A contrarreloj, la comunidad internacional se cita para actuar contra el calentamiento global

A contrarreloj, la comunidad internacional se cita para actuar contra el calentamiento global

España se ofreció a acoger precipitadamente la Conferencia sobre el Clima de la ONU (COP25), después de que Chile desistiera de hacerlo.

COP25 Ifema

Los firmantes del Acuerdo de París se reúnen a partir del lunes en Madrid conminados por los científicos y la sociedad civil a tomar medidas urgentes para evitar una catástrofe climática, aunque las previsiones son poco optimistas.

España se ofreció a acoger precipitadamente la Conferencia sobre el Clima de la ONU (COP25), después de que Chile desistiera de hacerlo a último momento debido al estallido social.

Esta cita anual, hasta el 13 de diciembre, reunirá a los casi 200 países que en 2015 se comprometieron en París a luchar de forma coordinada contra el calentamiento. Con excepción de Estados Unidos, que acaba de confirmar su salida bajo la presidencia de Donald Trump.

Las consecuencias del cambio climático ya son palpables, con la multiplicación de eventos extremos, como canículas e inundaciones, en todos los continentes. Y el mundo se aboca al peor escenario si no se actúa ya con medidas radicales, advirtió esta semana un informe de la ONU.

Arengados por la adolescente sueca Greta Thunberg, convertida en emblema de la lucha contra el calentamiento, millones de jóvenes – y no tan jóvenes – de todo el mundo se movilizan desde hace meses para exigir a los gobiernos que tomen cartas para garantizar el futuro del planeta.

Thunberg llegará a Madrid para la COP25, después de partir de Estados Unidos a bordo de un catamarán perteneciente a una pareja australiana. La adolescente se niega a tomar el avión para predicar con el ejemplo.

«Como sonámbulos»

«No podemos dilatar más la acción climática, la necesitamos a todos los niveles», declaró el martes la ministra española para la Transición Económica, Teresa Ribera.

El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) estimó que las emisiones de gases de efecto invernadero deben recortarse 7,6% anual entre 2020 y 2030 para albergar esperanzas de limitar el calentamiento a +1,5 ºC respecto a la era preindustrial.

Por ello reclamó a los Estados firmantes del Acuerdo de París quintuplicar sus ambiciones.

Unas metas completamente opuestas a la realidad, puesto que las emisiones aumentaron un promedio de 1,5% anual en la última década y «no hay ninguna señal» de que vayan a disminuir, según la ONU.

Si se sigue con el ritmo actual, el planeta, que ya se calentó 1 ºC, podría registrar entre +3,4 y +3,9 ºC a finales de siglo.

«Andamos como sonámbulos hacia la catástrofe climática. Debemos despertar y actuar de forma urgente», denunció Alden Meyer, experto de la Unión de Científicos Preocupados.

El peso de Brasil

La cita de Madrid tiene lugar un año antes de una fecha clave: la revisión de las metas nacionales de reducción de emisiones, respecto a las presentadas por los países en 2015, insuficientes para frenar el calentamiento.

Hasta el momento lo hicieron 68 países, pero estos solo representan un 8% de las emisiones mundiales.

La UE y China, que ambicionan postularse como líderes en la lucha climática y llevan camino de respetar sus compromisos iniciales, todavía no adelantaron sus compromisos.

«Esta COP podría no responder a las expectativas», porque los países tienen la vista puesta en la COP26 de Glasgow, afirma Lola Vallejo, directora del programa Clima del Instituto de Desarrollo Sostenible y de Relaciones Internacionales (IDDRI), basado en París.

Brasil volverá a pesar en las negociaciones en esta primera COP bajo el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro.

El año pasado, Brasilia se opuso a un acuerdo sobre un asunto clave del Acuerdo de París: los mercados de carbono internacionales, llamados a permitir la compra-venta de emisiones con el fin de estimular las reducciones.

«Momento de involución»

Bajo la presidencia chilena, esta COP había sido llamada a ser la «COP azul» por el especial énfasis que se pondrá en la preservación de los océanos, especialmente afectados por el cambio climático, así como en la biodiversidad.

«Se está empezando a vincular el trabajo del clima con la biodiversidad», explicó Vallejo.

Un millón de especies animales y vegetales están en peligro de extinción, muchas de ellas en los próximos años, según la ONU.

El apoyo financiero a los países en desarrollo para adaptarse a los impactos del cambio climático y reducir sus emisiones volverá a ser un asunto crucial.

Los países ricos prometieron aportar 100.000 millones de dólares anuales. En 2017, el aporte real aumentó, con 71.200 millones en 2017, según la OCDE.

La coyuntura internacional, con el auge de la derecha y los nacionalismos, reduce también las posibilidades de tomar medidas concretas en esta COP25.

«El éxito de esta conferencia (…) en un momento de involución, frente al multilateralismo positivo y casi entusiasta y natural que vivíamos antes, es recuperar esa expresión pública de compromiso. Se requiere hacer más», admitió el miércoles Ribera.

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