Las tarjetas de crédito ‘subprime’ crean el caldo de cultivo para una nueva crisis

Crisis subprime

Las tarjetas de crédito ‘subprime’ crean el caldo de cultivo para una nueva crisis

DWS alerta de un aumento de la morosidad en las tarjetas de crédito entre los prestatarios más jóvenes a pesar de la baja tasa de paro en EEUU.

Tarjetas de crédito

En 2020 se cumplen apenas 13 años del estallido de la crisis subprime, que hizo descarrilar a la economía mundial como no se había visto desde la Gran Recesión, pero la banca estadounidense no parece haber aprendido de sus errores del pasado. Esta vez el foco del problema es el segmento de las tarjetas de crédito: a pesar de la baja tasa de paro de EEUU, la morosidad está al alza y los expertos temen que se esté dando el caldo de cultivo para otra crisis.

“Empiezan a suceder cosas extrañas en el segmento subprime (es decir, de mayor riesgo) del mercado estadounidense de los préstamos al consumo”, señalan los expertos de DWS, división de gestión de activos del grupo Deutsche Bank. “Lo podemos ver, sin ir más lejos, en las tasas de morosidad de los balances de las tarjetas de crédito que mantienen miles de pequeños bancos comerciales de EEUU”.

Desde otoño de 2016, el porcentaje de préstamos morosos -aquellos con saldos vencidos durante treinta días o más que siguen acumulando intereses- entre estos bancos se ha duplicado hasta aproximadamente el 6%, “una cifra superior a los niveles alcanzados durante la crisis financiera de 2008”. Por el contrario, los libros de préstamos vinculados a tarjetas de crédito de los cien bancos más grandes están mucho más saneados.

“Parece que esta divergencia se explica principalmente por la creciente segmentación de clientes que presenta el mercado de las tarjetas de crédito”, explica Christian Scherrmann, economista para EEUU de DWS. Los bancos estadounidenses más grandes cuentan con los incentivos y el marketing más sofisticados. Por eso, suelen atraer a los clientes con mejores calificaciones de crédito, lo que les permite ser “muy selectivos” con los clientes subprime que aceptan.

Cuando las cosas van bien, los préstamos subprime pueden resultar tremendamente rentables, precisamente porque el historial de crédito de los prestatarios es más inestable, lo que a menudo los obliga a aceptar las condiciones que les ofrezcan. Consecuentemente, las comisiones y los tipos de interés para este segmento suelen ser más altos, recuerda DWS. Sin embargo, también presentan más riesgo, sobre todo en el caso de los préstamos ligados a tarjetas de crédito, que no están garantizados, señalan los expertos del banco alemán. Por eso, cuando se produce un impago, normalmente solo se recupera un pequeño porcentaje de la deuda. Además, el problema no se limita a las tarjetas de crédito: las tasas de morosidad también están aumentado en otro tipo de préstamos subprime, como los préstamos de coches.

En el ciclo actual, el aumento de la morosidad ha sido particularmente acusado entre los prestatarios más jóvenes, de entre 20 y 30 años, señala DWS. “Aunque suelen tener empleo, tienen problemas para repagar sus préstamos”. Teniendo en cuenta el papel que desempeñaron los préstamos subprime en la última crisis, estas tendencias no resultan precisamente tranquilizadoras. “El mercado laboral no siempre será tan favorable como hasta ahora”, advierte Scherrmann.

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