Trump merece respuesta

Tribuna Especial 25 Aniversario

Trump merece respuesta

Miguel Ángel Aguilar, periodista

Su triunfo ha sido por ahora el punto culminante de una escalada de insultos y disparates que han inyectado odios étnicos y enconos sociales cargados de pésimos augurios de enfrentamientos. Hablamos, queridos lectores de El Boletín, del presidente electo de los Estados Unidos de América, que ganó las elecciones el primer martes después del primer lunes de Noviembre, es decir, el pasado día ocho y que tomará posesión de la Casa Blanca el próximo 20 de Enero. Su triunfo ha sido por ahora el punto culminante de una escalada de insultos y disparates que han inyectado odios étnicos y enconos sociales cargados de pésimos augurios de enfrentamientos.
 
Algunos han intentado recuperarse del shock traumático causado por unos resultados contra pronóstico minimizando los riesgos, como si el acceso al poder del ganador fuera a garantizar automáticamente la recuperación del buen sentido y la renuncia segura al cumplimiento del programa. Por eso, preconizaban la conveniencia de comportarse al modo galaico: “Verlas venir, dejarlas pasar y si te mean encima decir que llueve”. Este compendio, en línea con la sabiduría acreditada por el Oráculo manual y arte de prudencia de Baltasar Gracián, es el que sugerirían como respuesta de la Unión Europea.
 
Pero, desde la publicación del Diccionario de vicios, pecados y enfermedades morales del profesor Jorge Vigil, se ha alterado la sensación de quienes se sienten estimulados al convertirse en receptores de la orina de su pareja o con el vertido sobre la misma de la orina propia. De modo que la orina deja de ser percibida con paciencia, resignación y disimulo que evite desmerecer socialmente y queda transformada en fuente de placer que se busca de manera deliberada. Como si los líderes, por ejemplo, europeos reunidos en la puerta de la Trump Tower gozaran hasta el éxtasis siendo orinados por Donald y todo su equipo desde las últimas plantas.
 
Recapitulemos: estaríamos ante el fenómeno de la urolagnia, nombre técnico que recibe en el diccionario de Jorge Vigil la desviación sexual consistente en la obtención de placer sexual mediante el deseo de orinar sobre la pareja o de ser orinado por ella. Su denominación popular ha pasado a ser lluvia dorada y según los psicoanalistas es una forma de erotismo uretral (que expresa por tanto la detención en esta fase del desarrollo psicosexual). Al parecer, dice nuestro autor, a la práctica de la urolagnia resultaban ser adictas personas sobreprotegidas por madres con extremas ambiciones para sus hijos. Falta verificar si este es el caso de nuestro Donald Trump y de toda la banda.
 
En cualquier caso, parecería llegada la hora de tomarse en serio las bravuconadas de Trump y proceder en consecuencia. Tomarle por la palabra y dejarle a la intemperie. La proximidad con persona de esa calaña es un peligro de contagio a evitar. Mientras, se impone aplicarnos a la lectura diaria de The New York Times y repasar el Discurso de la servidumbre voluntaria que bordó a finales del siglo XV Étienne de la Boétie, disponible en castellano editado por Trota. Es un buen antídoto para prevenirnos. Vale.
 

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