Mickey Edwards: “Rechazar previamente a cualquiera que Clinton nomine al Supremo es ridículo”

Elecciones en EEUU

Mickey Edwards: “Rechazar previamente a cualquiera que Clinton nomine al Supremo es ridículo”

Mickey Edwards, excongresista republicano y fundador del Heritage Institute

El excongresista republicano y fundador del Heritage Institue analiza en una conferencia y para El Boletin las elecciones estadounidenses Mickey Edwards, quien fue miembro del Congreso estadounidense entre 1977 y 1993, y presidente del Comité de Política Republicana de la Cámara, ha estado estos días en España donde participó en  la mesa redonda «Elecciones en EE.UU» organizada por el Instituto Aspen, la Fundación Consejo España – Estados Unidos y la Casa de América. Allí, junto a su pareja, la académica y simpatizante demócrata, Elizabeth Sherman, analizó las elecciones estadounidenses y puso de manifiesto que, pese a los diferentes vínculos partidistas, ambos comparten su escasa simpatía por la figura de Donald Trump

No en vano, el actual vicepresidente del Instituto Aspen-Rodel se ha distanciado en los últimos años de la deriva del partido conservador e incluso, pese a haber sido uno de sus tres fundadores, de uno de sus principales ‘think tanks’: el Heritage Institute. De esta forma, durante la citada conferencia, Edwards llegó a mencionar que podría ser necesaria la formación de un nuevo partido que retome el proyecto y las ideas que tradicionalmente habían estado representadas a través del ‘Viejo Gran Partido’.

Un movimiento del que puso como referente la propia fundación del Partido Republicano en 1934, tras la desintegración del Partido Whig, y a la figura de Abraham Lincoln. Sin embargo, Edwards apuntó también que, en esta ocasión, sería mucho más difícil una operación como aquella debido al poder acumulado por el partido del elefante en las Cámaras estadounidenses y en muchos Estados del país en los que mantiene la hegemonía, lo que, a su vez, imposibilitaría el proceso de reemplazo de un partido por otro.

Por ello, señaló que sería una opción preferible que, ante una eventual derrota de Trump la próxima semana, el partido republicano abriese un proceso de reflexión que le llevase a volver a ser el que fue. Como parte de ese proceso que desea, Edwards retomó algunas ideas que ya ha defendido anteriormente como la necesidad de cambiar un sistema de primarias que hace que porciones relativamente pequeñas del electorado acaben determinando las características de unos candidatos que no resultan representativos de las mayorías, sino que responden a la mayor radicalización de las bases más militantes.

No obstante, como también subrayó este histórico miembro de los republicanos, esta opción tampoco estaría exenta de dificultades ya que habría de ser el propio partido conservador quien se abriese a impulsar ese cambio y el Comité Nacional Republicano, que es el que hace las reglas, también tiene a numerosos partidarios de Trump. Además, según su criterio, sería igualmente necesaria contrarrestar la cada vez mayor influencia que ejercen los poderes económicos en el proceso político estadounidense.

Con todo, Edwards señaló que existe un espacio para la esperanza porque le consta que líderes republicanos con los que ha hablado personalmente, desprecian todo lo que implica Trump.  Así, aunque a éstos les habría faltado valentía para manifestar en público su oposición al neoyorquino; el ahora académico se manifestó convencido de que Trump no se hará con la victoria electoral, pese a que existe un voto oculto a Trump y a que, en cualquier caso, consideró muy preocupante que un 40% de los estadounidenses estén dispuesto a votar a un candidato de esas características.

Un voto oculto y un apoyo total que, en parte, se explicaría, según su análisis, por la posibilidad de que sea en esta legislatura cuando corresponda relevar a varios jueces del Tribunal Supremo. De esta forma, en estas elecciones, no sólo estaría en juego la próxima presidencia; sino el cariz ideológico que tendrá el órgano que en última instancia determinará la constitucionalidad de las leyes durante toda una generación.

En este sentido, Edwards valoró para El Boletín las declaraciones del senador por Texas, Ted Cruz, quien aseguró hace unos días que los republicanos podrían intentar bloquear «indefinidamente» las nominaciones para las vacantes del Supremo ante una eventual nueva presidencia demócrata. A juicio del actual vicepresidente del Instituto Aspen, «decir que vas a rechazar previamente a cualquiera que Clinton nomine es ridículo».

Así, Edwards consideró «apropiado que los republicanos bloqueen la nominación de cualquier juez que no quieran, ya que hemos tenido dos docenas de nominaciones de presidentes que han sido rechazadas a lo largo de los años. Pero cada nominado tiene que ser examinado en base a sus propios méritos. Todos deben ser escuchados y evaluados por sus cualificaciones».

Es más, señaló que el Senado tendría «la obligación de confirmar a quien lo esté (cualificado) porque de lo contrario podríamos acabar con un Tribunal Supremo con tres personas». Sin embargo, manifestó más dudas respecto a la posibilidad apuntada por el propio líder demócrata en el Senador, Harry Reid, en el sentido de que de mantenerse esa actitud de bloqueo de los republicanos, los demócratas optasen por acabar con el requerimiento de una ‘súper mayoría’, que actualmente exige la aprobación de 60 senadores de un total de 100 para confirmar la nominación de los jueces.

En este sentido, Edwards afirmó: «Asumamos que los demócratas ganan el control sobre el Senado y que quieren librarse de la regla del ‘filibusterismo’ para ser capaces de nominar tan solo con la mayoría. En ese caso hay que recordar que probablemente en dos años, los republicanos van a recuperar el control de esta Cámara y les harían lo mismo. Así que si los demócratas tienen que pensar que, si bien eso les puede ayudar ahora, les podría perjudicar en un futuro. Creo que tienen que tener mucho cuidado con eso».

Es decir, pese a su relativo optimismo, Edwards es consciente del difícil panorama que se presente para su país tras las elecciones de la próxima semana en las que señaló como el mayor riesgo que una parte significativa del electorado no acepte el resultado, alentada por la actitud y declaraciones de Trump. Quizá, por ello, también bromeó con que no descartaba venirse a vivir a Madrid.

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