‘Open Windows’, una película de Nacho Vigalondo

La butaca

‘Open Windows’, una película de Nacho Vigalondo

Open Windows

Webcams, ‘smartphones’, cámaras de seguridad… estamos constantemente vigilados. ‘Open Windows’ es el tercer largometraje de Nacho Vigalondo y su primera película rodada en inglés. Un pequeño paso hacia la industria norteamericana, protagonizado por el Frodo de ‘El señor de los anillos’, Elijah Wood, y la exactriz de cine para adultos Sasha Grey, en el que el director experimenta con la multipantalla.

Wood interpreta a Nick Chambers, un fan de la actriz Jill Goddard (Grey) que gana un concurso para cenar con ella tras el estreno de su última película. Antes de la cita, un miembro del equipo que se hace llamar Chord se pone en contacto con el ilusionado joven para decirle que la chica ha cancelado el encuentro, aunque le ayuda a seguir los pasos de Jill a través de su ordenador. Pero lo que comienza como un inocente juego de espionaje se acaba convirtiendo en una pesadilla para Nick, víctima del obsesivo plan de Chord.

En este ejercicio de ‘voyeurismo’, ‘La ventana indiscreta’ por la que James Stewart cotillea a sus vecinos en la obra de Alfred de Hitchcock, referente indiscutible de la cinta, se multiplica dando muestra de la sobreexposición que han generado las nuevas tecnologías.

Webcams, ‘smartphones’, cámaras de seguridad… estamos constantemente vigilados. Y quienes son capaces de manejar estos aparatos a su antojo tienen el control, como el ‘villano’ de la película, que dirige al protagonista como si de un personaje de videojuego se tratase.

La revisión de la película de Hitchcock, adaptada a los nuevos tiempos, tiene por tanto tintes de ‘Black Mirror’ , la aclamada serie británica que pone el foco en los peligros que pueden acarrear las nuevas tecnologías que pretenden hacernos la vida más fácil. No es el único aspecto al que apunta Vigalondo: en el brillante arranque de la cinta, el también guionista del film reflexiona sobre el ‘marketing’ que rodea el mundo del cine, especialmente cuando se está a punto de estrenar una película.

Pero lo más interesante de ‘Open windows’ es su estructura narrativa. Todas las ventanas que cuentan la historia en diferentes planos confluyen en la pantalla del ordenador portátil del protagonista (a través del que visualizamos la acción), que se convierte en una mezcla de texturas procedentes de los distintos dispositivos de grabación.

El realizador es capaz de manejar estas imágenes de manera natural, pasando con fluidez de una ventana a otra sin perder el ritmo, mostrando varias pantallas a la vez, o superponiendo varios recursos. Su arquitectura formal consigue mantener la atención del espectador.

Este afán por el experimento narrativo deja ver un descuidado final, en el que el guión da demasiadas vueltas. Los giros en la historia en los últimos minutos no hacen más que ‘rizar el rizo’, liando innecesariamente el desenlace.

En ‘Open windows’, la forma prevalece sobre el fondo, pero es muy recomendable desde el punto de vista estético. El tercer largometraje de Vigalondo, tras ‘Los cronocrímenes’ y ‘Extraterrestre’, confirma que, como ya dijimos de Jaime Rosales hace unas semanas, es un director arriesgado y con personalidad al que es interesante seguir la pista, pese a que parece tener más reconocimiento fuera de nuestras fronteras que en España.

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