Rogativas

Recibo de la luz

Rogativas

Diego Carcedo

Mariano Rajoy, que está en todo, espera pacientemente que llueva para que baje el precio de la electricidad. Mariano Rajoy, que está en todo, espera pacientemente que llueva para que baje el precio de la electricidad. Mientras no llueva habrá que seguir viendo como el recibo mensual sube cada día. La cosa está en el comportamiento de las nubes que últimamente no sueltan gota. Antes al contrario, a pesar de estar en enero dejan muchos claros para que luzca el sol y agoste prematuramente más los campos, neveros, ríos, lagos y pantanos.
 
Por lo que se ve y se concluye, el Gobierno, siempre tan activo para acudir en socorro de las empresas eléctricas y en exigir el recargo fiscal sobre el consumo, para ayudar a las familias y a las empresas que dan trabajo y producen bienes o servicios a ser competitivas, no puede hacer nada. Al menos es lo que asegura el Presidente. Entonces nos encontramos con la gran duda, convertida en enorme desesperanza, ¿es que nos hemos quedado sin iniciativas los ciudadanos de a pie?
                  
Hombre, discrepo: creo que hay una y no demasiado imaginativa. Ya la conocían y la aplicaban nuestros antepasados, menos abúlicos que Mariano Rajoy ante los problemas dicho sea de paso: las rogativas, ¡coño! O, ¿es que ya se nos había olvidado que son desde hace siglos la tecnología española capaz de vencer a las meteorologías adversas? Llevamos mucho, muchísimo tiempo sin que llueva, así que ¿a qué esperamos? El Gobierno que tiene influencia, debe movilizar cuanto antes a los curas.
                  
Porque las rogativas para que den resultado deben ser impulsadas desde los púlpitos y quién mejor que los párrocos para conseguir que los sufridos fieles las secunden en procesión bajo el frío, alumbrados con velas para no gastar. Si no se dan prisa en La Moncloa, en una de estas son los líderes de Podemos los que aprovechan  para dejar de pelearse y se lanzan en plancha al recurso de las  manifestaciones  populares. Y debe hacerse con urgencia, antes de que el martes nos llegue el recibo de la luz en enero multiplicado por siete.
                  
No importa que el cielo visible no ofrezca destellos para la esperanza. Ya en situación similar no muy lejana, un obispo pragmático, aunque quizás pelín dubitativo en su fe, cuando le pidieron permiso para convocar rogativas en la diócesis contempló detenidamente al horizonte y anunció: “Está bien, convóquenlas. Pero les advierto que para llover no está”. Rogativas, desde luego, pero mientras, a pagar, no vayamos a quedarnos a oscuras.

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