‘Poison Season’, un disco de Destroyer

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‘Poison Season’, un disco de Destroyer

Destroyer

El compositor canadiense Dan Bejar regresa con otro disco sorprendente cuatro años después del magistral ‘Kaputt’. Cuentan las crónicas que a Dan Bejar, el alma mater de Destroyer, le pilló un poco por sorpresa el éxito global alcanzado hace cuatro años por ‘Kaputt’, su disco de 2011. Un álbum, en el que este fino analista de la historia del pop, recreaba el sonido del ‘softrock’ de los sententa y las sedosas baladas ‘ochenteras’ de combos elegantes, del estilo de las incluídas en ‘Avalon’, la obra canónica de la versión más comercial de Roxy Muxic.

La verdad es que a Bejar y los suyos les quedó muy bien aquella reivindicación de algunas de las mejores páginas del pop comercial de todos los tiempos. Tanto que, situó su nombre propio y el de su banda en las listas de los grandes ‘multivendedores’ del inicio de esta segunda década del siglo XXI. Un éxito inesperado que pilló a Bejar por sorpresa y con el que ha tenido que lidiar en los últimos tiempos, entre perplejo, agradecido y atemorizado por la responsabilidad de repetir la jugada.

¿Mucha presión para un tipo humilde y estudioso como el? Quizá sí. Lo cierto es que ha optado por la calma y se ha tomado su tiempo para lanzar su nuevo disparo directo. Este ‘Poison Season’, del que nos ocupamos hoy. Unos cuatro años en total. Mucho más de lo que aconsejaría cualquier acercamiento prudente a las leyes de la oferta y la demanda vigentes hoy por hoy en el negocio de la música.

Durante todo este tiempo de aparente barbecho, Bejar no ha estado completamente inactivo. Más bien al contrario, porque se ha dedicado a varias cosas, también interesantes. Por ejemplo, a trabajar en The New Pornographers, superbanda que comparte con luminarias como A.C. Newman, Blaine Thurier, John Collins, Kathryn Calder, Neko Case y Todd Fancey.

Y también a grabar una suerte de entretenimiento titulado ‘Five Spanish Songs’, Ep que incluía cinco particulares versiones de canciones del cantautor sevillano Antonio Luque, más conocido como Sr. Chinarro. Un disco muy bien hecho, realizado con amor y que sirvió, entre otras cosas, para que en publicaciones estadounidenses como Pichtfork o The New York Times, se hicieran eco del trabajo de este compositor hispano gracias al interés en su obra que había demostrado Bejar.

La conexión entre Bejar y la música española, de Chinarro y otros, tiene que ver, muy probablemente, con el hecho de que su madre sea una profesora de castellano, lo que ha permitido a este artista americano acercarse al ‘indie’ hispano y disfrutar de él, según parece. Pero, claro, no era precisamente este disco, el que la crítica y el público esperaban de Destroyer tras el bombazo inesperado que consiguieron en 2011, del que hemos hablado antes.

De modo que la aparición de ‘Poison Season’ a finales del pasado mes de agosto, ha sido un verdadero acontecimiento global. Por lo menos en las filas de los aficionados al pop más exquisito y contemporáneo. Y, como suele suceder en estos casos, ha sido recibido con opiniones agridulces que parten de un cierto consenso, general, eso sí. Este es un bonito disco, claro. Pero, tristemente, no supera ni hace olvidar a su predecesor.

Quizá la variedad de elementos utilizados esta vez por Bejar para completar su menú, hayan confundido un tanto a la concurrencia. Hay aquí, mucha orquesta de cuerda, algún eco de las canciones galantes de Cole Porter, algún momento dramático que parece extraído de muchas auidiciones atentas de los mejores musicales de Stephen Sondheim y otras delicias, teóricamente alejadas del imaginario pop habitual.

Pero, este tampoco está ausente, ni mucho menos, de la selección de ingredientes utilizados. Hay ecos de, al menos, dos etapas de David Bowie, las de ‘‘Hunky Dory’ y ‘Young Americans’. Un poco de Bruce Springteen, un par de detalles de Al Stewart, y hasta ecos de Gerry Raferty y su inmortal ‘Baker Street’. Sin olvidar, por supuesto, a Bob Dylan, Leonard Cohen o The Beatles ni al R&B, calentorro de Luther Vandross.

En fin, mucha tela que cortar, amiguetes. Tanta que a cualquier otro se le hubieran atragantado las referencias hasta producirle una vomitona fatal. Pero, no a Bejar. El tipo sale airoso del trance, gracias a una personalidad musical bien definida, que le permite picotear donde le place, sin caer jamás en el simple ejercicio de estilo. Y a su intuición para escribir buenas canciones de formato clásico, con puente y estribillo, casi siempre. Y también para vestirlas de un modo adecuado y atractivo.

Como demuestra, por ejemplo, en el ajustado y vitalista arreglo, marcado por un ritmo potente, y bien batido sobre una guitarra acústica airosa, con el que arranca y se mantiene arriba ‘Times Square’, mi canción favorita del disco, por el momento, un tema setentero, donde los haya, que se beneficia también de unos riffs de saxo con mordiente y un piano juguetón.

En total son trece canciones, que se extienden a lo largo y ancho de 52 minutos de música, con una calidad media más que alta. estupendas. O diez, si se prefiere diez, porque una, precisamente esa joyita llamada ‘Times Square’, de la que hablaba en el párrafo anterior, se presenta troceada en tres partes. Y con guarniciones diferentes.

La versión completa y carnosa, un ‘aperitivo’ caliente para abrir boca titulado ‘Times Square, Poison Season I’, otoñal y con protagonismo de las onmipresentes cuerdas, y un postre helado para concluir, ‘Times Square, Poison Season II’, en la que el piano cobra inicialmente el protagonismo en el arreglo, para dar paso después a un bonito remate orquestal.

Hay mucho más ya digo. Y para todos los gustos. Pero, como siempre, eso mejor lo descubren ustedes escuchando el disco. Les va a merecer la pena hacerlo. Seguro. Por mucho que, en mi opinión, a Bejar le haga falta todavía grabar esa obra maestra definitiva que muchos esperamos de él. Una en la que su voz, por fin, se eleve claramente por encima, de toda la música que ama, conoce y ha empezado a aprender a utilizar para contar sus propias historias.

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