El bienestar animal

Tribuna Especial 25 Aniversario

El bienestar animal

Guillermo Díaz, diputado del Grupo Parlamentario Ciudadanos (GPC’s).

La ley española considera cosas a los animales de compañía. Nuestro Código Civil equipara nuestro televisor con nuestro perro, a nuestra tostadora con nuestro gato. La ley española considera cosas a los animales de compañía. Nuestro Código Civil equipara nuestro televisor con nuestro perro, a nuestra tostadora con nuestro gato.

Esto es así porque la norma es de 1889. Y en aquel entonces, la principal función de los animales era económica. Los preceptos están redactados pensando en el ganado, animales de tiro o caza. El animal de compañía era la excepción. Y, por qué no decirlo, no existía una sensibilidad social que fomentase este tipo de vínculos.
 
Podemos englobar la protección de los animales en las denominadas políticas de tercera generación. Que son aquellas que se afrontan cuando están cubiertos aspectos esenciales de una sociedad. Aunque yo prefiero el calificativo de políticas postmaterialistas. Ya que afrontan valores que van más allá de los derechos materiales.
 
La consideración de los animales de compañía como cosas en nuestro Código Civil, genera problemas de toda índole. Desde la posibilidad de que sean embargados, heredados por varias personas a la vez o hasta ser considerados como parte de los bienes a repartir en caso de divorcio. Muchos jueces, sensibles ante esta casuística ya establecen un régimen de visitas aplicable a una mascota. Pero la norma debe adaptarse a las circunstancias y no obligar a los jueces a sentencias contorsionistas. Los animales de compañía, deben ser considerados bienes extrapatrimoniales, no pueden ser un elemento más a sumar junto a la nevera o la mesa del salón. No son objetos con valor económico, pero sí tienen en cambio un gran valor sentimental. Es preciso modificar el Código Civil, inmutable en este sentido desde el siglo XIX.
 
Para solventar la situación descrita, en Ciudadanos hemos presentado una propuesta para reformar el Código Civil y que los animales de compañía sean considerados de forma especial. Que no puedan ser embargados o considerados un objeto más en caso de divorcio, por ejemplo. De este cambio se derivarán muchos otros en normas que tienen a este código como referencia.

Pero no han de quedar ahí los cambios en la legislación. El abandono, el maltrato, las peleas de perros o gallos, el comercio irresponsable y otras conductas éticamente reprochables están al orden del día. Cada hora se abandonan en España 16 perros o gatos. Esto los condena en la mayor parte de los casos a morir atropellados, de hambre o sed. Si tienen suerte, serán acogidos en un refugio. Somos el país de Europa donde mayor número de mascotas son condenadas por esta vía a una muerte muy probable.
 
Existe una porción importante de nuestra sociedad que se muestra sensible con estos temas. Los expertos en la materia aseguran que la solución al abandono animal son la esterilización, puesto que se abandonan muchas camadas no deseadas, la identificación y la adopción. Por supuesto también la concienciación. Y en este sentido en Ciudadanos hemos presentado otro paquete de medidas que conciencien a la población de esta problemática, fomenten que se reflexione antes de comprar y se opte por la adopción, faciliten la identificación, combatan el abandono y eviten que se adquiera una mascota por parte de quien no va a hacerse cargo de ella.
 
Hemos ido desechando la violencia de nuestras vidas cotidianas con el advenimiento del Estado Moderno. También se ha reducido considerablemente la que se ejerce sobre los animales: a tenor de lo descrito por la excelente historiadora Barbara Tuchman en Diversiones medievales violentas, existían juegos que consistían en clavar un gato a un madero y matarlo a cabezazos, con la gracia de que al ejecutor le pudieran desgarrar los ojos o las mejillas. Estas prácticas, al igual que muchas otras, se fueron abandonando con la modernidad. Es más; se prohibieron.

Cuando uno se adentra en el debate del bienestar animal encuentra posturas diversas. Por un lado se los que consideran que la crueldad está en la naturaleza, una argumento falaz, puesto que la naturaleza y la ética o la moral, siguen senderos diferentes. Que los guepardos o los cocodrilos den muerte de forma cruel a sus presas, no nos da vía libre para ser crueles nosotros. En nuestra naturaleza está el comprender el sufrimiento de nuestros semejantes, también el de los animales, por tanto se genera el deber de evitarlo. Pero de forma especial hemos de procurar el bienestar de una mascota, del que se deriva el de una persona. En ellos depositan derechos personalísimos sus dueños.
 
Respecto a los que son sacrificados en la industria alimenticia, evidentemente no pueden tener la misma consideración que las mascotas, pero nuestros pasos han de ir – y así se viene haciendo – orientados a minimizar el sufrimiento y el dolor en estos procesos.
 
Las sociedades más avanzadas del mundo en cuanto a su estructura social y estado de bienestar, protegen también a los animales. España no debe ser menos y en Ciudadanos, vamos a trabajar por ello.
 

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