La herida abierta entre la sanidad española y la europea

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La herida abierta entre la sanidad española y la europea

Los informes de la OCDE sobre el "Estado de la Salud" en la UE señalan grandes brechas entre la inversión sanitaria de España y la de los países más avanzandos de su entorno.

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    La esperanza de vida en España ha aumentado casi cuatro años desde el 2000 y es la mayor de toda Europa. Pero hay grandes indicadores que sitúan a nuestro sistema público de salud por detrás de la media europea y a mucha distancia de los países con mejor nota. Entre ellos, el presupuesto global, la ratio de personal sanitario o el nivel de copago.

    En 2015, el gasto en sanidad per cápita en España fue de 2.374 euros. La media europea se sitúa en los 2.797, pero estados como Alemania, Irlanda, Suecia, Austria o Países Bajos casi alcanzan los 4.000 euros por habitante. Nuestro gasto total en sanidad representa el 9,2% del PIB español según la medición de la OCDE (distinta a la del Ministerio de Sanidad, según la cual nos quedamos en el 6,1% del PIB), pero la media europea está en el 9,9% y los países ‘locomotora’ del viejo continente invierten alrededor del 11% de su riqueza en salud.

    Sobre el equilibrio entre sanidad pública y privada, España también se aleja de los estándares europeos: el 79% del gasto sanitario acaba en el sistema público en la UE, pero en España el porcentaje baja hasta el 71%.

    Son los datos que arrojan los informes sobre el “Estado de la Salud en la UE” que acaba de recopilar la OCDE. España también destaca por las grandes diferencias territoriales según los recursos sanitarios disponibles: País Vasco llega a gastar hasta un 30% más por habitante en su sistema de salud que Andalucía.

    El presupuesto incide directamente en el tamaño de la plantilla. Superamos por poco el número de médicos por cada 1.000 habitantes respecto a la media europea (3,8 frente a 3,6), pero el número de enfermeros es preocupantemente menor: 5,3 por cada 1.000 ciudadanos, frente a los 8,4 de la media europea, que, sin embargo, no incluye al personal auxiliar en el recuento. En general, la OCDE destaca que la ratio enfermeros-médicos en España es la más baja de toda la UE.

    “Tras la crisis económica, el gasto per cápita en salud en España cayó, en términos reales y relativos respecto a la media de la UE”, resume la OCDE, que evalúa datos propios, procedentes de estadísticas de Eurostat y recopilados también desde el Instituto para medición y evaluación de la Salud (IHME, por sus siglas en inglés), el Centro europeo para la prevención y control de enfermedades (ECDC) y encuestas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

    La OCDE observa que al final del periodo la inversión española en sanidad ha comenzado a repuntar, pero los informes globales sólo usan datos hasta 2015. Y las últimas previsiones de Hacienda contradicen sus expectativas: según el plan de estabilidad que Cristóbal Montoro envió a Bruselas en mayo, la inversión española en sanidad caerá por primera vez del 6% del PIB en 2018 (según la medición nacional, que incluye sólo la inversión pública en salud).

    La desigualdad sanitaria según renta es de las más bajas en España: por debajo de la media europea y al nivel de Grecia y Dinamarca, dos de los países más equitativos y con el porcentaje de habitantes con buena salud más alto de la UE. Pero estamos rezagados en prevención: los índices de tabaquismo, obesidad e inactividad física son relativamente altos en España.

    Por otro lado, aunque la proporción de personas que manifiestan tener una necesidad médica básica no cubierta es baja en España para todos los niveles de renta, el porcentaje aumenta en el caso de servicios no incluidos en la cartera sanitaria pública, como la salud dental. Además, hasta un 4,4% de la población española manifestó no tomar los medicamentos prescritos por sus médicos por ser demasiado caros.

    Del mismo barómetro se extrae que la percepción sobre las listas de espera se ha desplomado tras la crisis: hasta el 28% de la población cree que la espera para ser atendido es mayor que en años previos, frente al 12% que opinaba lo mismo en 2010. “Además, la percepción de desigualdades en el tiempo de espera entre regiones también está creciendo: el porcentaje de personas que cree que la salud se presta con equidad entre unas y otras comunidades ha caído desde el 44% de 2010 hasta el 38% de 2016”, explica el informe.

    No en vano la OCDE considera que las listas de espera son uno de los grandes retos del SNS ante el aumento de la demanda asistencial: “Tras la crisis, la media de espera para cirugías no urgentes ha aumentado desde 2010 a 2016, y es mucho mayor que en países como Italia o Portugal”, se lee en el análisis, que subraya de nuevo las diferencias territoriales. Por ejemplo, los pacientes de Canarias, Cataluña o Castilla- La Mancha aguardan hasta tres veces más para entrar en quirófano que los habitantes de las regiones con menores lista de espera.

    Copago

    Otra herida que nos separa de la vanguardia comunitaria es el nivel de copago. El gasto de bolsillo en España cayó desde el 25% de 2001 hasta el 20% de 2009. Pero en 2016 los hogares abonan hasta el 24% en bienes y servicios de salud, fuera de la cobertura pública. La media europea está en el 15%. De ese 24% de los productos y servicios sanitarios recibidos que los españoles pagan de su bolsillo la mayor parte se va en copago farmacéutico, salud dental y ocular.

    La OCDE recuerda que buena parte del aumento proviene del Real Decreto que en 2012 instauró el copago farmacéutico para trabajadores y pensionistas con rentas superiores a 18.000 euros. Esos pagos, sumados a la mayor inversión en seguros privados por el empeoramiento de las listas de espera, ha elevado el gasto de bolsillo de los hogares españoles casi hasta 10 puntos sobre la media europea, según la OCDE.

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