Rubalcaba consejero delegado

Opinión

Rubalcaba consejero delegado

Para gestionar una empresa en crisis sobran floripondios y hacen falta decisiones arriesgadas. A Zapatero le ha pasado como en ese ejemplo del libro de Samuelson, podía decidir entre producir cañones o por mantequilla y ha optado por este primer argumento. Cañones para defenderse de la crisis interna, y externa, de los arreones de la oposición, de los malos resultados de Obama, (no se sabe por qué Zapatero ligó su suerte con la del presidente de Estados Unidos y eso que se han visto apenas y han coincidido menos aún). En esa dicotomía entre lo bello y lo útil, prescindió de Bibiana Aido y de Beatriz Corredor y nombró a Alfredo Pérez Rubalcaba consejero delegado de la empresa Gobierno SA.

Todo el poder se concentra en las manos del poderoso vicepresidente al que algunos han comparado con Fouché, (duque de Otranto y fundador del espionaje moderno). Lo primero que hizo fue poner orden en el gobierno de los quince portavoces; quince son un exceso, con sólo uno pero que funcionara bien ya era suficiente. Así que una vez que ha quedado claro que todo pasa por Rubalcaba entonces podremos entender el esquema de poder piramidal que anida en la Moncloa. El problema es dónde situar a Zapatero y el rango más adecuado sería el de «reina madre» de la segunda legislatura, figura pero no molesta, representa pero no interpreta. De esa manera se salva la figura más codiciada del tablero y, (en caso de salir bien la jugada), se potencia al consejero delegado para recambio natural en la empresa cuando dentro de año y medio toquen elecciones generales. Y se neutraliza el optimismo peligroso del presidente de Gobierno que veía pleno empleo y brotes verdes hace unos meses.

Habrá que ver cómo Pérez-Fouché soporta el timón de la nave a pesar de los ataques tremebundos a la economía y el retroceso del consumo que nos devuelve a tiempos pretéritos en los que un oficinista pasaba la tarde con un café sentado en el Gijón. Y lo hacía no tanto porque le entusiasmaran las tertulias literarias si no porque en su casa hacía frío y no daban café.

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