Barcelona aspira a ser en 10 años una «supermanzana» de espacio público y verde

Sostenibilidad

Barcelona aspira a ser en 10 años una «supermanzana» de espacio público y verde

En un proyecto que comenzará de inmediato y se extenderá durante una década, hasta 2030.

Barcelona

Barcelona arranca un ambicioso proyecto de transformación urbana que pretende convertir el centro de la ciudad en una enorme «supermanzana«, un conjunto de calles prácticamente libre de coches para la exclusiva convivencia de peatones, bicicletas y parques.

Es el plan recientemente anunciado en rueda de prensa por la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, que busca transformar 21 calles del distrito del Ensanche en un gran bloque blindado a la circulación de vehículos con el fin de «reducir el tráfico y la contaminación a la vez que se gana espacio público.

La previsión del Gobierno municipal es pacificar una de cada tres calles de los ocho kilómetros cuadrados que ocupan la parte central de Barcelona, en un proyecto que comenzará de inmediato y se extenderá durante una década, hasta 2030.

«Es un salto de escala», celebró la alcaldesa de la segunda ciudad española, conjurada a hacer de las calles que gobierna un espacio más «próximo, saludable, sostenible y seguro» para los ciudadanos.

ANTECEDENTES Y CLAVES DEL PROYECTO

Cuatro años pasaron desde la presentación de la primera «supermanzana» de Barcelona, inaugurada en 2016 en el barrio del Poblenou como un proyecto experimental que iba a ser el punto de partida para un nuevo modelo de ciudad.

El concepto fue creado por el arquitecto catalán Salvador Rueda a finales del siglo XX, hace más de 30 años, pero ninguna administración quiso ponerlo en marcha hasta que Colau entró en el consistorio y lo desempolvó.

No faltaron las críticas al proyecto, que toca uno de los temas más espinosos en cualquier ciudad del mundo actual: la libertad de los ciudadanos de circular en su propio coche.

La zona elegida para la primera «supermanzana» ganó poco con los cambios, ya que era una área con un número muy reducido de residentes y un tráfico residual.

Pese al debate generado en torno a su despliegue, desde entonces hubo nuevas «supermanzanas» en paralelo a otros cambios como la zona de bajas emisiones, la masiva ampliación de los carriles bici o la reestructuración del plan de autobuses urbanos.

Cada uno de estos grandes bloques está pensado para agrupar nueve manzanas de edificios, en un conjunto de calles donde se limita al máximo el paso de vehículos gracias a la instalación de asientos, zonas de paseo y juego infantil, jardines y carriles de bici.

Las «supermanzanas» buscan, en definitiva, solucionar la falta de espacio público en la concurrida capital de Cataluña, así como el grave problema de contaminación que provoca unas 350 muertes prematuras al año, según la Agencia de Salud Pública de Barcelona.

Con el nuevo proyecto, el Gobierno barcelonés abandona la idea inicial de ejecutarlo a pequeña escala y apunta a objetivos mayores: 21 ejes verdes de 33 kilómetros a los que se sumarán 21 plazas, para formar un total de 33,4 hectáreas de «nuevo espacio ciudadano» y 6,6 hectáreas de jardines y parques.

La primera fase, que comenzará en 2022, prevé obras por valor de 38 millones de euros en cuatro de los principales ejes urbanos: las calles Consell de Cent, Rocafort, Borrell y Girona.

UNA TRANSFORMACIÓN NECESARIA PERO SIN CONSENSO

Para ilustrar estos cambios en el entramado urbano, el Ayuntamiento explica que cada uno de los vecinos y vecinas del Ensanche tendrá una zona verde o plaza a un máximo de 200 metros de su casa, en vías donde ahora circulan principalmente vehículos.

Las autoridades lo llaman «un plan Cerdà del siglo XXI», en referencia al proyecto de reforma ideado por el arquitecto Ildefons Cerdà que dio origen al distrito centro de Barcelona en 1860, caracterizado por su estructura en forma de una cuadrícula continua de manzanas.

Sin embargo, el anuncio del Gobierno de Colau no llegó exento de críticas de los representantes políticos de la ciudad, como el grupo municipal del conservador Partido Popular, que pidió que este tipo de actuación se someta a consulta entre los ciudadanos.

También se pronunció al respecto el Gremio del Motor de la ciudad, que en un comunicado tachó de «fracaso» el proyecto y advirtió de sus «consecuencias perjudiciales» al limitar el paso de vehículos en arterias de la ciudad.

Mayor congestión de coches y motos, derivación del grueso del tráfico a las calles no pacificadas y molestias a los vecinos de estas son algunos de los inconvenientes citados por las empresas de automoción, a las que se suman asociaciones de comerciantes y vecinos de la ciudad.

TAMBIÉN HAY DUDAS ENTRE LOS EXPERTOS

«Esta proyección de futuro está a la par con lo que necesita Barcelona, pero la actual administración lo ha hecho fatal a la hora de aunar sus planes con empresarios y comerciantes», explica el experto en urbanismo e innovación urbana y profesor de la universidad Esade de Barcelona, Esteve Almirall.

El plan de transformación de Barcelona lleva años forjándose, y ahora ya cuenta con calendario y presupuesto, pero no es el primer proyecto de este tipo que queda a medias en la ciudad.

El mismo creador de las «supermanzanas», Salvador Rueda, puso en duda el proyecto de Colau en una entrevista televisiva, donde criticó las principales líneas y pidió a las autoridades de la ciudad más «ambición» en sus actuaciones.

Por su parte, Almirall considera que el anuncio de Colau se limita a justificar las acciones de urbanismo táctico -pintura de colores y elementos provisionales para crear espacio público- que se pusieron en marcha durante la pandemia y que llevan años siendo tanteadas.

«Todos queremos el salto de Barcelona a una ciudad más verde y limpia, pero más que una cuestión de cómo se implementan estas medidas, de sí se hacen ejes verdes, o «supermanzanas», o se pintan las calles de colores, es que finalmente estas se pongan en marcha», opina Almirall.

«Es un modelo que no tiene marcha atrás, lo haremos seguro, aunque trabajaremos para contar con la inversión del Estado y los fondos europeos», aseguró Colau en la rueda de prensa de presentación.

El Ayuntamiento ya convocó dos concursos públicos en el Diario Oficial de la Unión Europea, uno destinado a la estructuración de las zonas verdes y el segundo para seleccionar a los redactores del nuevo patrón de calles.

El calendario prevé que las ofertas se adjudiquen en marzo de 2021, que los proyectos se redacten en los siguientes meses y que las obras comiencen a principios de 2022.

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