En todas partes cuecen habas

Repetición elecciones Austria

En todas partes cuecen habas

Diego Carcedo

La perspectiva de unas terceras elecciones en menos de un año es una solución indeseable, pero no es cierto que cause risión internacional. Las dificultades que existen para la formación de un nuevo Gobierno son lamentables y lógicamente causan preocupación. La perspectiva de unas terceras elecciones en menos de un año es una solución indeseable, pero no es cierto, como a veces se dice, que cause risión internacional. Es probable que provoque comentarios críticos, aunque quien más quien menos sabe que estas cosas en la política pasan. El caso de Bélgica, que dos años atrás permaneció con un Gobierno en funciones diecisiete meses ha sido muy citado y con diferentes peculiaridades, no es el único.
 
Ahora mismo en Austria se encuentran en una situación que quizás podría ser calificada como más esperpéntica incluso que la española. Bien es verdad que se trata de la elección del presidente de la República un cargo fundamentalmente representativo pero el despropósito no es menor. El proceso comenzó en la primavera. Las primeras elecciones, el 25 de abril pasado,  dieron como vencedor a Norbert Hofer, del partido FPÖ (extrema derecha próximo al neonazismo), con el 35% de los votos, y como segundo, a Alexander Van der Bellen, ecologista, con el 21 %.
 
El resultado causó alarma en toda Europa tanto por el triunfo de un extremista como Hofer como por el hecho de que los representantes de los dos partidos tradicionales, el Socialdemócrata y el Popular, que allí gobiernan en coalición, quedasen relegados al tercer y cuarto puesto. Pero como ninguno de los dos primeros consiguió la mayoría absoluta requerida, fue necesario celebrar una segunda vuelta el 22 de mayo. Hasta aquí todo normal.  En el primer recuento de las papeletas en urna quien contaba con mayor número de votos era Hober de nuevo,  pero al incorporar los votos por correo, Van der Bellen se impuso por una exigua mayoría del 50,3 %, apenas 30.000 votos más.
                  
Fue un respiro para los demócratas que el jefe del Estado no fuese un representante de la extrema derecha. Pero la alegría duró poco. Unos días después, el FPÖ presentó un recurso alegando que las papeletas recibidas por correo habían sido escrutadas por personal no autorizado y el Tribunal Supremo, aunque reconociendo que no hubo manipulación de los datos, acabó invalidando el resultado anunciado y obligando a unas terceras elecciones que se fijaron para el 2 de octubre. Mientras tanto, la Presidencia es desempeñada de manera interina por los tres miembros de la Presidencia de la Asamblea Nacional; para mayor complicación, uno de ellos el polémico Nobert Hofer.
                  
Otra vez ha vuelto en Austria el temor a una victoria de la extrema derecha, xenófoba, anti refugiados y euroescéptica. Lógicamente los austriacos están deseando acabar con la pesadilla política que se ha creado. Pero como todo lo que está mal es susceptible de empeorar, otro recurso contra la organización de los nuevos comicios, este vez alegando que  los sobres de las votaciones tienen el pegamento defectuoso, aceptado por el Supremo impone una cuarta convocatoria para la cual todavía no se ha fijado fecha con la agravante de que los plazos reglamentarios podrían llevarla a las Navidades o incluso al 2017.
                  
La situación en Austria es contemplada unas veces con hilaridad. ¡Pensar que en un país tan avanzado se hagan sobres electorales con el pegamento defectuoso, se presta a chistes y parodias! Pero otras veces lo que está ocurriendo es contemplado con respeto porque, argumentan los extremistas que confían  que el cansancio y esto les ayudará a ganar, los procesos electorales deben  ser muy escrupulosos. Y debe ser aunque no lo eran tanto cuando Hitler, su ídolo, gobernó, pero eso fue antes.

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