El rodillo, gripado

Presupuestos

El rodillo, gripado

Diego Carcedo

La ausencia de una mayoría absoluta, o casi absoluta, como venía siendo costumbre está obligando al Gobierno del Partido Popular a utilizar otros resortes. Después de tantos meses de incertidumbre y zozobra la vida política española parece entrar en una senda de normalidad democrática desconocida hasta ahora. La ausencia de una mayoría absoluta, o casi absoluta, como venía siendo costumbre está obligando al Gobierno del Partido Popular a utilizar otros resortes, a resignarse a ver gripado el rodillo de los plenos del Congreso y a tener que negociar las veinticuatro horas sus decisiones. Es lo normal en nuestro entorno, pero aquí todavía sorprende.
                  
La oposición, empezando por el PSOE, que tanto se resistió a viabilizar la investidura del candidato del partido más votado, está viendo que con una estrategia inteligente y dialogante puede conseguir mejores resultados para sus objetivos – y, lo más importante, para el bienestar de los españoles – que desde un Ejecutivo con las manos atadas. De momento ya ha logrado que se reformen dos leyes aprobadas de manera arrolladora por la mayoría existente en la anterior legislatura.
                  
Leyes tan polémicas como la LOMCE con sus inquietantes reválidas o la llamada “Ley Mordaza”, que de manera tan drástica amenazaba la libertad para expresarse, serán reconsideradas; el ex ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, de ejecutoria bastante cuestionada no ocupará la presidencia de la Comisión de Exteriores que esperaba como premio y, según va trascendiendo, hasta los presupuestos están siendo negociados con otros partidos algo inimaginable en años anteriores.
                  
Es más, las noticias que se filtran aseguran que el Partido Socialista a pesar de la precariedad en que se encuentra, además de liderar con éxito los cambios legislativos ya iniciados, está imponiendo su criterio sobre la necesidad de reformar la Constitución e incluso ya ha conseguido que en los presupuestos que se están elaborando se incluyan aumentos para el gasto de las comunidades y acciones sociales.
                  
Todavía a la oposición le quedan muchas batallas por dar y al Gobierno no menos exigencias a las que tendrá que responder cediendo algo de su parte. El “rajoyeismo” en su estado puro es historia y tanto el presente como el futuro empiezan a vislumbrarse como una empresa con miras más amplias y diversificadas.  Esto no significa que sea la oposición la que gobierne pero sí la que incorpore a la gestión pública su pluralidad de criterios.
                  
El comienzo de esta nueva etapa política es prometedor. Los políticos tendrán que demostrar mejor su profesionalidad y justificar el sueldo que les pegamos. Pero las perspectivas de que la sociedad se sienta más representada a la hora de las grandes decisiones, son mayores. Lo mismo que la solidez futura de las nuevas leyes que yo no estarán tan expuestas a que cualquier nuevo cambio de Gobierno las considere ajenas.

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