Carlos Humanes

Opinión

Carlos Humanes

Carlos Humanes

Los dedos se enredan en el teclado del ordenador al intentar escribir que Carlos Humanes, ya no está con nosotros. Este fin de semana ninguna persona que haya trabajado o simplemente tratado a Carlos Humanes podrá disfrutar del ambiente soleado y para muchos relajante que nos está brindando la meteorología en las vísperas del invierno. Hay algo a la hora de escribir la columna que se resiste a saltar a la pantalla. Los dedos se enredan en el teclado del ordenador al intentar escribir que Carlos Humanes, ya no está con nosotros, alentándonos con su sonrisa habitual y poniéndonos al alcance de su cordialidad la respuesta a la duda más variada, la sugerencia más acertada y la opinión documentada que tan difícil resultaba no compartir.

Carlos Humanes ha muerto. Confieso que los rodeos para escribir la noticia, así, para mitigar el impacto entre sus amigos, que éramos muchos, y muy incondicionales, no por rebuscados me salen con el aturdimiento que me ofusca; un aturdimiento que nos deja en silencio minutos y minutos, evocando tanto como el recuerdo de Carlos Humanes se agolpa en nuestras mentes. Y no, hay que reconocerlo, porque tan triste noticia no fuese esperada como irremediable desde hace algún tiempo. Carlos Humanes sufría una cruel dolencia que le mantuvo ausente varios meses y ya sufríamos su dolor y su ausencia cotidiana.

Pero ausente estaba sólo físicamente. Desde la reducida movilidad a la que le había condenado la enfermedad, seguía al tanto de cuanto ocurría en el mundo y en España, en la política y particularmente en la economía. Sabía la gravedad del mal que le aquejaba, pero eso no le frenaba a seguir trabajando con la inteligencia, la sensibilidad periodística y el rigor profesional que tanto prestigio le habían proporcionado lo mismo entre los compañeros de profesión que entre los protagonistas de los hechos y análisis que brindaba a sus lectores o espectadores.

La economía era su especialidad y su pasión; dominaba sus fundamentos, sus evoluciones, sus avatares – desde el marcado de valores hasta los movimientos empresariales –, y lo reflejaba con el máximo rigor, independencia y claridad diáfana; una claridad que nos permitía a todos conocer y comprender cuestiones del siempre intrincado mundo de la economía y las finanzas que con frecuencia nos superaban. Dirigió periódicos y, respondiendo a su interés por el emprendimiento, en varias ocasiones puso en marcha iniciativas empresariales que crearon puestos de trabajo y medios de información como EL BOLETIN que nos deja huérfanos pero como herencia a sus lectores.

Carlos Humanes era un gran compañero, un excelente jefe, un profesional admirable, pero sobre todo, en estos momentos de dolor por su pérdida, lo primero que sus amigos recordamos es que era una buena persona; una excelente persona, generosa, comprensiva y leal a la amistad, un valor que para él que siempre se imponía a las estadísticas, las cifras y los porcentajes que con tanta precisión manejaba. Ahora que no está para llamarle por teléfono, consultarle un titular y comentar la actualidad, una manera egoísta de evadirnos de los problemas propios gracias a su buen humor y a su proverbial optimismo, quizás mejor que darles rienda a las lágrimas sea rendirle homenaje a su memoria.

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