‘Pageant Material’, un disco de Kacey Musgraves

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‘Pageant Material’, un disco de Kacey Musgraves

Pageant Material

La cantante texana confirma en su quinto disco su condición de nueva ‘gran esperanza blanca’ del country comercial. Hace un par de años, Kacey Musgraves, una cantante que había iniciado su carrera en un concurso televisivo para aspirantes a estrellas del country, presentaba su primer disco grabado en una multinacional, tras haber lanzado anteriormente otros tres, en discográficas independientes. Buenos e interesantes álbumes, que no superaron la barrera del éxito masivo y quedaron restringidos a ese público minoritario, pero entendido, que arropa para bien a los artistas de culto.

Aquel disco, titulado ‘Same Trailer, Different Park’, supuso una auténtica conmoción nacional y consiguió un apoyo casi unánime de la crítica y el público. Llegó a lo más alto. Y el triunfo puso a Musgraves en una difícil situación a la hora de empezar a trabajar en la continuación del bombazo, este ‘Pageant Material’ del que nos ocupamos hoy, en el que Kacey debía confirmar lo apuntado en su trabajo anterior y demostrar, definitivamente, que, de verdad, aún es posible hacer discos de country comercial que puedan escucharse sin que de vergüenza ajena.

Y más allá de que el tiempo será quien demuestre si esta artista es o no, la nueva luminaria del género, lo cierto es que, hay que decir desde ya, que sí lo ha logrado. Y lo curioso, o no tanto, es que Musgraves ha conseguido renovar el encorsetado lenguaje del country pop empalagoso y almíbarado de ahora mismo gracias a su decidida apuesta por seguir, con el máximo respeto, la receta original. Aquella que indica que para componer una buena canción sólo se necesitan tres acordes y la verdad.

No podíamos esperar menos de alguien que en una de las canciones de este disco, ‘Dime Store Cowgirl’, presume de haber conocido al fantasma de Gram Parsons, el auténtico inventor del ‘country rock’ y que recuerda en algún momento, especialmente brillante de este canción, ‘que las cosas que cuestan poco no son necesariamente baratas’. Toda una declaración de intenciones para alguien que se ha abierto paso en un mundo plagado de bisutería melódica de baja estofa que intenta pasar por auténtica joyería emocional y lo desvirtúa todo.

Sucede en el estilo vaquero y en casi cualquier otro. Ni los coros angelicales, ni las instrumentaciones sofisticadas, ni los ejércitos de violines cargados con toneladas de azúcar, pueden sustituir la emoción sincera que desprenden una buena melodía y una buena letra, cuando se conjugan para conformar ese otro universo mágico al que denominamos canción. De eso se trata siempre. No lo duden.

Cierto que, para ser justos, habría que otorgar parte del mérito a Luke Laird y Shane McAnally, el par de productores que han ayudado a Kacey a grabar este disco. Dos jóvenes veteranos del negocio que han estampado su firma ya en unos cuantos éxitos de otros tantos artistas y representan ya lo que podríamos definir como la renovación que puede asegurar la supervivencia de la factoría Nashville en los próximos años.

La clave del acierto de este trío de autores está, en mi opinión, en unos textos que resultan completamente creíbles y parecen reflejar fielmente y de un modo honesto y sincero la forma de ser, pensar y estar en el mundo de la artista. Una propiedad poco común en el country comercial de ahora que, por regla general, comercia con sentimientos ficticios e importados, como he dicho antes, y utiliza la frase hecha como sistema iniciara conseguir la ansiada conexión con el público.

Dos trampas que, por lo menos en este disco, Musgraves y su equipo han conseguido eludir. No vamos a decir tampoco que las letras de las catorce canciones que incluye este álbum, que se extienden a lo largo de 46 minutos de espléndida música, sean un ejemplo de la mejor poesía moderna. En absoluto. De hecho, alguna que otra frase chirría, de vez en cuando y hay metáforas de redacción de bachiller. Pero quizá eso sea parte de su encanto, porque el conjunto es entrañable y emotivo. Además, a su manera, en estas canciones Kacey ‘dice’ muchas cosas.

Por eso los temas que se abordan bastante variados. Y las opiniones que expresa están dotadas de esa arrogancia que sólo puede tener la juventud, pero que nunca viene mal. Desde esa velada crítica a los concursos de belleza, y de paso a la forma de presentarse en público de algunas de sus competidoras, que introduce en ‘Pageant Material’, la canción que da título al disco, donde dice que «nunca se la verá con un traje de baño sobre un escenario», hasta la descripción cariñosa y humorística de sus allegados que realiza en ‘Family is Family’, por poner un par de ejemplos.

También hay otras canciones de corte más clásico en las que Musgraves, consigue liberarse del corsé colateral al género gracias a la credibilidad de su interpretación. Kacey es una cantante que, además de poseer una voz bonita y agradable, da siempre la impresión de creerse lo que cuenta. Una verdadera rareza en esta época en que proliferan las divas adictas a la cirugía estética y los gorgoritos.

Esa es una de las virtudes de ‘Late To The Party’, mi canción favorita del disco, por el momento. Un medio tiempo romántico de toda la vida, pero con el azúcar justo para no empalagar y sin las sobreactuaciones y los histrionismos de cartón piedra habituales. Unas fórmulas efectistas de disimular la total falta de contenido de muchos temas que han convertido en pura parodia a muchas supuestas canciones de amor.

Otra virtud de este disco es que se beneficia del funcionamiento a plena potencia de la maquinaria de arreglistas, técnicos de sonido e instrumentistas de Nashville. Un grupo de profesionales que, si está dirigido, por alguien que sabe lo que quiere, puede hacer mucho por cualquier canción. Y si han sido capaces de convertir en éxitos siderales materiales de máxima mediocridad, imagínense lo que pueden hacer con un puñado de temas en condiciones.

Hace unas cuantas décadas, el pop comercial que llenaba las listas se fabricaba así. Así que Kacey Musgraves nos ayuda también a celebrar el regreso de las buenas prácticas y la posibilidad de que la denostada industria que, merecidamente, se ha convertido en el blanco de las críticas de todos los buenos aficionados, recobre la pujanza perdida, recordando cómo llegó a ser lo que fue.

Además, las canciones de Musgraves suena perfectas en las noches de verano y, como pasa siempre con el buen country, son las perfectas compañeras de viaje, para los conductores solitarios que recorren el país en las noches calurosas. Ya saben lo que dicen del country y de la rumba. Que sólo los ‘camioneros’ entienden de verdad de qué va el asunto. No es mi caso, yo no conduzco, pero suscribo la moción, porque también los peatones tenemos nuestro corazón de rock and roll.

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