¿Hay demasiados universitarios en España?

Educación

¿Hay demasiados universitarios en España?

Josep Lladós

El debate sobre la sobreeducación no debe restringirse sólo a las características de la demanda laboral. Recurrentemente se critica el sistema educativo español por su incapacidad para adaptarse a los requerimientos formativos del sistema productivo. Se denuncia la falta de profesionales con niveles educativos medios y conocimientos técnicos y especializados en contraposición a un exceso de titulados superiores ocupados en tareas que poco tienen que ver con los conocimientos aprendidos en la universidad.

Es uno de los muchos desajustes que caracterizan nuestro mercado laboral. Prescindiendo del hecho de que la función de un sistema educativo no tiene por qué ser necesariamente ajustarse a las demandas del mercado laboral y de que las personas no sólo queremos estudiar para aplicar lo que aprendemos en nuestro lugar de trabajo, es importante preguntarse si existe un riesgo de sobreducación en nuestra sociedad. Es decir, si el esfuerzo educativo realizado no retorna en forma de compensación económica y social.

Desde el punto de vista económico no es fácil analizar la sobreeducación, pues su medición presenta problemas técnicos que justifican las disparidades de resultados en los distintos estudios realizados. Sin entrar demasiado en detalles, cuando un país realiza un esfuerzo inversor considerable que le permite acumular capital humano con rapidez, frecuentemente aparece un desfase ya que el mercado de trabajo no puede absorber al mismo ritmo los conocimientos adquiridos por la fuerza laboral. A medida que aumenta el nivel educativo general de la sociedad es más probable que exista un riesgo de desequilibrio educativo. Es un indicio de modernidad y cambio social común a muchas sociedades. Y dado que la automatización crece y el progreso tecnológico no piensa detenerse, las necesidades de formación continua serán mayores y ninguna de estas sociedades se plantea echar el freno a su inversión en capital humano.

En perspectiva histórica, han aumentado considerablemente los años de escolarización de la población, los ocupados con estudios superiores y el gasto público en educación en España, hasta el punto de que el porcentaje de empleo que ocupan licenciados universitarios es superior a la media europea. Lo que ocurre es que, en comparación, el peso de la ocupación con estudios medios es muy inferior. Es decir, el mercado de trabajo está polarizado entre quien tiene estudios superiores y quien no alcanza la educación secundaria completa. Como resultado, muchos titulados universitarios ocupan empleos que exigen conocimientos inferiores o distintos a los que han adquirido en su formación

¿Indicio de sobreeducación? Más bien de infraocupación, pero sí. A igualdad de condiciones y en ausencia de candidatos óptimos, muchos empresarios prefieren contratar a universitarios. Y los estudiantes continúan optando por la universidad pues saben que el título superior les ofrece mayores probabilidades de empleo, mejor salario y más oportunidades de promoción. Además, los universitarios también están más predispuestos a implicarse en actividades de educación no formal y no todo el desajuste educativo se despilfarra, pues cuando el mismo trabajo o categoría ocupacional lo realiza o ocupa un universitario recibe un salario superior, con lo que privadamente rentabiliza su esfuerzo educativo. Aunque este salario premio es inferior al que recibiría si ocupase un lugar de trabajo acorde a su cualificación.

Es necesario pues mejorar nuestro sistema de formación y cualificación profesional, demasiado desprestigiado socialmente. Pero en ningún caso revertir el esfuerzo educativo, pues casi el 40% de la población activa aún no tiene los estudios secundarios completos. Por razones demográficas e históricas bien conocidas pero también por la elevada tasa de fracaso escolar que padecemos. Es pensando sobre todo en recuperar ese capital humano derrochado lo que hace necesario introducir más flexibilidad, ampliar y diversificar la oferta y dar apoyo a la formación dual.

Pero limitar el análisis a las características de la demanda laboral es desviar interesadamente el foco. La oferta de lugares de trabajo para titulados universitarios también es muy superior en el resto de Europa. Y la precariedad laboral mucho menor. Lo que ocurre con los graduados superiores en España responde también al modelo económico y la especialización productiva. El desarrollo demasiado lento de nuestra capacidad tecnológica y científica tiene costes. Uno de ellos es la condición de los lugares de trabajo que ofrecemos a los jóvenes licenciados. Y si en inversión en educación andamos por debajo de nuestros socios europeos, en inversión tecnológica la distancia es mucho mayor. Lo que necesitamos es más y mejor formación, empresarios más emprendedores y mucho más empleo de calidad.

*Josep Lladós, profesor de Economía de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)

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