Costo/Beneficio de los sistemas políticos

Transiciones

Costo/Beneficio de los sistemas políticos

Política transicional

Incluso en realidades avanzadas de la era actual, ciertos atributos políticos benefician a unos en detrimento del todo. El sistema político genera costos o beneficios que influyen la posibilidad de un óptimo económico de la sociedad. En la procura del mayor bienestar, lo que es bueno a ciertos individuos –por ejemplo, beneficiados en el reparto del poder- no es lo mejor para la sociedad en su conjunto. Para este último logro, el campo de la política –es solo una de las condiciones- debe ser influido por intermedio de las instituciones.
 
Incluso en realidades avanzadas de la era actual, ciertos atributos políticos benefician a unos en detrimento del todo. Las instituciones deben mejorarlos o sustituirlos. La igualación de las oportunidades políticas ante la ley es parte de la solución. Las contrataciones plenamente competitivas, otra. La transparencia en la información las de oportunidades de acción económica, una tercera. Son retos institucionales. Con esas acciones, se cumple con el principio de igualdad de condiciones y se abre el potencial a todas las fuerzas creativas de valor.
 
Cuando en Venezuela el acceso a los recursos del presupuesto se decide en la Comisión de Finanzas del Congreso o Asamblea, de modo discrecional –y así ha sido-, opera lo que con base en Ricardo-Von Thünen, podríamos llamar “rentas de situación”. Ganan quienes están cerca o antes: Los amigotes o los recomendados.  No quienes aporten más al bienestar. Es una práctica que se estableció en la democracia del país desde finales de los ’60. Pues, tan simple como que es una práctica que debe ser superada. Y la solución es rigurosamente institucional: reglas que limiten los privilegios de políticos y élites y posibiliten la maximización del bienestar.
 
Implica superar la las cúpulas políticas o plutocráticas y conquistar la plena democracia republicana; o sea, el “modo con base institucional”. Y se logra de una única manera: con la convicción y compromiso del liderazgo transicional. Las externalidades negativas solo se superan con competencia o instituciones. Para asuntos transicionales, con base en  Hoff y Stiglitz, para el ejemplo de las privatizaciones, señalamos que lo mejor para la sociedad no tiene por qué ser lo que decidan la cúpula gobernante y su entorno. Tendrían que estar imbuidos de espíritu transicional y dominar la estrategia. Y si quieren brinquen; pero, me apoyo en Gramsci. Al bloque histórico transicional toca marcar los modos y medios de la hegemonía.
 
Aterrizamos en un asunto de capital importancia para Venezuela: el modelo de sistema político necesario para la maximización del bienestar general. ¡Epa!, y no definido con simplismos: estatismo, populismo, capitalismo, liberalismo, etc. ¡No!, el asunto es más exigente en concreción.
 
El actual sistema –el imperante desde finales de los ’60 del siglo pasado- lo hemos llamado corporativismo rentista prebendario. Ni es democrático republicano, ni es promercado. Es caudillista y cupular, no valora el logro de una sociedad productiva y privilegia las prebendas propias antes que el bienestar general. Agréguesele la actual condición totalitaria y tendremos al chavismo. Debemos estar claros es que no es el sistema político que conviene. Nos toca contrastarlo contra una democracia republicana productiva y probienestar. Por ahí van los tiros. Es el reto político transicional.
 
* Santiago José Guevara García
[email protected] / @SJGuevaraG1

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