¿Qué fue de Grecia?

¿Qué fue de Grecia?

Alexis Tsipras, primer ministro de Grecia

El Brexit, los atentados terroristas, el ascenso de partidos de extrema derecha y la situación de los refugiados ha solapado ‘mediáticamente’ la situación dramática en la que viven los griegos. Grecia fue un país que tenía una tasa de desempleo superior al 23%. La de los jóvenes, de 15 a 24 años, alcanzaba el 45%. Más de una quinta parte de los griegos no tenía acceso a elementos básicos como la calefacción y la conexión telefónica e incluso los cajeros automáticos de las ciudades apenas daban dinero. “Para lo que tenemos en la cuenta, (el corralito) tampoco es un problema”, aseguraban en su momento varios ciudadanos griegos a ElBoletin.com.
 
Aquella vez fue la última vez que se supo de Grecia.
 
Eran tiempos de referéndum, de dignidad y de valentía en un pueblo que, a pesar de lo que ocurrió después, decidió plantarse ante Europa y gritar ‘ya basta’. Sucedió en una noche de verano de 2015, las calles se llenaron y los periodistas reflejaban la puntual alegría política de los helenos, que vivían en medio de un drama humanitario. El de los refugiados y el suyo.
 
18 meses después de aquello, y a pesar de que ya no hay periodistas para contarlo, los datos del primer párrafo no han descendido. Es más, han aumentado. Por ejemplo, estudios recientes revelan que el 52% de los hogares griegos depende exclusivamente de las pensiones para pagar sus gastos mensuales. Corroborando así la idea – también española – de que la cohesión familiar y las pensiones de los abuelos siguen ‘salvado’ miles de vidas.
 
Sin embargo, la tragedia griega ha sido solapada, mediáticamente, por el Brexit, los atentados terroristas en capitales europeas, el ascenso de partidos de extrema derecha en Francia y Alemania y la situación de los refugiados.
 
Es cierto que la situación macroeconómica del país dirigido por Alexis Tsipras ha sentido una mejoría en el último año, y según datos del FMI, crecerá un 2,7% en el 2017. Sin embargo, el desempleo, la desigualdad y la crisis social no aminoran.
 
El 15% de la población sigue viviendo en la extrema pobreza, el 70% de los sinhogares de Atenas lo es desde los últimos 5 años y la drogadicción y la prostitución se han disparado. No hay más que darse una vuelta por las zonas céntricas de la capital griega para percatarse de ello.
 
Para más inri, el gasto público en Educación, Sanidad, y cobertura social sigue reduciéndose a límites nunca vistos, dejando fuera del Estado del Bienestar a una gran parte de la población que acaba teniendo que recurrir a sistemas ajenos al Estado.
 
A pesar de las promesas y teorías financieras de que la austeridad y el recorte en el gasto público iba a sanear las cuentas de los países y mejorar la vida de sus ciudadanos, Grecia debe ahora mismo cerca de 320.000 millones de euros, casi el doble de su Producto Interior Bruto y más de 100.000 millones de lo que debía hace un año y medio.
 
El primer ministro Tsipras trata de hacer malabarismos para lidiar con las ‘obligaciones’ europeas y financieras al mismo tiempo que trata de convencer a su electorado. Sin embargo, el último aumento de los impuestos indirectos – con el que espera ingresar 2.447 millones de euros – ha sido la estocada para muchos ciudadanos, que no atisban una salida ni siquiera a medio plazo.
 
«Las demandas de Europa y las políticas de Tsipras no han afectado a la gente rica, sino a los más pobres de aquí” asegura un comerciante griego al diario británico Financial Times. “Tsipras nos ha traicionado” afirma.
 
El fondo de esta declaración debería preocupar a las instituciones europeas y financieras encargadas de ‘aconsejar’ a Grecia, ya que la desesperación y la incapacidad del líder escogido para salir de la crisis social es el caldo de cultivo para que partidos neonazis como Amanecer Dorado, que cuenta con 18 escaños en el parlamento, sigan aumentando su influencia.
 
Partidos como Amanecer Dorado, Frente Nacional o Alternativa para Alemania plantean una salida estrecha, divisiva e identitaria de la crisis económica, política y social. Para ello necesitan instrumentalizar y tergiversar realidades como la de los refugiados en Grecia y en Europa. Porque a la crisis social que sucede en Grecia le acompaña la situación de desamparo y desprotección de los refugiados, que sufren el desprecio de las instituciones europeas marginándolos en un país cuya capacidad de acogida está en entredicho

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