‘Solo los amantes sobreviven’, una película de Jim Jarmusch

La butaca

‘Solo los amantes sobreviven’, una película de Jim Jarmusch

Solo los amantes sobreviven

Jarmusch se sumerge en el género de las películas de vampiros, aunque sus chupasangres no tienen mucho que ver con los que protagonizan las últimas cintas sobre el tema. El aclamado director de cine independiente Jim Jarmusch vuelve a la gran pantalla con ‘Solo los amantes sobreviven’. Después de su particular visión del western en ‘Dead Man’, del cine de gangsters en ‘Ghost Dog: El camino del samurai’ o de la comedia romántica en ‘Flores rotas’, ahora se sumerge en el género de las películas de vampiros, aunque sus chupasangres no tienen mucho que ver con los que protagonizan las últimas cintas sobre el tema.

En el último trabajo de Jarmusch, los colmillos no están afilados. Adam (Tom Hiddleston) y Eve (Tilda Swinton), Adán y Eva, no se dedican a morder el cuello de los humanos, o ‘zombies’, como ellos les llaman. No se guían por la llamada de la sangre, pues la consiguen en hospitales para asegurarse una ‘droga’ de alta calidad. Son unos vampiros ‘snobs’, sofisticados y, sobre todo, cultos.

Y es que, el ser inmortales les ha permitido codearse con destacadas figuras del arte como Schubert o Lord Byron. También con personajes más actuales como Jack White, el guitarrista y cantante de The White Stripes. Entre todos ellos, el vampiro y amigo de la pareja Christopher Marlowe (John Hurt), a quien algunas teorías y el propio Jarmusch atribuyen la autoría de las obras de Shakespeare. Pero el mundo y la cultura está en decadencia, por culpa de la humanidad que no ha sabido respetar a sus científicos y artistas.

Eso es al menos lo que opina Adam, músico ‘underground’ deprimido afincado en Detroit cuyo desencanto obliga a Eve a viajar desde Tánger para reunirse con él. Llevan juntos varios siglos, pero viven en ciudades distintas. Pronto, su romántico y tranquilo reencuentro se verá interrumpido por la llegada de Ava (Mia Wasikowska), la hermana pequeña de ella, que trastoca su pacífica vida nocturna.

A los dos protagonistas, a los que acompañamos en este viaje introspectivo y nostálgico, los conocemos primero por separado, gracias a la magnífica presentación de Jarmusch. Unos planos cenitales mareantes nos muestran a él con sus antiguos y preciados instrumentos y a ella rodeada de montañas de libros.

La literatura y la música, aquellas alejadas de toda moda comercial, es lo único que les preocupa en su melancólica existencia, es lo que guía sus vidas. La eternidad les ha hecho atemporales, fuera de tiempo y lugar, aunque los vinilos y las guitarras y ropas de siglos pasados convivan con los ‘smartphones’.

El ritmo lento de la película (habitual en el cine de Jarmusch), que se alarga hasta las dos horas, puede que pretenda reflejar en cierta manera esta vida eterna de los vampiros. La cinta se hace pesada y, en ocasiones, demasiado pedante, aunque la pareja desprenda complicidad.

Tom Hiddleston y Tilda Swinton parecen aquí hechos el uno para el otro. Ella destaca, como siempre, en una película con la que suma un reciente triplete: ‘Solo los amantes sobreviven’, ‘Rompenieves’ (en la que también está John Hurt) y ‘El gran hotel Budapest’.

Las localidades en las que está ambientada la historia no están elegidas al azar. Adam prefiere refugiarse en Detroit, lugar azotado por la crisis y la decadencia, donde las grandes fábricas de coches se han convertido en arquitecturas destartaladas. Ciudad declarada recientemente en bancarrota. Tánger, donde Eve ha elegido vivir, supone el contrapunto perfecto, exótica y luminosa.

Como ‘Hermosa juventud’, de Jaime Rosales, de la que hablamos la semana pasada, ‘Solo los amantes sobreviven’ también pasó por Cannes, aunque en la edición del año pasado.

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