Sánchez y Rivera, atemorizados tras los contactos de Podemos e IU

Detrás de la cortina

Sánchez y Rivera, atemorizados tras los contactos de Podemos e IU

Los líderes de PSOE y Ciudadanos, inquietos ante las posibilidades electorales de una eventual alianza de izquierdas. Que nadie lo de por hecho. En la izquierda timorata, atomizada y dividida por personalismos y chiringuitos unipersonales que padece la legión de votantes que ansía la aparición de una candidatura por el cambio nadie debería apostar a que al final vaya a producirse un pacto, por ejemplo, entre Podemos e IU. Y eso que, como demostraron las pasadas elecciones municipales, sólo cuando todos esos reinos de taifas, banderías, reyezuelos-as y caudillos-as se alían bajo el paraguas de un candidato y un programa común están en condiciones reales de aspirar a ‘tocar’ poder. Y ahí tienes a los famosos-as alcaldes-as del cambio como ejemplo vivo de esta afirmación.

Así que, es bastante probable que, después de otra temporada de marear la perdiz, resulte imposible la existencia de esa ‘papeleta única’ que aseguraría el éxito. Bien porque las conversaciones no den fruto o bien porque aparezcan tres o cuatro más. Todas aquellas que puedan resultar de las broncas personales que se desarrollen en las próximas semanas entre mareas, opciones nacionalistas, izquierdas verdaderas y bastardas y cualquier otra especie diversa de animalito del bosque de la que todavía no tengamos noticias, cuando haya que decidir finalmente la composición de las listas y los puestos que ocupa cada uno.

Sin embargo, todos los componentes-as de esa larga lista de individuos-as que aspiran a ser los jefes-as de su propia pyme política, más los jerarcas que aspiran al puesto de líder supremo deberían tomar nota de la reacción inmediata de terror y desconcierto que ha provocado en las filas PSOE y Ciudadano, el simple e inconcreto anuncio de que esta vez, y si hay elecciones en junio, ‘a lo mejor sí que podría ser que quizá’ se produjese un pacto entre los partidos que encabezan Pablo Iglesias y Alberto Garzón para concurrir juntos a esos posibles comicios.

El líder naranja, Albert Rivera, que intenta, pero no puede, eliminar los ‘tics’ ‘tardofranquistas’ que afloran en su discurso en cuanto pierde los nervios al encontrarse ante situaciones que le dejan sin argumentos, ha recurrido a la vieja retórica de mentar al diablo, es decir al Partido Comunista para descalificar esa posible alianza entre opciones progresistas. Porque, según él, por muy legítimo que sea defender un programa político de izquierdas, no es de recibo. Sólo es ‘viejuno. No es ‘trendy’, es una horterada y ‘blablablá Eta blablablá Irak blalblabla Venezuela’, etc, etc, etc…Al final a eso suele reducirse el discurso de tan preclaro orador cuando, cada vez con más frecuencia pierde los papeles y los argumentos.

Eso sí, a pesar del derechismo balbuceante que le caracteriza en situaciones de crisis, Rivera, más o menos, está en línea con el perfil mayoritario de sus votantes reales y potenciales con quienes comparte corte de pelo, traje, corbata, ‘masters’ y aspiraciones de hacer fortuna. Y por eso, mal que bien, puede mantenerse a flote. Sin embargo, a su todavía aliado el socialista Pedro Sánchez la ecuación ‘identificatoria’ no le cuadra. El será muy ‘trendy’ y llevará un corte de pelo muy impecable pero la legión de ‘esclavos sin pan y parias de la tierra’ que constituye su núcleo más fiel de votantes está más que lejos de sus ‘pintas’, su neoliberalismo económico amable y su tendencia, heredada eso sí de todos los líderes que su partido ha tenido hasta ahora en democracia, de explotar el discurso del populismo facilón en las elecciones y después pactar con las derechas (nacionalistas o modernizadas) cuando se trata de intentar llevar a cabo un programa de gobierno.

Y, además, Pedro también pierde los papeles, sin beneficiarse de la supuesta ‘gracia arrabalera y muy andaluza’ que algunos-as ven en Susana Díaz cuando desbarra. Se enfada con los amiguitos que no le han hecho presidente a cambio de nada y pacta en el parlamento con PP y Ciudadanos para que los diputados del ‘siniestro coletas’ se sitúen en el gallinero o, como ha hecho ahora, para dejar fuera de la Diputación Permanente del Congreso a los representantes electos que fueron designados por más de cinco millones de españoles. Y manda a sus chicos-as a explicar que los ‘podemitas’ no se sabían la lección y por ‘tontos’ se han quedado sin silla y sin bocadillo.

A este par de chicos de hoy que son Rivera y Sánchez -de vergüenza ajena, por cierto, el supuesto ‘playlist’ con las canciones que más ‘escucha’ el ‘sociata’, publicada por ‘Tentaciones’-, por lo tanto, nada podría ponerles más nerviosos que una repetición a escala nacional de algo parecido a la operación que llevó a Manuela Carmena hasta la Alcaldía de Madrid. Es decir, un pacto de izquierdas que incluya un candidato común para toda España con un programa único, un grupo parlamentario unido y unas líneas de acción claras. No hay pesadilla peor para este par de modernillos, adictos al ‘indie’ de multinacional bendecido, gracias al dinero de todos, por esas radios públicas de vanguardia, en la que suenan más los grupos que cantan en inglés que los que lo hacen en euskera.

Amigos, si esa legión de perroflautas mugrientos, cantautores desfasados, adictos al blackmetal y punkies residuales se pone en marcha, nadie sabe lo que puede pasar, pero los colegas del pacto de las chaquetas y las corbatas, por lo visto, no esperan un resultado positivo para sus aspiraciones de ese eventual contubernio de los desarrapados. Así que ya han empezado a disponer la artillería en posición. Aunque uno y otro dirán que su objetivo es la regeneración y su principal enemigo Mariano Rajoy, las bombas más letales irán destinadas al intento de aniquilación de cualquier posible proyecto progresista que ponga en cuestión el corpus de esa política económica neoliberal que ha instalado la desigualdad en el mundo, devastado a la clase media y empobrecido al 90% de la población mundial.

Y, mientras tanto, Mariano Rajoy fuma puros en la intimidad tras la enésima demostración empírica de que para derrotar al enemigo lo único que hace falta es estarse quieto y esperar. Si las encuestas que ahora manejan los populares son ciertas, tras este paréntesis de seis meses, donde han mantenido el control de La Moncloa, aunque haya sido en funciones, entraremos en otro momento político en el que el PP podrá volver a presumir de ser el partido más votado y, esta vez, sí, podrá formar gobierno con el apoyo de Ciudadanos. Y, como es bien sabido, si la suma de los diputados electos en ambos partidos diese ahora una mayoría suficiente esa alianza se produciría sin ninguna duda. Y sin ninguna necesidad de que Rajoy sea sustituido por otro candidato. Ni de su partido, ni independiente, ni mediopensionista.

Ese gran estratega gallego, que ha demostrado ya su capacidad de hacer morder el polvo a todos aquellos-as rivales políticos que le minusvaloraron, no ha llegado a pensar nunca que estos rivales tan blanditos a los que se enfrenta vayan a acabar con él. Porque sabe que una cosa son los gestos de cara a la galería y otra la verdadera acción. Aquello de ‘predicar y dar trigo’ que decía el refrán. Eso sí, hasta este prodigioso jugador de póker se pondría un poco nervioso si el presunto pacto de la izquierda progresista del que hablábamos al principio se llegara a concretar. Y lanzaría al ruedo a sus ‘telepredicadores’ con el veneno del miedo a los frentes populares que suelen utilizar en estos casos.

Pero no se preocupen, como explicaba unos párrafos atrás es más que difícil que esa alianza que tanto temen Rivera y Sánchez y que incluso inquieta al gran Rajoy llegue a concretarse. Ya se encargarán Juan Carlos Monedero, Irene Montero, Tania Sánchez, Cayo Lara, Gaspar Llamazares, Ada Colau, Mónica Oltra y Xosé Manuel Beirás, entre otros, de convertir en imposible la creación de esa candidatura unitaria progresista a la que aspiran los votantes del cambio. Y les juró que esta vez, como tantas otras, me gustaría equivocarme. ¡Ojalá sea así!

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