Primero, las instituciones

Transiciones

Primero, las instituciones

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Nosotros hemos dicho que “Definimos las transiciones principalmente como procesos de reinstitucionalización” (2015). Estamos diciendo lo mismo. “Institutions dominate policies”, asentaron Easterly y Levine, en 2002 y otros han repetido el aserto. Significa que las instituciones anteceden las políticas. Nosotros hemos dicho que “Definimos las transiciones principalmente como procesos de reinstitucionalización” (2015). Estamos diciendo lo mismo.
 
Pero, el saber convencional sigue privilegiando el trabajo normativo, estratégico y operacional con base en políticas, o –peor aun- sobre la discrecionalidad; sin ocuparse, con rigurosidad, de asumir el diseño institucional previo requerido. Que no es cualquiera.
 
Tal diseño no es soplar y hacer botellas. No es convencional. Es especial. Y es lo que hay que hacer. Las instituciones son el inicio correcto. Otra cosa, peor, querrían los caudillos y cogollos. Mientras más fácil sean la improvisación, la discrecionalidad y el prebendarismo, mejor para ellos. Así ha sido en Venezuela. Y en el discurso y la práctica conocidos se proyecta que lo siga siendo.
 
¿O usted ha oído hablar, en el discurso político venezolano; e, incluso el económico, que se plantea establecer reglas firmes, por ejemplo, respecto al nivel de déficit público, o de la emisión monetaria? ¿Están los derechos de propiedad –factor básico de captación de inversiones y progreso- blindados en Venezuela? ¿Se acepta los estándares mundiales en creación de capital en determinadas tareas estatales? Recuérdese, las instituciones son, no para favorecer la clase política y las élites, sino para limitarlas. Su discrecionalidad debe ser limitada.
 
En nuestra serie de artículos del año pasado –una propuesta transicional a los ciudadanos- también dijimos que “Todo fin social moderno requiere un marco institucional general de actuación y unas concreciones institucionales específicas a los problemas enfrentados”. Quiero decir que no basta “the rule of law” –el imperio de la ley-, en un nivel general.
 
Hay asuntos específicos –varios de ellos, poco percibidos- que se debe asumir por la vía de los incentivos y frenos institucionales. Por ejemplo, en situaciones estudiadas del campo de la Economía Política vale aquello de que gavilán no cuida carne: en las privatizaciones, por ejemplo, uno de los procesos económicos típicos de las transiciones. En otras, el conocimiento económico y de la realidad política nacional ayuda al diseño institucional apropiado. Por ejemplo, el cuidado de manifestaciones rentistas, perversa herencia de formas precapitalistas. Tema que afrontamos en nuestro libro del 2010.
 
Esos aspectos generales y específicos, que son muchos y que varían con el tiempo, deben ser anticipados, para su resolución. Varios son necesarios en el arranque de las responsabilidades gubernamentales de la transición. Tenemos una aproximación a ellos. Algunos los planteamos en el libro; otros, cuando asumimos la responsabilidad de la estrategia económica del precandidato Arria, en las primarias presidenciales del 2011-12. Algunas más, las mencionamos en nuestra serie de cuarenta artículos del año pasado. Unas pocas están plasmadas en presentaciones especiales. Otras surgirán de la deseable, pero esquiva interacción con otros estudiosos y tratadistas.  
 
Lo peor que nos puede pasar es que la gripe nos tome sin pañuelo y medicinas. Lo que debe venir en el país tiene que tener buenas bases. Más acá del pragmatismo que nos tiene dónde estamos o de obsesiones ideológicas o de la “política real”, estamos obligados a arrancar la transición a la real democracia republicana y al mercado exitoso con un buen paquete de reformas institucionales. Con buenas bases lo demás se facilita.
 
* Santiago José Guevara García
[email protected] / @SJGuevaraG1

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