‘Baby delincuentes’ made in USA

Lecturas im-prescindibles

‘Baby delincuentes’ made in USA

Está claro que USA is different. Los estadounidenses llevan tan a rajatabla lo de ser políticamente correctos que a este paso van a tener que hacer prisiones para bebés. La última salida de pata de banco que pone de manifiesto la curiosa mentalidad que impera en algunos sectores de EEUU, tan conservadores ellos, es el caso de un niño de seis años que fue expulsado durante tres días de una escuela de primaria acusado de acoso sexual a una compañera.

Hasta aquí la medida disciplinaria puede parecer incluso acertada, aunque cuesta imaginar como un crío de esa edad puede acosar sexualmente a alguien, pero resulta que cuando leemos en qué consistió su ‘delito’ vemos estupefactos que lo que hizo fue cantarle la canción “I am sexy and I know it” (Soy sexy y lo sé).

El ‘baby delincuente’ que se llama D’Avonte Meadows además era reincidente, ya que había sido reprendido en otra ocasión por entonar la cancioncilla de marras, que tampoco es para tanto.

La madre del criminal explicó tras lo sucedido que el ‘mocoso’ ya había sido enviado al despacho del director por cantar la canción de LMFAO, donde le advirtieron de que no lo volviera a hacer. “Voy a sentarme con él y a ver si entiende exactamente lo que significa la canción», anunció la compungida mamá, que se mostró muy sorprendida por el castigo del colegio y preocupada por la reputación de pervertido que le va a quedar a su vástago desde tan tierna edad.

Pero el caso del pequeño Meadows no es una excepción ni algo folclórico. Hace unos días la Policía detuvo y se llevó esposada a una niña de la misma edad, seis años, de una escuela de Georgia, EEUU, porque le dio un berrinche en clase.

Las autoridades escolares explicaron que la alumna Salecia Johnson empujó a compañeros, huyó del personal de la escuela, golpeó sillas, tiró al suelo una estantería, pintó en las paredes e incluso hirió a un responsable del colegio, suponemos que como mucho le arañó o le tiró del pelo.

Los responsables policiales justificaron lo de poner las esposas a la menor en que para llevarse a alguien a una comisaría es necesario esposarlo y que además lo hicieron para garantizar la seguridad de los otros niños. Aunque, como sigan por esa senda, además de grilletes los agentes yankis van a tener que llevar chupetes.

Los familiares de la pequeña del ‘berriche’ declararon a los medios de comunicación que una tía de la niña la encontró conmocionada y esposada en una celda, algo que niegan los agentes que aseguran que se quitó las esposas a la cría apenas llegó a la comisaría donde le dieron agua, algo de comer. Seguramente un petit suisse.

Y para rizar el rizo me viene a la memoria otro caso más antiguo, de hace dos años, cuando Alexa Gonzalez, una niña latina de doce años, fue detenida y esposada por la policía en su escuela superior en Forest Hills, en el condado de Queens y llevada a una comisaría de policía por pintar en su pupitre.

Alexa no estaba garabateando mensajes de apología del terrorismo ni de odio racial sino que se dedicó a escribir con un rotulador verde. «Quiero a mis amigas Abby y Faith. Lex estuvo aquí», junto al dibujo de una carita sonriente.

Su profesora descubrió que estaba dejando en el pupitre esa dedicatoria y el alegre dibujo por lo que fue conducida al despacho del director que llamó a la Policía que se la llevó a una comisaría donde estuvo algunas horas, dicen sus familiares que encerrada en una sala y esposada a una barra..

La pequeña -que pensó que sólo tendría que limpiar su mesa e insistía la muy ingenua en que la tinta era lavable- fue expulsada de la escuela durante varios días y juzgada en una corte familiar, que la condenó a ocho horas de servicios a la comunidad. También fue obligada a escribir un ensayo sobre las lecciones que aprendió del incidente.

El final de la historia, también muy americano, fue que la familia de la menor solicitó ante un tribunal de la ciudad de Nueva York un millón de dólares como indemnización. Ignoramos si los tribunales le dieron la razón o no. Pero eso ya es otra historia.

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