Fianzas, avales, nóminas, extractos de cuentas: la psicosis del alquiler

Alquiler de vivienda

Fianzas, avales, nóminas, extractos de cuentas: la psicosis del alquiler

Propietarios e inmobiliarias piden cada vez más requisitos para firmar un contrato a inquilinos de por sí al límite por la burbuja de precios.

    El número de inmobiliarias en España ha crecido casi un 40% desde 2013. El sector ya tiene un 21% más de trabajadores que en pleno boom inmobiliario y prácticamente el doble que hace un lustro. Es una de las consecuencias de la recuperación de la compra de viviendas pero también de la subida de precios del alquiler acompañada de endurecimientos insólitos en las condiciones para acceder a un contrato de arrendamiento.

    “Nos exigieron contrato indefinido, tres últimas nóminas e ingresos mínimos de 1.400 euros”, explica a este medio Jorge, que quiso alquilar un piso para compartir con una amiga en Madrid. “Y me llegaron a pedir un extracto de los movimientos de mi cuenta bancaria”, denuncia, “en teoría para ver si tenía deudas o algo así”.

    “En mi caso el problema es que soy autónomo en el turismo, que es muy estacional, y me piden normalmente la declaración del IRPF, el IVA anual y varias trimestrales”, explica otro trabajador en búsqueda de un alquiler en la capital, que prefiere no dar su nombre. Ha tenido que dejar el piso que compartía con dos compañeros porque el propietario decidió comenzar a alquilarlo en Airbnb.

    “Lo que argumentan los caseros (o la inmobiliaria) es que no se puede probar, de cara al seguro de impago, que el alquiler no supone más de entre el 33% y el 45% de mis ingresos fijos mensuales”, explica, criticando que caseros que tienen “entre 5 y 6 viviendas vivan con ese temor acérrimo a los impagos”.

    Este autónomo explica que, previendo mejorar sus ingresos por una colaboración fija mayor, decidió buscar un estudio y dejar de compartir. “Era fuera de la M30 y costaba 575 euros, que es una pasada”. La propiedad le pedía el mes en curso, dos de fianza y un tercero como comisión de agencia, “bastante más de 2.000 euros en total”.

    Finalmente se negaron a alquilarle el estudio precisamente por sus mejores expectativas laborales: el nuevo contrato de prestación de servicios que iba a firmar, comparado con su IVA anual y declaraciones trismetrales, mostraban que sus ingresos “eran fluctuantes”.

    Patricia no tiene un contrato al uso y trabaja como falsa autónoma porque la práctica totalidad de sus ingresos provienen de una colaboración muy estable con una sola empresa. Quería alquilar un piso que no superaba el 30% de su sueldo habitual. “Ofrecí usar las nóminas de mi padre. Entonces me pidieron un aval para las nóminas de mi padre”.

    Al tiempo que las clásicas condiciones se endurecen y los inquilinos se resigan a escucharlas una y otra vez, el mercado del alquiler normaliza otras exigencias que no se corresponden con el nivel de los arrendatarios, rozan la ilegalidad por la privacidad de datos y la falta de regulación de las comisiones de las agencias y convierten en un infierno encontrar una casa en la que vivir.

    “Lo que me fastidia de todo esto es tener que ir exponiendo por ahí un montón de datos fiscales privados, la cuenta bancaria y qué se yo qué más para que encima la agencia y el propietario te acaben tratando como si los quisieses estafar”, critica uno de los afectados.

    Competencia feroz entre inquilinos

    El aumento de precios en ciudades como Madrid y Barcelona pero cada vez en más capitales de provincia convierte los inmuebles más asequibles en verdaderos objetos del deseo de muchos candidatos en poco tiempo.

    “Fui corriendo a ver un piso que estaba bien de precio, había tres personas esperando en el portal, en la puerta había otras tres o cuatro esperando a su vez a que salieran un par de parejas que ya estaban visitando la casa”. La inmobiliaria iba a enseñar el piso durante todo el día. Según la experiencia de Jorge, en solo una hora se atendió a unos 20 interesados en alquilar el piso. “Calcula la cantidad de gente que pasó por allí en solo un día”.

    Además, se trataba de “un trastero reformado, no exagero”, nos explica. “Subías por unas escaleras hasta el último piso de una corrala, pasabas por un pasillo oscuro de cemento, prácticamente sin luz, y al final había el típico trastero habilitado, formado por dos o tres altillos”.

    El mismo afectado por esta fiebre de las peticiones ‘marcianas’ para alquilar un estudio recuerda que en otro caso le pidieron un depósito de 200 euros sólo por estar interesado en un estudio y optar a alquilarlo.

    Los frentes de la neurosis del impago

    El aumento de desahucios por impago de alquiler (un 4% más en 2017) y las ingentes subidas de precios en ciertas zonas (entre el 30% y el 40% en cuatro años en Madrid y Barcelona) son la mecha perfecta para agresivas campañas de empresas de seguros y agencias, que prenden el fuego del temor de propietarios abanicado a su vez por medios y portales en manos del negocio inmobiliario.

    Como publicaba El País , los usuarios de seguros de impagos del alquiler crecieron un 30% el año pasado y se prevé que superen el 40% este 2018, según el Observatorio Español del Seguro del Alquiler (OESA).

    Pero más allá de los desahucios por no poder pagar el alquiler, no hay datos para estimar si los inquilinos están realmente dejando de pagar sus alquileres a niveles tales como para justificar tanto temor.

    Nuevos pagos, idénticos servicios

    Recientemente, una pareja relataba a este medio que la inmobiliaria que les alquiló su piso en Barcelona les cobró unos honorarios de 500 euros más IVA sólo por la renovación del contrato, al término de los tres años legales.

    Alba y Juanjo tuvieron que enfrentar una subida del alquiler mensual de 370 euros, el pago a la inmobiliaria del que nadie les había avisado y otros conceptos como el “registro” de fianza. En total, unos 1.300 euros extra solo por seguir en el mismo inmueble.

    Como explica la Organización de Consumidores, que recibió más denuncias como las de esta pareja, tanto los nuevos conceptos como las tradicionales mensualidades que la inmobiliaria cobra al inquilino juegan en terreno legal pantanoso: “La comisión de la agencia en la intermediación en alquileres la debe pagar la parte que ha contratado los servicios de la agencia”, asegura la plataforma.

    Es lo que dice la teoría, pero “la ley no castiga estas prácticas” aunque la norma establezca que cualquier cobro de la inmobiliaria debe recaer “sobre la parte que haga el encargo”.

    En el caso del plus por renovar el contrato, la OCU lo considera “una vuelta de tuerca de algo que ya es un abuso”: “En principio, al término de los 3 años caben dos opciones: hacer un contrato nuevo o prorrogar el anterior. Si se prorroga el anterior, no existe ninguna justificación al pago de comisión alguna por ninguna de las partes».

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