Rajoy, seguro de que PSOE y Ciudadanos le mantendrán en el poder

Detrás de la cortina

Rajoy, seguro de que PSOE y Ciudadanos le mantendrán en el poder

El presidente del Gobierno en funciones cuenta con el hundimiento del PSOE para seguir otros cuatro años en La Moncloa A la espera de una especie de milagro que tal vez pudiera producirse, pero, por ahora, no está contemplado en casi ningún pronóstico, todo parece indicar que los españoles tendrán que volver a votar el próximo mes de junio ante la imposibilidad de los principales líderes políticos de configurar una mayoría de gobierno con los resultados obtenidos en las pasadas elecciones generales del 20 de diciembre de 2015.

Y esta realidad deja una cierta frustración en aquellos votantes que creyeron posible, ingenuos ellos, impulsar un cambio de políticas gracias al impulso de las urnas y también dibuja la figura de un claro ganador, después del infructuoso tiempo transcurrido. Un político tenaz e imperturbable preparado para resistir y triunfar por agotamiento del contrincante que se llama Mariano Rajoy.

Si las encuestas no mienten, el político gallego, odiado por más de las tres cuartas partes de la población española que ha votado contra él y contra sus políticas, va a mantener en los próximos comicios los ya inverosímiles resultados que cosechó en los últimos, lo que puede permitirle seguir con sus juegos de experto ‘trilero’, siempre sobre la base de que encabeza la opción política que más sufragios recibe.

Y, eso, a pesar de que el chaparrón constante de los casos de corrupción que cae sobre su cabeza se ha mantenido vigoroso en estos meses, con repuntes en Valencia, Granada, Madrid y otras localizaciones y hasta con la renuncia de un ministro en funciones, el canario José Manuel Soria, pillado en una mentira por culpa de un ataque de amnesia relacionado con las distintas sociedades radicadas en paraísos fiscales en las que ocupó cargos de responsabilidad.

Tanto da. Mariano el ‘invencible’ se dispone a seguir en La Moncloa, de momento hasta junio, y luego mientras haga falta. Aunque, probablemente, estaría empezando a llegar la hora de que los votantes del PP, esas masas de españoles que parecen ser inmunes al hedor de la corrupción se plantearán si esa continuidad es lo que más les conviene. Incluso si lo único que les impulsa a seguir en la misma línea es su rechazo visceral a que gobierne cualquier iniciativa progresista.

A Rajoy sólo podría inquietarle una cosa. La posibilidad de que las otras dos formaciones que se han aliado para defender una política económica neoliberal, del gusto de Merkel, Bruselas y de las élites económicas españolas, es decir PSOE y Ciudadanos pudieran en algún momento conseguir una mayoría suficiente para desalojarle del poder.

Pero esa posibilidad pierde peso, según pasa el tiempo y se confirma que habrá que repetir las elecciones. El asunto es que por mucho que consiga subir Albert Rivera que tal vez lo haga, ese ascenso podría ser insuficiente para compensar la inevitable caída de los socialistas con la que cuentan en el PP. Mucho tendrían que cambiar las cosas, para que Pedro Sánchez consiguiera convencer a sus votantes de que la culpa de que en este momento no haya un gobierno progresista es de Podemos.

Los simpatizantes socialistas, ya se sabe, siguen siendo de izquierdas. Por mucho que su partido haya dejado de serlo hace muchos años. Y empieza a existir una masa crítica suficiente entre ellos que no entiende el empecinamiento de Sánchez en ir de la mano de Rivera. Las bases de los grupos políticos rojo y naranja no están cómodas con este matrimonio de conveniencia. Ni se llevan bien, ni comparten anhelos, ni actuaciones, ni espacio. Y así es imposible.

Al final, al votante de Ciudadanos tampoco le gusta esa connivencia inesperada entre su partido y el PSOE, la principal bestia negra del grupo naranja más politizado. A ellos les gustaría pactar con el PP y sí, por supuesto, querrían que Rajoy no se convirtiera en un obstáculo, sobre todo porque son conscientes de que sin él esa alianza, como ha pasado en tantos sitios, ya sería un hecho, pero si el panorama se complica y los ‘podemitas’ tuvieran posibilidades de acercarse al poder, acabarán por apoyar al político gallego para impedirlo.

Claro que, para eso, Podemos tendría que volver a derrotar a las encuestas y crecer en lugar de menguar en lo que respecta a su representación parlamentaria. ¿Pueden conseguir eso los morados en los próximos dos meses, a pesar de la crisis de identidad que arrastran y de los enfrentamientos entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón? El problema, como muchos votantes socialistas temen, es que sí pueden. Y están poniendo las bases para conseguirlo.

Puede que la apuesta se confirme con un error catastrófico a largo plazo, pero en este momento, una coalición bien planteada con IU, articulada en partidos instrumentales diversos que permitieran grupos parlamentarios separados en territorios como Cataluña, Galicia y Valencia, tal vez sea suficiente para eliminar los efectos calamitosos de la Ley D´Hont, y conseguir que esa amalgama de fuerzas progresistas y francotiradores variados de la que forman parte otras también otras figuras emergentes como Mónica Oltra, Alberto Garzón y Ada Colau, se convierta en la segunda opción más votada y pueda aspirar a gobernar.

Ya digo que no lo conseguiría, porque ni Ciudadanos, ni el PSOE iban a permitirlo. Obedientes a las órdenes recibidas, ambos partidos, se conjurarían para impedir cambios radicales en política económica destinados, por ejemplo, a aumentar la carga fiscal sobres las rentas altas. O eso calcula un Rajoy que cada vez se siente más seguro y convencido de que, según pasa el tiempo, aumentan sus posibilidades de mantenerse en el poder.

Hay hasta quien cree que ese milagro imposible del que hablábamos al principio de este artículo, ese pacto contra natura que evitaría una nueva convocatoria de elecciones, todavía podría producirse. Haría falta, eso sí, una situación excepcional, o algo que pudiera venderse como tal, que pudiera servir de excusa a la dirigencia socialista para admitir de repente ese acercamiento al PP al que se han negado hasta ahora.

El miedo a que, al final, sea el PSOE el que pague el pato en las próximas elecciones es mucho más real y está más extendido de lo que parece. Hay temor a una alianza de izquierdas y a que los socialistas queden completamente descolgados de ese movimiento y acaben convertidos en una suerte de partido nacionalista andaluz sin peso específico en el resto de España. Ya han retrocedido sustancialmente en Cataluña, Euskadi y Madrid, por ejemplo. Y las encuestas no les permiten relajarse, en absoluto.

Y, de ¿dónde podría venir la excusa necesaria? Pues, según los conspiradores de salón que nunca faltan en Madrid, seguramente de Cataluña. Para las lenguas más viperinas está claro que con un poquito más de tensión independentista y el regreso de los temores sobre la ruptura de la ‘nación española’, nada sería descartable. Entonces, ¿qué va a pasar en la próxima reunión ente Mariano Rajoy y el presidente de la Generalitat Carles Puigdemont? ¿Escenificarán un acercamiento de posturas inédito hasta ahora? O ¿volarán los últimos puentes que quedaban? Habrá que prestar atención.

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