El «hotel» de los corruptos

Corrupción

El «hotel» de los corruptos

La corrupción política y empresarial, nunca olvidemos que una y otra van de la mano, ha poblado las cárceles españolas de prisioneros que tuvieron poder. Hace algunos años fui invitado a dar una charla un domingo por la mañana a la prisión de Soto del Real, a escasos kilómetros del centro de Madrid. Entonces no era una cárcel tan sugerente – para la curiosidad, claro está – como es ahora. Antes de reunirme con un centenar de reclusos, en su mayor parte hombres pero también algunas mujeres autorizadas expresamente a cruzar a la zona masculina, me mostraron los talleres de actividades culturales y artísticas así como las instalaciones deportivas, los comedores y celdas.

Entonces aquella prisión no era tan sonada ni recordada en los papeles como lo está siendo últimamente. Ahora gracias a algunos de sus internos empieza a competir en popularidad con las ya míticas de Spandau, donde penaron sus culpas algunos dirigentes nazis, o Alcatraz, donde purgaron sus fechorías tantos gánster de currículum cinematográfico. Cuando visité el centro penitenciario de Soto del Real no recuerdo haber visto a ningún condenado de renombre. Hablé con algunos internos, pero sin nombres conocidos.

Todos ellos se manifestaban inocentes de las acusaciones que les mantenían entre rejas, todos contaban sus días por salir en libertar aunque sólo fuera con un permiso temporal de fin de semana y varios se quejaron de que los vis a vis con sus esposas, novias o compañeras o amigas de aventuras sexuales se espaciaban mucho, eran breves y resultaban bastante frustrantes en un ambiente tan sórdido como aquel para ejercitarse en el amor.

Pero, ya digo, personajes de renombre, condenados cinco estrellas, no había en ese momento y casi me atrevería a decir que tampoco se les esperaba. La cárcel era un alojamiento exclusivo para narcotraficantes, asesinos, ladrones, pederastas, estafadores y terroristas. Los terroristas, casi todos de ETA, estaban en una sección aparte del grueso de prisioneros y, según me contaron, no se mezclaban con el resto. Los vi a través de unas cristaleras sentados en un gimnasio hablando en voz muy baja de sus cosas.

La charla fue bien, creo recordar que hablé del panorama bélico, diplomático y político internacional, como siempre agitado, y me sorprendió la cantidad de las reflexiones y preguntas interesantes que me formularon y me impresionó sobre todo el interés con que me escucharon y a veces me rebatieron. Cuando abandoné la prisión tengo que decir que a pesar de haber estado dentro poco más de tres horas, respiré con la sensación de que el aire exterior sí que estaba impregnado de ozono. Algunas personas me preguntaron enseguida se había visto a alguien conocido y se sintieron frustradas cuando respondí que no.

Ahora es otra cosa. La corrupción política y empresarial, nunca olvidemos que una y otra van de la mano, ha poblado las cárceles españoles de prisioneros que tuvieron poder, que fueron respetadas y admiradas, incluso votadas por muchos millares de electores, y a pesar de todo acabaron compareciendo ante un juez que, después de escuchar sus negativas y excusas, las condenó a varios años de reclusión o a esperar dentro ya por un juicio que posiblemente les proporcionaría la plaza en propiedad.

Duro debe de ser, pensaba yo después de haber convido allí apenas media mañana, despertarse temprano, mirar el reloj, hacer cálculos con la fecha y recordar que los días de seguir sujeto a la disciplina carcelaria y a la falta de libertad continuaban contándose por centenares. Estos días en Soto del Real comparten esta situación cuatro hombres muy conocidos, personas que fueron importantes y populares, y sin embargo no encontraron la alfombra roja puesta para entrar en su destino.

Díaz Ferrán, el decano, de todos ellos, que cambió la presidencia de la CEOE por una celda de cuatro metros, estará imponiéndoles en los detalles de su nueva situación. Mario Conde ya cuenta con amplia experiencia carcelaria y su prepotencia le impedirá prestar mucha atención. Luis Pineda y Miguel Bernard, los presuntos mafiosos de Manos Limpias y Ausbanc, son los debutantes y los que prestarán mayor interés. Qué pena un micrófono oculta para oírles conversar en los patios. Mientras me pregunto, ¿estarán arrepentidos o sólo harán planes para recuperar el dinero oculto cuando salgan y gastárselo a lo grande?

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