Olas, tablas y surfistas

Tribuna

Olas, tablas y surfistas

La criptoeconomía -el campo que nos interesa- tiene sus ventajas diferenciales a maximizar. Porque es que hay procesos de creación de valor en manos de la propia gente.

Criptomonedas

El FMI realiza su reunión otoñal en Bali. «Madame Météo» -lo digo con afecto y admiración- y su equipo pronuncian su alerta: las perspectivas mundiales no son buenas. Lo que no hacen -e interesa mucho- es distinguir los eventos y sus efectos para lo viejo y para lo nuevo. No son los mismos. Lo malo para unos, que tienen siglos provocando crisis, es lo bueno para otros, creadores de futuro. Que están actuando y a los que se debe reforzar.

Recurriendo a la metáfora del surfing, podemos decir que estamos en un surf de olas grandes. Todos los practicantes aspiran la playa, aunque muchos serán revolcados. Empero, en estos tiempos, hay unos que aprovecharán las turbulentas olas. A estos últimos los describimos en el artículo anterior: son los agentes de nuestro «complejo de disrupciones». Están cambiando y van a cambiar mucho más el mundo. Es el caso de la criptoeconomía.

En la reflexión sobre su promoción y desarrollo, después de reconocido y asumido el contexto del complejo de disrupciones actuales; pero, también de las recurrentes crisis globales, toca, como segundo nivel en el manejo del tema, definir el más apropiado esquema para la promoción del nuevo y promisorio campo. O sea, la procura del dominio de esa tabla para el aprovechamiento de las olas. Sabiendo que coexiste con «surfistas» diversos: previos, simultáneos o posteriores; opuestos o favorables; adaptados o desaparecidos; complementarios o competitivos; que hay evoluciones de las viejas prácticas o la asimilación de las cada vez mayores innovaciones; etc. Y que existen procesos o actividades en las cuales se escenifica una lucha encarnizada por la superioridad.

En su contexto, existe una lucha central por la prestación de servicios al consumo; o sea, a la gente: mejoramiento de procesos, sistemas de pagos, alternativas a la banca, pluralidad de posibilidades en las finanzas, insospechadas formas de prestación de facilidades de consumo y servicios, etc. Lucha, dentro de la cual, en puja competitiva, el conjunto cada vez más sofisticado de los diversos desarrollos criptoeconómicos.

El proceso referido es variado y complejo. En casos, ya casi no se usa el dinero físico y las sedes bancarias se desertifican o desaparecen. Las empresas de tarjetas de pago dejan de ser empresas financieras y se convierten a tecnológicas, en la procura de una permanente actualización de sus servicios al cliente. La criptoeconomía, por su lado, creó el P2P, con lo cual, «corta alas» a la banca y similares. De hecho, con la innovación de los wallets, cada quien puede ser su propio banco. El amplio y diverso mundo Fintech redimensiona el mundo de las finanzas y erosiona también el imperio de la banca. Los países se interesan: India exige que los sistemas de pagos almacenen sus datos en el propio país. Brasil y México pelean, con innovación y marco legal, por el liderazgo en el Fintech latinoamericano. Y hay más: pululan las promisorias iniciativas alternas al viejo sistema bancario.

La criptoeconomía -el campo que nos interesa- tiene sus ventajas diferenciales a maximizar. Porque es que hay procesos de creación de valor en manos de la propia gente. Su captura básica se hace por las vías de la minería -surgimiento de dinero «hecho en casa»-, la tokenización y el trading. Y para ello -lo que nos interesa en este artículo-, como requerimientos a la política, hay insumos necesarios: 1) la calidad del servicio eléctrico, 2) una buena Internet, 3) una nueva logística para esas actividades nuevas y 4) el marco legal y regulatorio. Que plantean requerimientos a la acción estatal. Deben ser objetos de política.

En el caso latinoamericano, los dos primeros y el último presentan situaciones muy disímiles. Venezuela es de los mejores países para minar, por el costo de su energía eléctrica. Ecuador muestra la mayor penetración de la Internet. El contexto legal y regulatorio latinoamericano es muy variado; pero, rezagado respecto a otras regiones mundiales y no ha sido asumido con integralidad en la región y en algunos casos, casi inexistente.

Junto con eso, la organización y funcionamiento del campo criptoeconómico remite a muy diversos factores: 1) tecnológicos, 2) «estado del arte» en la actividad propiamente criptoeconómica, 3) nivel de aceptación por el aparato productivo y de comercio de la solución criptoeconómica y, nos interesa hacer este énfasis, 4) educación para el consumo y para el manejo de las rutinas propias de los sistemas de pagos de las criptomonedas. Todos estos factores se beneficiarían de acciones de promoción y fomento.

Porque es que a todos los países -en teoría- interesan el avance tecnológico, la sofisticación de sus aparatos productivos, una educación para los nuevos retos, información sobre el «estado del arte» de la criptoeconomía y líneas paralelas, mejores sistemas de pagos, la calidad del consumo y mayor libertad frente al sector financiero. Son antídotos frente a los tiempos de tormenta.

Por cierto, en la línea a la cual pertenecen los dos ganadores del Nobel de Economía de este año, el análisis macroeconómico al largo plazo, valga referir la relevancia del seguimiento de los procesos -como los que referimos- que se vinculan a mayor prosperidad, igualdad y estabilidad. La sanidad en los manejos monetarios y financieros es uno medular. Los progresos que invocamos van en esa línea y deben ser tema de estudio, investigación, desarrollo e innovación. Y requieren ser promovidos.

***Santiago J. Guevara G., es economista venezolano, experto en Prospectiva, Estrategia y Gestión. Profesor universitario jubilado. Ejerce la Coordinación Adjunta de la Materia Interescuelas de FACES-UC (Universidad de Carabobo) en «Gerencia y Finanzas de Criptomonedas y Criptoactivos» y es facilitador del Diplomado en Criptomonedas del Ceate-FACES-UC. Es líder promotor del «Grupo de Deontología de la Criptoeconomía», basado en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Carabobo

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