El ex ministro de Economía español, Carlos Solchaga, ha criticado hoy en Madrid la decisión del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de no entrar a debatir una reforma laboral, sin la que la tasa de desempleo podría dispararse al 22% hasta el próximo año 2010.
El ex funcionario ha puntualizado durante su intervención en un encuentro organizado por la Secretaría General de Iberoamérica que “en el período de 2008 a 2010 la tasa de paro en España se disparará del 8% al 22%”, una afirmación que ha causado cierto estupor entre los asistentes al acto.
Solchaga se une así a la llamada del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que en varias ocasiones ha insistido en la necesidad de llevar a cabo una reforma de este tipo para paliar la pérdida de empleo en el país. La CEOE y el comisario de Economía europeo, Joaquín Almunia, también manifestaron su apoyo a una modificación en la regulación del mercado de trabajo.
El economista ha recordado durante su intervención la crisis que España sufrió a principios de la década de los 90 y en la que él ejercía como ministro de Economía.
Solchaga ha indicado que “aún quedan siete trimestres consecutivos de subida de las cifras de desempleo”, es decir, que hasta la segunda mitad de 2011 no se verá una clara señal de recuperación en el mercado laboral español.
“La capacidad del Gobierno para continuar con las cifras de déficit actuales va a ser menor de lo que esperan”, aseguró Solchaga, que indicó además que el cambio de ministro de Economía en el Gobierno español “hace pensar que pondrán sobre la mesa los planes que con Pedro Solbes estaban paralizados”.
Para Carlos Solchaga la solución a la crisis económica en España pasa por la recuperación de la confianza para conseguir la normalización del mercado crediticio.
“Aunque las cosas no están tan adelantadas como deberían el sistema financiero español está mejor que otros mercados internacionales”.
Para finalizar su intervención, Solchaga ha querido reincidir en que la superación de la crisis en España “no dependerá de ser más competitivos como ocurrió a principios de los años 90, sino de ser capaces de llevar a cabo una política macroeconómica que garantice la estabilidad financiera”.
El pasado junio, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, salía al paso de las peticiones realizadas desde diferentes sectores para que su Ejecutivo lleve a cabo una reforma laboral al señalar que “no está en el programa del Gobierno abaratar el despido ni hacer reformas que restrinjan los derechos laborales”.
Zapatero, recordaba que una cosa es “opinar como experto y otra gobernar”. Con estas declaraciones respondía especialmente a Fernández Ordóñez., que unos días antes pedía cambios en el sistema de contratación e intermediación para garantizar la formación y la pronta recolocación de los desempleados.
