La propuesta que no me aceptó Julio Anguita

Desde el malecón

La propuesta que no me aceptó Julio Anguita

¿Usted en verdad se cree eso de “proletarios de todos los países, uníos”?

El que fuera dirigente de Izquierda Unida, Julio Anguita, durante el XII congreso del PCE donde fue elegido secretrio general en el año 1999

Fue durante una de esas hermosas tardes cinematográficas de esta ciudad en julio de 1996. Ocurrió desde la terraza norte de la embajada española en Cuba Luego de casi diez años como corresponsal de El Boletín era la primera vez que un embajador permitía el acceso de los medios españoles acreditados en esta capital a ese privilegiado sitio donde el valor paisajístico alcanza casi la excelencia con el castillo de los Tres Reyes Magos de El Morro como fondo coreográfico.

En realidad, no pasábamos de diez personas para saludar y conversar con Julio Anguita, de visita en esos días por estas tierras en la que sugeriría a Fidel Castro no bajar la guardia ante el imperio.

Transcurrido un rato, Anguita contemplaba, digamos algo extasiado, el panorama visual que tenía por delante. Fue entonces cuando le abordé con una pregunta por seguro completamente inesperada:

-¿Usted en verdad se cree eso de “proletarios de todos los países, uníos”?

Fui mirado de arriba abajo como en inspección cuartelaria. Balbuceó unas palabras que no logré entender del todo. Volví a la carga.

-¿Usted es partidario del internacionalismo proletario?

Me miró extrañado y opté, copa en mano que todos teníamos, por aclarar las cosas.

-Le pregunto porque milito en el partido comunista cubano y muy seriamente estoy pensando en mi solicitud de ingreso a Izquierda Unida, pero solo pongo una condición.

-¿Cuál?

-Que Izquierda Unida me pague todas las semanas boleto de ida y vuelta a Madrid en primera clase, con alojamiento y pensión alimenticia para participar en sus reuniones y actividades callejeras.

El Califa no pudo soportar la risa. Comenzamos entonces a tratar de manera rápida otros temas un poco más serios como, por ejemplo, el hermoso atardecer que se dibujaba en lontananza y por dónde entraron los ingleses cuando tomaron la villa.

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