‘Dos días, una noche’, una película de Jean-Pierre y Luc Dardenne

La butaca

‘Dos días, una noche’, una película de Jean-Pierre y Luc Dardenne

Dos días, una noche

La nueva película de los hermanos Dardenne refleja de forma realista la crisis actual y las injusticias laborales a través una historia de superación personal. ¿Recibir una prima de 1.000 euros o evitar el despido de una compañera? Esta es la pregunta que se les plantea a los trabajadores de una empresa en ‘Dos días, una noche’, la última película de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne. La cinta de los laureados directores belgas, que analiza la crisis actual y las injusticias laborales con un realismo abrumador, pasó por varios festivales, como el de Cannes o la Seminci de Valladolid, antes de llegar a los cines hace un par de semanas.

Esa trabajadora que se juega su futuro es Sandra (Marion Cotillard). Acaba de salir de una depresión y cuando pretende reincorporarse a su puesto de trabajo descubre que su jefe ha obligado a los demás empleados a tomar una decisión. Además, les ha engañado y presionado para que se decanten por la bonificación.

En una primera votación, gana la opción del dinero, pero Sandra tendrá una última oportunidad, conseguirá que se lleve a cabo una segunda consulta el lunes por la mañana. Tendrá así dos días y una noche de carrera contrarreloj por delante para convencer al menos a 9 de sus 16 colegas de que la respalden.

Sin coacciones, solamente expondrá su situación: no puede permitirse quedarse en el paro y no es la culpable de que, si se queda en la empresa, ellos pierdan el dinero. Pero muchos de sus colegas tampoco están atravesando una buena situación económica y necesitan los 1.000 euros.

Arrepentimiento, solidaridad, indignación, dudas, miedo, ataques y apoyos. Son las reacciones con las que se encuentra Sandra en su periplo. Ella experimentará momentos de esperanza, pero también situaciones de desesperación y angustia en los que querrá tirar la toalla. Un remolino de emociones en el que no faltan sentimientos de humillación y de culpa.

El optimismo vendrá, sobre todo, de la mano del marido de la protagonista, Manu (Fabrizio Rongione), comprensivo y cariñoso, el pilar que la mantiene arriba. Y es que la película, además de un conflicto laboral y moral, esconde una bonita historia de amor exenta de cursilerías.

Asistimos a este cuadro de emociones en primera línea, con el objetivo de la cámara pegado a la heroína de la película. Los directores echan mano de planos medios, grabados cámara en mano, en busca del realismo que caracteriza su cine. No hay ningún tipo de artificios, ni música para recalcar las situaciones y sentimientos, ni recursos audiovisuales complejos. Nada está forzado.

Tampoco, pese a que lo que pueda parecer, se deja llevar por el chantaje emocional gratuito. Y huye del discurso panfletario. En este sentido, los Dardenne no juzgan a los personajes, sea cual sea su postura ante el conflicto ético que se les plantea. Intentan que comprendamos a todos, que nos pongamos en el lugar de unos y de otros, porque todos tienen sus razones para actuar como actúan.

Con un gran trabajo interpretativo de Marion Cotillard y con el tono de documental imprimido por los directores, ‘Dos días, una noche’ es una película muy efectiva. Pese a la sencillez de la trama, consigue mantener el ritmo gracias a la combinación de los momentos en los que parece que Sandra puede conseguir su objetivo y aquellos en los que la meta se aleja. Deja huella sin necesidad de grandes despliegues visuales o complejas historias.

Pero, ¿consigue la protagonista mantener su trabajo? En realidad, si ha ganado la batalla o no, no importa. Lo relevante, como la propia protagonista asegura al final de la cinta, es que han «luchado bien».

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