esfuerzo.

De hecho, su deseo de introducirse en los mercados de habla castellana, se mantienen. Terrible Records incluso publicó un EP, llamado ‘Veintitrés’, en el que tres artistas españoles (‘El Guincho, Pional y De Lorean) remezclaban ‘Tristeza’ una de las dos canciones que Lorely compuso y grabó directamente en castellano para el Ep del que hablábamos antes.

Con todos estos antecedentes resulta complicado sumergirse en este álbum sin ideas preconcebidas. Pero conviene hacerlo para poder disfrutarlo. Algo que puede hacerse sin mucho problema gracias a las pegajosas melodías que ha compuesto Lorely y a su bella y potente voz, llena de matices y auténtica capacidad interpretativa.

Como era de esperar, los arreglos dan la talla. Hay muchas buenas ideas en este compendio de ingredientes variados, bien pasados por las correspondientes trituradoras tecnológicas. Con su poquito de ‘disco’ setentero, sus interludios rockeros, sus interludios cósmicos y los ganchos comerciales necesarios para aspirar a llenar alguna que otra pista.

Como lo que contiene ‘How Do You Do It’, mi canción favorita del disco por el momento, quizá porque, lo confieso, es la más liviana y ‘comprensible’ de todas, con sus aires ‘house’ y toda la parafernalia correspondiente o ‘Threat’, otro temita bailable en los que nuestra protagonista califica de ‘amenazas’ los recuerdos de su último batacazo amoroso. Además, en general, las canciones están bien y se sitúan por encima de la media.

Y, sin embargo, a pesar de todo eso, el resultado final no acaba de engancharme tanto como debería. A lo mejor la culpa es de unos textos que encuentro demasiado crípticos. Sí, son muy personales y vívidos y hasta hay alguna imagen interesante, al parecer. Pero, al final, por el motivo que sea, no acabo de encontrarle el punto a las peripecias amorosas de Lorely. Yo que me lo pierdo.

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