Las redes sociales reavivan los temores de una burbuja 2.0

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Las redes sociales reavivan los temores de una burbuja 2.0

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¿Estamos otra vez ante una burbuja tecnológica como la que se gestó en los últimos años de la década de 1990 y de la que aún no se han recuperado los mercados? O por el contrario, ¿asistimos a los prolegómenos de una nueva revolución económica? Aunque los detractores del debate recuerdan que el mundo ha cambiado mucho en una década y que, a diferencia de entonces, muchas de las nuevas estrellas de Internet cuentan con un modelo de negocio y son rentables, hay muchos síntomas que recuerdan a aquella epidemia de riesgo incontrolado.

Una de las muestras más evidentes es la falta de coherencia entre la valoración de las startups (como se conoce a los proyectos de empresas innovadoras con grandes posibilidades de crecimiento) y su capacidad de generar ingresos, que nada tienen que ver con los ratios que se aplican a las empresas de la economía real. Un ejemplo: Twitter está tasada en 4.500 millones de dólares, 100 veces más de lo que facturó el año pasado y 45 veces más de lo que espera ingresar en 2011. La valoración de esta compañía, como sucede con el resto de las tecnológicas del nuevo orden se basa en el interés que muestran los acaudalados inversores en los mercados privados de Internet, tales como SecondMarket o SharesPost.

Estas plataformas (que se asemejan a un eBay financiero en palabras de sus propios directivos) alojan acciones de estas compañías desde que varios empleados de las mismas acudieron a ellas para ver si podían negociar con los papeles que les entregan a finales de año a modo de bonus. Desde entonces no han parado de crecer y albergan actualmente a cerca de 50.000 operadores, entre los que se incluyen diversos fondos institucionales asiáticos y multimillonarios de renombre como Li Ka-Shing.

El problema de estos mercados de Internet reside en la regulación. Aishbarya Iyer, portavoz de SecondMarket, ha asegurado a EL BOLETÍN que la plataforma que representa está perfectamente controlada «tanto por la SEC como por Finra [el mayor supervisor independiente de EEUU], porque para nosotros es extremadamente importante estar regulados y, además, también trabajamos mano a mano con las compañías implicadas en nuestras operaciones».

Sin embargo, esta es la excepción. Otros como SharesPost no lo están. De ahí que estas apuestas sean arriesgadas. Varios hedge funds consultados por este medio admiten que las revalorizaciones de estas compañías, que crecen exponencialmente mes a mes mientras se calienta su salida a Bolsa, son «peligrosas» y advierten sobre la posibilidad de una posible replica de las ‘puntocom’. «Apuestas, apuestas y apuestas… hasta que un día todo se acabe y ya está», asegura un inversor que no ha querido revelar su identidad.

Hay más ejemplos. Las últimas tasaciones de Facebook (que se encuentra en el centro de la actual galaxia virtual) ascienden a 65.000 millones de dólares, una cifra que es 30 veces superior a sus ingresos anuales. Además, la archiconocida red social vive de la publicidad (como muchas de las nuevas estrellas de Internet) y no factura directamente ni planea hacerlo a los más de 600 millones de usuarios que tiene en todo el mundo.

Facebook, que no vende nada más que publicidad, duplica el valor de una compañía como Inditex, un gigante textil que cuenta con más de 5.000 tiendas de Zara y que gana 1.700 millones de euros, más de lo que ingresa la red social.

La publicidad online crece año tras año robando un trozo del pastel a los medios tradicionales. Según los cálculos de JP Morgan, el año pasado movió 60.279 millones de dólares y aumentará a un ritmo del 17% hasta alcanzar los 100.000 millones en 2014. Pero esta cifra no es suficiente para multiplicar por diez los ingresos de Facebook o Twitter y justificar un valor bursátil de miles de millones de dólares. Con esto sobre el tapete, ¿cómo no hablar de burbuja?, se preguntan muchos inversores y analistas.

Pero dar por hecho que la historia está a punto de repetirse no es fácil, sobre todo, porque Internet tiene poco que ver con lo que era en el año 2000. En aquel entonces, cuando estalló la burbuja, apenas el 5% de la población mundial disponía de conexión a la Red y muchos de estos contaban con la llamada «banda estrecha» (velocidad de línea telefónica de 56 kbps). Además, sólo el 12% de los habitantes del planeta disponía de un teléfono móvil. Ahora, 2.000 millones de personas (un tercio de la población) disponen de banda ancha y, lo más importante, el número de smartphones (teléfonos inteligentes) y tabletas crece vertiginósamente, lo que incrementará el uso de Internet móvil y el desarrollo de aplicaciones. Según los expertos, este hecho marcará (ya ha comenzado a hacerlo) una auténtica revolución en los mercados online, tanto el de la publicidad, como el del entretenimiento, así como el del comercio electrónico. YouTube, iPhone, tablet, Skype, streaming, cloud computing, Megaupload…ya forman parte de la vida cotidiana.

Otra de las diferencias es que la explosión actual aún no se ha materializado en los mercados, sólo se encuentra en las carteras de las firmas de inversión. En el año 2000 más de 300 compañías tecnológicas salieron a Bolsa, mientras que en 2010 sólo hubo 20 estrenos y ninguno especialmente significativo. Los debuts de las nuevas estrellas de Internet están por llegar y este movimiento será la prueba de fuego para el sector, que por eso se resiste a dar el paso. Sólo la red de perfiles profesionales LinkedIN ha anunciado que tiene la intención de cotizar a finales de este año. Facebook se ha puesto abril de 2012 como fecha orientativa, Skype ha aplazado el proyecto de forma indefinida, y Twitter y Groupon desmienten constantemente que vayan a hacerlo a corto plazo.

De este modo, también el dinero que se mueve es infinitamente menor que hace una década. Según The Wall Street Journal, que cita a Ben Horowitz, inversor de startups, entre 1998 y 2000, la firmas de capital privado movieron 200.000 millones de dólares más que en los 18 años precedentes, mientras que entre 2008 y 2010 se han movilizado unos 55.000 millones de dólares.

Tal vez no haya burbuja hasta que todo el mundo no esté de acuerdo en que nos encontramos ante un nuevo boom tecnológico, como diría Warren Buffet.

Los perdedores

Como todo en la vida, siempre hay ganadores y perdedores. En el terreno tecnológico también. Quizá uno de los más sonados haya sido el caso de la pionera de la redes sociales: MySpace, que en 2007, sólo cuatro años después de su creación, ya contaba con 70 millones de usuarios. Tal fue su explosión que en 2005 el magnate de los medios de comunicación, Rupert Murdoch, lo compró por 585 millones de dólares, para convertirlo en su mayor apuesta en Internet y competir con MTV. Sin embargo, Facebook le aguó la fiesta. A finales de 2007 la red social fundada por Mark zuckerberg (que ha merecido una película de éxito) ya tenía más usuarios. MySpace cuenta ahora con 40 millones de visitantes, ha despedido a la mitad de su plantilla y ha arrojado en los últimos dos años unas pérdidas de 100 millones de dólares. Murdoch la ha puesto en venta pero no encuentra comprador.

La explosión

Los mercados financieros aún no se han recuperado del estallido de la burbuja de las ‘puntocom’. En el mes de marzo de 2000, el Nasdaq alcanzó un máximo de 5.048 puntos. En octubre de 2002, marcó un mínimo de 1.114 puntos. Es decir, que en sólo dos años y medio el índice tecnológico se derrumbó un 78%, o lo que es lo mismo, se esfumaron cinco billones de dólares. Las quiebras se multiplicaron y las empresas que sobrevivieron, como eBay o Yahoo!, nunca volvieron a alcanzar el valor de entonces. Ahora, el Nasdaq ronda los 2.800 puntos, con lo que se encuentra un 45% por debajo de los récords marcados hace 11 años.

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