¡Todos a la cárcel!

¡Todos a la cárcel!

El otro día preguntaban los colegas a un dirigente del PP cuántos militantes con cargo tenía el partido presos, imputados o investigados. Luis Berlanga que unía a su talento cinematográfico su condición de valenciano, se adelantó veinte años con su película “¡Todos a la cárcel!” a una realidad que lleva tiempo cumpliéndose en su tierra; una tierra digna de mejor imagen que la que irradian sus gobernantes, autonómicos, provinciales o locales. Quizás lo de todos a la cárcel sea exagerado, porque los predestinados son sólo del PP, y tal vez prematuro: de momento ya son varios los que están entre rejas y bastantes más, muchos más, esperando que los tribunales les destinen a la ocupación de una celda que se han ganado trincando como cosacos del dinero de todos.

Y pido perdón a los cosacos por el uso del tópico porque, aunque en su gremio también haya corruptos, la comparación con el plantel de valencianos de semejante ralea que vamos conociendo es exagerada. En Valencia la inmensa mayor parte de la gente es honrada, por supuesto, lo mismo que la mayor parte de las personas que votan al Partido Popular, pero de muchos de sus elegidos no se puede decir lo mismo. La Guardia Civil y la Policía no dan abasto a descubrir chanchullos y los jueces y fiscales a investigarlos.

Algunas veces uno lee las noticias de la corrupción en Valencia y aunque ya está bastante curado de espantos sobre la materia, viendo más de cerca lo que pasa en Madrid, duda de que pueda ser verdad. Alguna vez me ha sorprendido algún allegado hablando solo y preguntándome a mí mismo: “Pero, ¿hay algún político del Partido Popular en Valencia que no esté pringado?” Imagino que en la madrileña calle Génova, sede del PP, los despachos deben estar cubiertos de caras caídas al suelo de vergüenza, con Rajoy a la cabeza, aunque ninguno se apreste a dimitir.

La última noticia sobre la corrupción al sol mediterráneo y el olor de la paella es que el juez ha decretado la investigación -hasta hace pocos diríamos imputación- de cincuenta concejales, exconcejales y altos funcionarios del Ayuntamiento de la capital por blanqueo de dinero. Se libra, de momento, la anterior alcaldesa, la tantas veces exaltada a los altares del Partido, la incombustible Rita Barberá, derrotada – hecho sin precedente – en las últimas elecciones municipales pero enseguida puesta a cubierto por el aforamiento de senadora.

El otro día preguntaban los colegas a un dirigente del PP cuántos militantes con cargo tenía el partido presos, imputados o investigados, y el interrogado respondió que no tenía ni idea. ¿Cómo la va a tener el hombre? Ni le debe de quedar tiempo para contarlos e ir incrementando la lista un día tras otro, unas veces en Baleares, otras en Madrid – la Gürtel, la Púnica, Granados… — y Valencia, Valencia se lleva la palma. Mal favor le deben los valencianos de bien al partido que les gobierna que con sus escándalos les hace a veces aparecer injustamente generalizados como corruptos.

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