¿Puede ser el dinero en efectivo la víctima de la próxima crisis?

Tipos de interés

¿Puede ser el dinero en efectivo la víctima de la próxima crisis?

Los economistas estudian fórmulas para que los tipos de interés negativos tengan una mayor influencia en la reactivación de la economía.

Monedas y billetes

Los tipos de interés ultrabajos e incluso negativos han sido la receta con la que los bancos centrales de todo el mundo, incluido el Banco Central Europeo (BCE), han tratado de estimular la economía desde el estallido de la crisis. Por eso, ahora que vuelven a verse síntomas de desaceleración, los economistas empiezan a alertar de que, dados los tipos actuales, apenas habrá margen de maniobra si viene otra crisis.

Históricamente, las recesiones graves han hecho necesarios recortes de tipos de entre 3 y 6 puntos porcentuales. Sin embargo, tal y como destacan las economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) Katrin Assenmacher y Signe Krogstrup en un ‘working paper’ publicado por la institución, el dinero en efectivo supone un freno para los tipos de interés negativo. El efectivo tiene el mismo poder adquisitivo que los depósitos bancarios, pero a un interés nominal de cero, y puede obtenerse en cantidades ilimitadas a cambio de dinero bancario. En palabras más sencillas: el BCE puede rebajar aún más el tipo de depósito –ahora en el -0,40%-, pero para no verse penalizado un particular puede simplemente guardar sus ahorros debajo del colchón en vez de en el banco.

En un mundo sin dinero en efectivo, las tasas de interés no tendrían un límite inferior. Para contrarrestar una recesión severa, un banco central podría situar los tipos en terreno negativo todo lo que hiciera falta. El recorte se transmitiría a los depósitos bancarios, los préstamos y los bonos. Sin efectivo, los depositantes tendrían que pagar este tipo negativo para mantener su dinero en el banco, con lo cual el consumo y la inversión se tornarían más atractivos (porque sus ahorros cada vez valdrían menos). Esto promovería el crédito, impulsaría la demanda y estimularía la economía.

Pero, ¿cómo llegar a ese punto? Las economistas del FMI apuntan a un sistema que no requeriría unos cambios “drásticos” en los mandatos y los marcos operacionales actuales de los bancos centrales: dividir la base monetaria en dos monedas locales separadas. De este modo existiría el efectivo y el dinero electrónico. Este último se emitiría solo en forma electrónica y se remuneraría al tipo oficial del banco central, mientras que el efectivo tendría un tipo de cambio con respecto al dinero electrónico. Así, el valor del efectivo se reduciría en términos de dinero electrónico.

“Con un sistema de este tipo, un banco central podría utilizar las herramientas convencionales de política monetaria sin las limitaciones de la política monetaria para estabilizar la economía”, señalan las economistas del FMI. “En un mundo en el que los tipos de interés reales son bajos y neutrales, contribuiría a reducir la duración de las contracciones del ciclo económico y, por tanto, la duración de los episodios de tipos de interés bajos”. Además, “sería totalmente reversible”.

En comparación con otras alternativas, “el sistema de doble moneda tiene la ventaja de liberar completamente a la política monetaria de un límite inferior, lo que permite […] acortar la duración de las recesiones”. En cambio, “lo ideal sería que se elevara en épocas de bonanza, dejando tiempo para que las expectativas se ajusten y se construya credibilidad en torno a un nivel de inflación más elevado”.

“Las ventajas y desventajas de un sistema de doble moneda local, así como las soluciones alternativas, deben compararse cuidadosamente en el contexto de la situación institucional, jurídica, cultural y económica de cada país al considerar el futuro de los marcos de política monetaria”, concluyen las autoras.

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